Capítulo XXII

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Algo iba mal.

Encontrar a el barón Charles fuera del castillo sin algún otra alma cerca hacía cuestionar a la princesa, retrocedió un par de pasos y se vió obligada a entrecerrar los ojos para poder distinguir si no se había equivocado de persona puesto que la luz de la luna no dejaba ver bien al gran sujeto.

—¿Va a alguna parte?— continuó el barón.

Precavida retrocedió un paso más, ya que el barón se le acercaba sigilosamente.

—La fiesta es ahí adentro, ¿Qué hace usted aquí?

Debidamente no le respondió, nadie de la realeza tiene la obligación de justificar sus acciones.

El barón soltó una pequeña risa, miró a su alrededor y luego a la princesa.

—Primeramente, necesito que me acompañe.

En realidad, fue forzada a ir. En unos segundos ya la estaba arrastrando, la tomó del brazo sin medir su fuerza.

Meli sin duda alguna trató de retirar su brazo pero los intentos fueron fallidos, pidió ayuda pero nadie estaba cerca.

Avanzando unos cuantos metros se encontró de lejos a una figura conocida junto a un carruaje.

—¡Phillip! ¿Has visto lo que acaba de hacer?

Indignada, le dijo mientras frenaba el barón de golpe haciendo que Meli tropiece.

Phillip la miró y caminó a su alrededor para después frenar al lado del barón Charles.

—Por supuesto—respondió al fin—, le he dicho que no usara mucha fuerza.

Para su gran sorpresa, ella comprendió que él la había traicionado.

Con voz ahogada pudo al fin decir:

—¿Qué significa esto?

Otra figura decidió aparecer por detrás de ella, bajando del carruaje.

Tres contra uno es injusto.

—Esto, mi querida princesa...

Dijo, llamando su atención y dándose la media vuelta.

—Es tu fin.

Un golpe seco la dejó inconsciente.


Mientras tanto en el castillo...


¿Crees que ella tarde aún más?

Le pregunta Briggitte a su hermano Leonard, ya que han excusado a Meli demasiadas veces y con más razón, ella es la anfitriona.

—Rezo a los cielos por que no sea así. He tenido que mentirle a la reina Hyacinth tres veces.

Leonard se empieza a sumergir en desesperación, mirando a las afueras del castillo para ver si encuentra a su amiga.

Alguien toca un par de veces el hombro de Briggitte, quien también se había unido a la búsqueda visual con su hermano.

—Disculpen, ¿Han visto a Meli? Me ha dicho que la viera en el jardín real pero no estaba ahí.

Briggitte se exaltó al ver a su lado al pelinegro, nuevamente lo miró por unos segundos más y luego miró a su hermano.

—Leonard, ¿Quién te mandó por Meli hace un rato?

Cuestionó preocupada.

—El príncipe Phillip, ¿Por qué?

Claro, Leonard no sabía del encuentro de los enamorados así que el era el más tranquilo ahí.

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