Capítulo I

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El sol se asoma poco a poco entre las persianas, las aves cantan una hermosa melodía impacientes por volar a lo desconocido, adultos de la tercera edad que salen a recoger su mensajería algo somnolientos, padres que llevan a sus niños al colegio para un nuevo día, y ella, quién observa como de costumbre desde su balcón lanzando un gran bostezo; pensando en el día ocupado que tendrá, como todas las mañanas rutinarias en el castillo de Kalon.

¿Quién es ella realmente? Bueno, como toda digna de la realeza, siempre ha logrado mantenerse en aquella princesa sin un solo error. 

Sin duda alguna se ha ganado el respeto de la sociedad, su educación es plenamente digna de admirar junto con lo hermosa que es.

Sin embargo, existe una parte de ella que nadie conoce, tuvo la oportunidad de ser parte de la familia real, pero; ¿Piensas que es suerte? No. 

Le sucedía a menudo estar imaginando una vida fuera del castillo, sin algún título al cual luchar. Sameliee desde pequeña ha tenido grandes responsabilidades y aunque frente a la sociedad se ha mostrado estable, entre las paredes del castillo y especialmente de su habitación se encuentra totalmente agotada, sin embargo en toda su vida siempre le han repetido la misma frase " La realeza jamás debe demostrar su verdadera condición", significando que deberá callar sus dolencias, quejas o cualquier otra cosa que no sea "Poder".

En resumen, debería fingir todo el tiempo.

Sus inicios de semana y su vida siempre han sido lo mismo, es por eso que ella siempre ha anhelado algo distinto.

Pronto, escuchó unos pasos provenientes de las escaleras, selena, quien es la mano derecha del Rey y muy cercana a ella, se dirigía como siempre a su habitación para recitarle sus actividades para realizar en el día.

—Disculpe, princesa— Dice tocando la puerta de su habitación.

Meli se dirigió hacia su tocador mientras permitía que selena entrase. 

—Puedes pasar, Selena.— accedió mientras se cepillaba el cabello. 

Selena procedía a entrar mientras sonreía al sentir el aroma tan único de la  habitación, puesto a que le trae recuerdos de cuando Meli tenía tan solo 9 años.

—Buen día, su alteza—saludó con su respetable reverencia—Sus padres me han enviado, la esperan para desayunar.

Mencionó estando detrás de ella, Meli se terminaba de cepillar mientras se miraba en el espejo y procedió a levantarse y estar frente a Selena.

—Enterada— colocó sus manos sobre su vientre entrelazando sus dedos— seguramente querrán hablar de mi compromiso.

Comentó con un suspiro al final. 

—¿Está usted comprometida?— preguntó Selena quien se emocionó y a la vez colocó su mano sobre sus labios, porque supo que fue inapropiado. 

Meli sonrió al ver su reacción, siempre reaccionaba como si la fuesen a mandar a ejecutar. 

—No,—respondió amable— pero pronto lo estaré, además he estado evitando ese tema desde mi último cumpleaños. 

Selena sonrió porque sabe que es verdad. La última vez cambió el tema a lo delicioso que había sido el almuerzo. 

—¿Le preocupa?— preguntó Selena.

Meli se había dirigido a la sala de vestidos para poder cambiarse mientras le respondía.

—¿Casarme con un desconocido? ya no me preocupa, sé que pronto pasará, tampoco debo negarme ya que no fui educada como tal. 

—Entiendo, usted como siempre admirable. 

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