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NAILEA LLEVABA EL CABELLO RECOGIDO EN UN MOÑO

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NAILEA LLEVABA EL CABELLO RECOGIDO EN UN MOÑO. YA NO HABÍA MAS CABELLO PLANCHADO, NI COLORES PASTELES. SOLOS ONDAS NATURALES Y EL COLOR NEGRO PREDOMINANDO EN SU ROPA.

Después de dejar a Lexie en la escuela, se dirigió a la de ella. Bajó del auto, captando, nuevamente, las miradas de todos de inmediato. Solo que esta vez era un poco diferente. Esta vez, en serio había personas que la odiaban. Esto bajo la excusa de que habia mentido sobre el abuso físico (psicológico y emocional) de parte de Derek para "vengarse" de él. Ya saben, la típica historia de la ex psicótica.

Era una mierda, si.

Pero a Nailea le importaban una mierda las personas.

Al bajar, se acercó al auto de Steve y tocó el capo para hacer que él y Nancy, que se estaban besando, se separaran.

Los dos la miraron con cara de "¿en serio?". Ella sonrió y los saludó inocentemente con la mano.

Sus amigos bajaron y se acercaron a ella.

Apretaba su carpeta negra contra su pecho.

—Hola, hola —los saludó la pelinegra con una sonrisa coqueta, característica de ella—. A que soy la persona que mas se morian por ver.

—Siempre, Nai —le aseguró Nancy, con una sonrisa divertida.

Nailea rió un poco.

Sin embargo, el reencuentro se vio interrumpido cuando escucharon el motor de un auto. Se estacionó, y una chica pelirroja como de la edad de Lexie (que después se fue en su patineta) bajó de el, al igual que un chico rubio, que robó la mayoría de las miradas.

Fumaba un cigarrillo, y miraba a todos como si fueran inferiores a él.

—¿Que carajos con esa mirada de superioridad? —susurró Steve.

—Lo se —le respondió Nailea—. ¿Será mi alma gemela?

Nancy soltó una risa y Steve la miró mal.

—No, pero ya en serio, ¿quien es ese? —musitó Nailea—. Los jeans le quedan muy bien —murmuró.

Los otros dos la miraron con el ceño fruncido.

—Y como camina... es mi version masculina. Solo que mas prepotente.

Como si pudiera sentir la mirada de la pelinegra, el rubio volteó. Ambos hicieron contacto visual y se dirigieron miradas que parecían insinuar algo más que una simple amistad. Se miraron de arriba a abajo mutuamente y se volvieron a mirar a los ojos.

Se sonrieron con sorna, como si una competencia de quien fuera a caer primero, acabara de empezar.

El rubio se dio la vuelta, y continuó su camino.

—La escuela es increíble, ¿no creen? —les dijo Nailea a sus dos amigos, para después comenzar a caminar hacia el edificio.

𝒩𝒶𝒾𝓁𝑒𝒶

𝐃𝐄𝐋𝐈𝐂𝐀𝐓𝐄//𝐒𝐓𝐄𝐕𝐄 𝐇𝐀𝐑𝐑𝐈𝐍𝐆𝐓𝐎𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora