Capitulo 9.

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- Hey, rulitos- comentó el extraño que me había chocado hace horas atrás

Porque cojones me decía rulitos, quien se creía que era para ponerme apodos y porque me gustaba como me lo decia.

- Oye, necesito tu ayuda- contesté repentinamente mientras me pellizcaba la oreja sintiéndome avergonzada.

- Vaya, primero me insultas y ahora me pides ¿Ayuda?- habló irónicamente- nunca vi una chica tan bipolar- dijo soltando una risita sarcástica. Quería mandarlo al carajo, pero teníamos mucho miedo de volver solas, y más con aquel hombre que nos seguía, y aún estaba observándonos desde la esquina.

- Vale, tienes razón, y perdón por eso- contesté mientras miraba hacia mi amiga que se encontraba sentada en una mesa- no fue la mejor primera impresión.

- Está bien rulos, ¿Qué quieres?- preguntó dando una sonrisa de boca cerrada y mostrando arrogancia.

- Hay un hombre que nos está siguiendo, hace unas cuadras viene detrás de nostras y ahora está parado ahí en la esquina observándonos- miré disimuladamente hacia donde se encontraba aquel viejo.

- ¿Y quieres que nosotros- señalo a su amigo que se encontraba a espaldas de él- las acompañemos?

- Si, eso quiero- afirmé sin titubear

- Está bien, pero con una condición- dijo, quitándose la capucha y guiñando un ojo- que me pases tu número.

¡¿Pero que mierda le pasaba a este idiota, tan arrogante tenía que ser, que le hacía pensar que le daría mi número?! Pero, pensé en la situación que nos encontrabamos con Eda.

- Bien, te lo daré- contesté con una mirada asesina.

Me retiré y fui hacia donde estaba mi amiga a decirle que habían aceptado acompañarnos. Mire hacia donde se encontraban los chicos y no pude evitar apreciar la belleza del chico con ojos de distintos colores. Media 1,90 aproximadamente, su piel era blanca pero se notaba que estaba bronceado por el sol, su cabello negro azabache, su rostro estaba perfectamente perfilado y en su nariz tenía un pircieng de argolla, lo que hacía que resaltará mas los rasgos de su rostro, su cuello era lo suficientemente largo y ancho, hacia perfecta combinación con su estado físico, ya que se notaba que hacia ejercicio, y en su cuello llevaba una cadenita con dije de una cruz. Fui bajando la mirada hasta llegar a sus manos, eran grandes y se podían notar sus venas, sus dedos eran largos y llevaba anillos puestos, en la mano derecha tenia uno en el pulgar y otro en el mayor. Su amigo sin embargo era rubio, con ojos marrones, era un poco más bajo que el de ojos de colores distintos, estaba muy bien físicamente, tenía una sonrisa encantadora, su cara era de formato rectangular, llevaba una musculosa con la cual se podía notar que tenía el brazo izquierdo todo tatuado.

- Damne, vamos, los chicos nos están haciendo seña- la voz de Eda me trajo de mis pensamientos. Me levante de la silla y fuimos hacia donde estaban los chicos.

Salimos del local los cuatro juntos, ellos detras de nosotras. El morocho y el rubio iban hablando del partido de vóley, sobre saques y como armar jugadas, cosas que con Eda no entendíamos nada, y nostras íbamos hablando de la locura que pasamos esa noche, de que no había podido conocer a mí asesino, mi Mateo, que a último momento me acobardé, no podía dejar de pensar: ¿será que pensó que lo deje plantado?, ¿y si piensa que no quería conocerlo?, mil pensamientos y preguntas me invadieron la mente. Al fin a cabo, al llegar a casa pondría a cargar el celular y me comunicaría con él y le contaría lo ocurrido.

En un momento me gire hacia atrás para observar si el hombre ya no nos seguía, pero me tope con con la mirada del chico con ojos diferentes que me dió una sonrisa de lado y yo se la devolví con una de boca cerrada.

- Tranquila rulos, ya nadie las sigue- hablo con calma- a excepción de nosotros dos- soltó una risa pequeña y aguda. Le mire poniendo mis ojos en blanco.

Al pasar los minutos se comenzó a escuchar las sirenas de la policía, pero no le di mucha importancia.

Un instante después ya estábamos a dos cuadras de casa, así que en ese momento hablé.

- Chicos, gracias por acompañarnos, acá nos quedamos nosotras- dije, mientras daba una sonrisa de boca cerrada.

- Nada de gracias rulitos, habíamos acordado algo- agregó mientras caminaba hacia mi.

¡Oh mierda! No se había olvidado de eso.

- Suerte con eso- comente dando un paso hacia atrás y tirando a Eda del brazo, para así tomar camino a casa. Ella no había dejado de mirar al rubio en todo el camino.

- Al menos dime tu nombre- grita el morocho. Me di la vuelta y le mostré el dedo del medio de mi mano mientras mostraba la lengua, pude escuchar como su amigo se reía.

Aun no procesaba lo que había pasado esa noche, cuando Eda abre la boca para hablar.

- Que carajos, fue eso de ahí- comentó sorprendida, mientras se reía.

- Ni yo lo sé, pero espero no volver a verlo nunca- intervine.

- Como digas, pero yo si quiero volver a ver al rubio- añadió, y vi como sus mejillas se comenzaban a ruborizar, y comencé a reírme de aquello. Sin duda las risas duraron poco, hasta que algo nos deja en shock. No podía creer lo que estaba viendo.

¿Que hubiera pasado si...?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora