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LEAH Y LEXIE BAJARON DEL AUTO DESPUÉS DE QUE LA MAYOR ESTACIONARA FRENTE A SU CASA

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LEAH Y LEXIE BAJARON DEL AUTO DESPUÉS DE QUE LA MAYOR ESTACIONARA FRENTE A SU CASA.

Ambas pararon en seco al ver a Derek esperando a Leah.

—Entra, Lexie. Y no importa que escuches, no salgas, ¿te quedó claro? —le susurró Leah a su hermana.

Lexie la miró asustada, pero Leah solo le dio un empujón para que hiciera lo que le decía, sin despegar su mirada de Derek.

—¿Donde estuviste? —le espetó Derek, apenas Lexie entró a su casa.

—Con mi hermana.

—Te mandé a cambiarte, no a pasar tiempo de calidad en familia.

—Lo lamento, Derek —el mencionado suspiró. Parecía que iba a calmarse.

Tal vez debió callarse ahi. Pero no lo hizo...

—... Pero yo no tengo porque pedirte permiso para pasar tiempo con alguien, mucho menos si es mi hermana. Yo hago lo que se me da la gana.

Era de noche, así que nadie lo vió.

Derek se acercó, furioso. La tomó del cuello y la estampó contra el auto.

Leah soltó un grito ahogado.

—¿Quien carajos te crees para hablarme así? ¿Crees que puedes hablarme como se te da la gana? Tal vez con todos seas una perra, pero conmigo no —le decía entre dientes, mientras la pelinegra lloraba—. Me tuviste como estúpido esperándote, y en lugar de agradecérmelo y disculparte, ¿me dices eso? —su voz se rompió—. Es que no es justo, Leah. No es justo como me tratas ni como me haces sentir.

Comenzó a llorar con su cabeza escondida en el cuello de Leah, y soltó su agarre. La respiración de la chica estaba agitada, pero aún así lo abrazo.

Leah no emitió ningún sollozo, pero las lágrimas corrían por sus mejillas.

—Lo siento. Lo lamento mucho, en serio.

Derek la abrazó de vuelta sin dejar de llorar.

ℒ𝑒𝒶𝒽

A la mañana siguiente, Leah despertó horas antes para poder cubrirse las marcas en su cuello.

Aun así, para el funeral, optó por algo que las cubriera.

Se dejó el cabello suelto y, como ese día no vería a Derek, no se lo planchó, por lo que sus ondas eran completamente visibles.

ℒ𝑒𝒶𝒽

Todos estaban en el funeral, escuchando las palabras del padre.

—"No temas, porque yo estoy contigo. No te inquietes, porque yo soy tu Dios. Yo te fortalezco. Si, yo te ayudo. Yo te sostengo con mi diestra victoriosa" —recitaba—. En momentos como este, nos cuestionamos nuestra fe. ¿Como, si es verdaderamente benévolo, pudo Dios quitarnos a alguien tan joven e inocente? Sería fácil alejarnos de él, pero debemos recordar que nada, ni siquiera esta tragedia, puede distanciarnos de su amor. Hoy venimos a buscar consuelo en la verdad de la Biblia y a apoyar a Will y su familia...

𝐃𝐄𝐋𝐈𝐂𝐀𝐓𝐄//𝐒𝐓𝐄𝐕𝐄 𝐇𝐀𝐑𝐑𝐈𝐍𝐆𝐓𝐎𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora