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"Si bien la casualidad está más ligada al azar, la coincidencia lleva una serie de condicionantes, como por ejemplo, que estemos en el sitio adecuado en el momento oportuno."

Las piernas me dolían de lo mucho que corría, y es que huir de la policía es probablemente lo que más detesto un Lunes por la mañana

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Las piernas me dolían de lo mucho que corría, y es que huir de la policía es probablemente lo que más detesto un Lunes por la mañana. Estaría llegando más de veinte minutos tarde a el taller y probablemente perdería algunos clientes por ello, pero aquí estaba yo solapando las "travesuras" de mi mejor amigo como cada día.

Respiré hondo cuando el sonido de las sirenas comenzó a alejarse y detuve mi ritmo. Dejé que el pesado aire inundara mis pulmones y me preparé mentalmente para darle un sermón a Mikey sobre el porqué no debe invadir propiedad privada y menos una institución escolar.

Había conocido a Mikey tiempo atrás, ambos estábamos rondando los doce años y en ese entonces aspirábamos a hacer una nueva era para los delincuentes, sin embargo ahora no estoy muy seguro de ello.

Mikey y yo somos los únicos que aún quedan de lo que en su tiempo fue la mejor pandilla de Japón. En un principio fue difícil ver como aquellas personas que se convirtieron en familia comenzaron a alejarse poco a poco de lo que yo consideraba mi hogar. Pero, no los culpamos, o al menos yo no lo hago; en realidad les envidio. Aún puedo recordar el como cada uno de ellos fue descubriendo lo que realmente le apasionaba y se aferró a ello.

Yo no tengo a que aferrarme.

Cuidar a Mikey probablemente sea mi prioridad. El taller puede que esté en segundo plano, ¿Pero y después de eso?

Solo seguir el estado de ánimo de Mikey durante el día.

—Me podrías explicar porque demonios estabas tratando de entrar a una escuela?— pregunté antes de que Mikey tuviera oportunidad de correr.

—No es algo que no hayamos hecho antes— pronunció firme. —No veo el problema.

—Si, pero todas ellas han sido escuelas públicas. Sabes bien que una escuela de niños ricos es otra cosa.

—Quería ver a alguien — confesó.

Mis ojos se ensancharon ante la respuesta de Mikey. No era secreto, todo el mundo sabía que él tiene un número de amigos muy reducidos y un círculo social bastante estricto. No cualquier es digno de las palabras del invencible Mikey.

—¿A quien? — pregunté. Y es que era raro, sobre todo por que aquella persona desconocida provenía de este tipo de escuela.

—Takemitchy — respondió. —Lo conocí en el parque.

—Takemitchy — pronuncié.

—Takemitchy — repitió.

Una carcajada salió de mi boca y los ojos de Mikey viajaron en dirección opuesta.

Leche sabor chocolateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora