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"Y yo aprendí a ver el sol
Que nació cuando te vi"

~ César Banana Pueyrredón

La mirada de Mikey nos decía a gritos que necesitaba una explicación urgente y detallada del porqué su amigo tenía un hematoma verdoso en el ojo, el cual comenzaba a tornarse morado

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La mirada de Mikey nos decía a gritos que necesitaba una explicación urgente y detallada del porqué su amigo tenía un hematoma verdoso en el ojo, el cual comenzaba a tornarse morado.
Tanto Emma como yo, éramos incapaces de formular una historia coherente que evitara mencionar a aquellos dos tipos de antes y que Takemitchy se había batido en batalla campal con ellos para proteger a Emma. Temíamos que si los mencionásemos Mikey iría tras ellos y les mataría.

En serio.

—¿Y bien? — habló Mikey fastidiado. Era la quinta vez que preguntaba y su poca paciencia se había esfumado en el tercer intento.

Los tres nos miramos y asentimos dejando que Takemitchy se encargara de darle una buena y razonable explicación.

—Me caí — divagó. —En camino a la tienda.

Mis ojos se entrecerraron y por un instante le quise dejar el otro ojo morado. La respuesta sonó tan vaga que incluso Emma hizo una mueca, pero para nuestra sorpresa, Mikey lo aceptó.

—Pobre de mi Takemitchy — comentó Mikey abrazándolo. —Debes tener más cuidado por donde caminas. Eres bastante torpe.

El pequeño rubio azulado se rió un poco y cambió de tema. Mi cerebro tardó en procesar lo que había sucedido, era impresionante el como Takemitchy tenía un absoluto control sobre el estado de Mikey y sus acciones.

—Tengo que ir a la escuela —mencionó después de unos instantes.

Decidimos ir todos con él (a petición de Mikey) para evitar que volviera a tener un accidente. En el camino, Emma lo empezó a abordar con preguntas sobre las materias que había metido y yo solo escuchaba por encima lo que decían mientras que Mikey intervenía de vez en cuando intrigado por lo que Takemitchy haría en su futuro y le preguntaba si pensaba incluirlo en sus planes. Takemitchy reía un poco y le asentía cada vez que Mikey preguntaba si él tendría su propio cuarto en su casa.

—¿Así que actividades extracurriculares? —comentó Emma.

—Si, necesito créditos para la universidad — sonrió.

La idea de entrar a una universidad picó mi cabeza, pero pasé de ella.

Mientras su plática trivial fluía, pude observar que los ojos brillosos de Takemitchy se paseaban fugazmente en todas direcciones como si tratasen de buscar a alguien entre la gente que avanzaba a nuestro al rededor.

Leche sabor chocolateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora