Capítulo IX

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—Es un día muy nublado, ¿Seguro no lloverá?

Oliver negó por tercera vez. Ambos se encontraban en las calles de matize caminando y explorando sus alrededores al día siguiente de su alojamiento en el hotel cinco estrellas. Oliver se sintió mal al dejarla sola ese día así que a primera hora de la mañana le insistió en salir, aunque, para ser sinceros, la insistencia no fue mucha.

Una cafetería muy recomendada quedaba cerca, por fortuna, tomaron su tiempo para llegar ahí ya que no había prisa alguna, eso si Oliver no es llamado por el rey o que siempre sí lloviera.

—En verdad espero que se mantenga el día así. Es agradable, hicimos bien en ponernos las capas.

Aunque el clima era agradable sin tanto sol, el aire era fresco para andar con vestidos un tanto descubiertos que, casualmente ese día Meli portaba. Oliver la miró por encima del pecho porque un brillo así lo quiso, entrecerró los ojos para poder ver bien sin morbo alguno.

—Decidiste usar el collar, ¿Por qué?

Ella lo miró y empuñó el dije que trae colgado, sus pasos se hicieron un poco más vacilantes.

—No veo el problema, además—pausó—; un collar así debe lucirse ¿No crees?

Él asintió con gusto, le agradaba ver a Meli sonriendo, aunque esta sonrisa fue algo tímida, pero es algo.

Su paseo tardó alrededor de siete horas, bastante para ser el primer día ¿No es así?

El reino matize gozaba de muchas plazas tanto de entretenimiento como comercial, hermosos parques, restaurantes que aromatizaban las calles hasta la destacada zona de esculturas en dónde se pasaron parte de sus horas admirando.

Hicieron bastantes compras, ropas, accesorios, zapatos, sombreros, boinas, artículos de recuerdo, inclusive una linda planta que traía consigo un jarrón con forma de un tronco de madera con búhos tallados en ella.

Después de ese excelente día iban camino al hotel cuando pasaron sobre una enorme ventana de cristal que formaba parte de una librería. Meli desenfocó de su reflejo a el libro que estaba en el estante detrás del cristal porque ese libro era todo lo que esperaba encontrar.

—Detente, necesito entrar— ordenó, alando del brazo a Oliver quien se detuvo al instante virando a donde ella.

—"Sol y luna"—leyó— ¿Por qué habría un libro de este collar?

Interrogó Oliver a nadie en específico, Meli no se esperó y entró pidiendo con urgencia un poco disimulada ese libro. Por instinto se cubrió por dónde posaba el collar, la podrían culpar de ladrona, no más faltaba.

—¿Quieres que compre el libro?— ofreció Oliver, al instante en el que sacaba su billetera.

La bibliotecaria le ofreció el libro a Meli, esta leyó la parte posterior de la pasta y luego el delantero.

—No hace falta, solo quiero leer un poco para saber si es necesario comprarla.

Agitó la mano que tenía libre indicando que guardara su billetera, Oliver hizo caso y entonces se acercó un poco más a ella para también leer.

—¿Señor Oliver Harper?

Ambos se vieron en la obligación de mirar a aquel señor que estaba de pie a un costado de ellos.

—¿Señor Théo? Es un gusto volver a verlo.

Théo se quitó el sombrero para saludar a Oliver y a la dama que estaba a su lado.

—El gusto es mío.

El elegante señor miró a Meli unos segundos y después a Oliver, esperando a que sean presentados.

—Señor Théo, ella es la señorita Melissa Harper, mi hermana menor.

Meli saluda sonriente. Se sentía rara al ser presentada por "Melissa" pero nadie en el mundo se presenta solo con un pedazo del nombre que recuerden, tal vez ni sea su nombre.

—Ya veo el parecido— dijo sarcástico.

—Meli, él es el encargado de que estemos aquí.

Le dijo Oliver, a lo que ella no sabría con exactitud qué responder más que con su sonrisa de siempre acompañado de un "Gracias por su apoyo". Tal vez eso no sea apropiado pero, qué más podría decir.

Théo se fijó en el destello que soltaba el collar, ¿Cómo podría tener eso puesto? Phillip se irá de cabeza al saber.

—Es un collar peculiar, señorita Melissa. No sabía que vendían réplicas del collar que está en ese libro.

Ella miró de nuevo la pasta delantera dónde estaba el collar plasmado, luego miró al señor.

—Es muy observador, señor Théo.
—Sólo observó las cosas valiosas — respondió.

Después de un pequeño silencio el señor Théo procedió.

—Señor Oliver, si me permite— ladeó la cabeza indicando hablar afuera del lugar.

—Desde luego—Respondió-, Meli, estaré en la puerta por si me necesitas.

Ella asintió sin mirarlos, ya que estaba leyendo el libro.

Sus ojos se deslizaban de izquierda a derecha leyendo cada línea en forma de zic-zag.

Leyó, leyó y leyó. No recordaba cuándo fue la última vez que un libro le interesó tanto al punto de querer acabarlo en menos de una hora, si acaso media.

¿Princesa? ¿Kalon? ¿Desaparecida hace dos años? Un misterio para los reyes… el collar fue hecho exclusivamente para…

Su mente repetía en cuestión todo lo que sus ojos captaron, justo cuando daría la vuelta a la página para ver el retrato de la princesa perdida, dueña del collar, la interrumpieron.

—Veo que tiene buenos gustos, ¿Le gustaría llevárselo?— preguntó la bibliotecaria amablemente.

—Es muy interesante, claro que me lo llevaré.

Sí estaba dispuesta a llevárselo, el libro tenía en total más de doscientas páginas y además, su diseño es de muy buen gusto.

—Usted es la segunda persona que está muy interesada en ese libro, la primera persona venía mucho a preguntar por ello, pero el libro aún no había llegado a esta biblioteca.

—Debe ser un amante de las joyas, ¿Acaso también era una dama? Me sorprendería si no.

—De hecho no—, negó—. Un distinguido varón, siempre viste trajes oscuros y le gusta mantener su rostro cubierto.

Meli había escuchado eso… de la enfermera.

—Acá entre nos— se acercó a Meli para susurrarle—, ese hombre dice ser amante de joyas pero no porta ninguna… además, es conocido por tener encuentros con el prometido de la princesa perdida— prosigue a susurrar aún más bajo:— dicen, que ese príncipe fue el encargado de desaparecerla.

Meli fue uniendo las piezas de poco en poco, todo coincidía perfectamente.

—¿Usted sabe quién es ese hombre?

La respuesta de la bibliotecaria decidía si Meli respira o no, la tensión era demasiada para ella.

—No a ciencia cierta pero, todos saben que esa persona trabaja para este reino y en especial para el rey Cessaire.

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