-Me echaste un susto de puta madre- dije con un tono fuerte.
-Toque como tres veces la bocina y como no saliste, decidí entrar.
Mi amiga, había entrado a casa y decidió ir a mi habitación, sin hacer ruido y pegar un grito para que me sobresalte.
-Vale, pero me eh cagado hasta las patas- dije con mis ojos bien abiertos y con el corazón casi saliendo por mi boca.
-Hubieras visto tu cara de asustada- habló riéndose a carcajadas.
Seguidamente, preparamos un jugo con unas galletas y nos pusimos a charlar toda la tarde. Sin darme cuenta la hora se había ido volando y me estaba vistiendo para ir a ensayo.
A las 18:00 pm, ya me encontraba en la orquesta, al llegar, saque el chelo de su estuche, lo afine y me senté al lado de mi compañera de atril. Oficialmente empezó el ensayo.
Dos horas más tarde me encontraba yendo a casa con mi madre, que había pasado a recogerme.
Mi madre no era una mujer muy alta, su piel era color canela, tenia ojos negros con una mirada profunda, una sonrisa que enamoraba a cualquiera, era simpática, pero también tenía un carácter bastante fuerte, lo cual, hacia que choquen con el de mi padrastro, y a veces eso llevaba a situaciones bastantes desagradable.
-Hija, ¿que tal estuvo la orquesta hoy?- me pregunto con una voz calmada mientras sonaba Mientes Tan Bien de Sin Bandera.
-Bien, nos dieron partes nuevas, al ver la armadura de clave mi ojito casi salió de su lugar, ¡tenía cuatro sostenidos mamá!, no sabes lo que fue eso. Con Eloy nos matábamos de risa porque ninguna afinaba- comenté emocionada y hablando más rápido lo normal.
-Me estás hablando en chino, pero por tu emoción parece que es bueno.
Continuamos interactuando durante el camino a casa. En varias ocasiones quise decirle a mi mama sobre la propuesta que me había dicho Aron, pero mi cobardía no me lo permitió.
Cuando llegué a casa, fui directo a darme una ducha para luego recostarme en la cama y ver una peli o serie, aun no tenía decidido que mirar.
Al salir del baño una notificación cae en mi celular.
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¿Que hubiera pasado si...?
RomanceÉl era esa clase de amores que nunca llegan a ser más que en sueños, ya sabes, esos de palabras bonitas, deseo ligero y que te mira como si fueras magia, de esos que luego se llenan de tristezas y hojas secas. Uno de esos que se recuerdan como: ¿Qu...