Conocí a un poeta que murió a manos de la musa que le inspiraba los versos, conocí a una chica que coleccionaba porqués, conocí a un músico con miedo de hacer sonar su voz, conocí una soledad inmensa, conocí la compañía más grata, conocí los momentos más hermosamente simples y los más horriblemente complicados. Conocí rosas, noches, secretos, ilusión, dolor, complicidad... Conocí el principio y conocí a una niña; bueno no, a "una" niña no, conocí a "la" niña, porque como ella, por suerte o por desgracia, no hay nadie.
Conocí a la niña que se pasaba las horas tras historias, inventado mundos y soñando despierta. Conocí a la niña de la gran sonrisa, sin importar de que la hiciera... en ocasiones la fundía con el hierro del dolor y en otras con el acero de la felicidad. Pero sonreía, quizás por eso no la tomaban en serio. Ella jugaba al escondite, pero no solo con otros niños; en su juego debía esconderse de todos.
Conocí a la niña que al hablar dibujaba galaxias y las ambientaba para vivir en ellas. La que caminaba descalza por la noche con las sandalias en la mano como si fuera por la playa.
Conocí a la niña víctima de su elocuencia, esa que la mató tantas veces que, para ella, morir era escribir algo que llegara al corazón.
Conocí a la niña que le temía a las expectativas de los demás, la que no quería defraudar a nadie y que, sin embargo, defraudaba a todos. Conocí a la niña tan grande que no cabía en las jaulas que le dibujaba el mundo, ella quería volar porque ahí dentro, sus alas se estropeaban.
Conocí a la niña escasa de finura en la figura y de sobrada elegancia en la palabra, y sí... era una contradicción.
Conocí a la niña que luchaba por mantener su amor por aquel que la entendía, aún cuando muchos le decían que no valía la pena. La niña que era juzgada en ocasiones cuando lo quería dar todo a ese que salvo su alma, a Él.
Conocí a la niña que cantaba alto, balanceando su a veces imprecisa afinación con su sobrada pasión. La niña que componía canciones a medianoche y al otro día las cantaba con su voz ronca.
Conocí a la niña que saltaba y corría cuando a todos les daba vergüenza hacerlo; a la que tocaba en la puerta equivocada y sonreía para ocultar su vergüenza.
Conocí a la niña que lloró a raudales cuando vió que entre las calificaciones que la definían había una muy por debajo de su costumbre; a la que se torturó aún cuando nadie le había hecho reproche alguno.
Conocí a la niña que lloraba bajo la ducha porque no le gustaba mirar como fluía su llanto frente al espejo, así que se ocultaba bajo las gotas que se confundían con sus lágrimas; a la que se encerraba entre las hojas de los libros para no abrir puertas que destruyeran su pacto de amor.
Conocí a la niña que guardaba los más infantiles y crueles secretos. A la que le dolía respirar en ocasiones a causa de que su corazón se comprimía en huelga negándose a latir.
Conocí a la niña que se entregaba rápido y escatimaba poco; a la que no sabía esperar o dosificarse; a la que daba todo en el primer asalto haciendo pensar que ya no quedaba más, pero que sin embargo sorprendía cuando sonaba de nuevo la campana, porque venía con algo más fuerte aun.
Conocí a esa niña... Y la amé, me enamoré de su pasión, de sus ganas de comerse el mundo, de su música, de sus silencios, de sus letras, de sus laberintos, de sus libertades, de sus prohibiciones, de lo que era tal y como lo era. Me apasionó su transparencia y su seguridad al ser ella misma, al ser real.
Conocí a la niña que me enseñó que no está mal ser yo y que cuando no tenga fuerzas, SIEMPRE va a estar ahí ese que me va a tomar en sus brazos, curará mis heridas, me abrazará y me hará empezar de nuevo.
Si, la conocí. Y la amé... pero, la perdí de vista. Solté su mano y corté el hilo que unía nuestros corazones. Hoy no recuerdo donde la perdí exactamente. Sólo me limito a no hablar de ella. Aunque en mí siempre queda el honor y el recuerdo de que conocí a la niña del cuarto de los libros... Aún más de saber que ella vive en mí y que, por suerte o por desgracia, soy yo misma...
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poesía infiel
Puisi(...) Fragmentos de contradicciones autobiográficas y sentimientos herejes de insomnios desesperados. Pedacitos de mi vida, canciones de transfusión en los días en los que se me desangra el alma (...)