Juraba, que tal vez, esa había sido la única ocasión en la que había odiado de verdad el calor del verano. La viscosidad de algo con lo que nunca tuvo que lidiar en publico, atormento por completo su mente durante el resto del día. No hablaba precisamente del agua derramada sobre si misma que ya comenzaba a incomodarle.
Siempre deseo estar en la posición de los demás, ayudando y siendo necesitada, no importaba que las tareas parecieran demasiado pesadas para ella. Ahora, lamentaba cada vez mas el haber seguido a Camilo hasta donde se encontraba su madre, lista para acomodarla a su disposición. Cada paso que daba, era un fino roce que le recordaba de donde había venido justo apenas, una sensación culposa y mortífera que no la dejaba en paz, peor aun siendo esta a medias. No sabia si su primo era un completo despistado o simplemente prefirió no preguntar, pero, que su madre si lo haya hecho, planto un pensamiento preocupado en su cabeza. Claro que no estaba orgullosa de lo que había pasado con su tío, pero su cuerpo y ella mentirían si rememorar aquello no la dejaban igual que el día, ¿Acaso había desarrollado los poderes de su tía Pepa?
¿Por qué siempre le tocaba enfrentar las situaciones complicadas?
Las dudas que ni ella sabia bien como responder, se las debió al cambio climático y al accidente del agua derramada. Ahora mas tarde, después de un día agónico que esperaba no repetir (o por lo menos si, pero omitiendo algunas partes), se preparaban para tener una amena y casual cena familiar, igual que todos los días, justo como todos los días.
Solo que hoy, no había sido como todos los días.
Lo había prometido, no iba a presionar al pobre hombre que se veía al borde de un ataque de pánico a que le diera respuestas inmediatas, menos de una situación tan...inusual. Pero, ¿Que mas podía hacer?, cuando todo en ella delataba no solo que las requería, si no que esperaba que estas vinieran acompañadas de una actuación idéntica a la vivida justo esa mañana. Esperaba que esa cena en familia, pudiera hacerla recordar, hacerla desear y añorar aquellos días donde solo eran una familia muy única y unida, aquellos donde no deseaba mas que las risas y las historias divertidas abundaran entre todos, aquellos donde las sobrinas no se besaban a escondidas con sus tíos.
Tal vez si lo oraba, esto funcionaria. Tal vez si era devota y se confesaba, sus pecados serian perdonados, ella volvería a la normalidad y tanto el señor como su pobre tío, perdonarían su falta de prudencia y escrupulosidad. Pero esto era una vil mentira, y ella lo supo, lo supo en el momento en que lo vio cruzar el umbral del comedor, aquel maldito momento en que al unir miradas una vez mas, entendió que ni aunque se pelara las rodillas rezando todas las plegarias que conocía, se arrancaría aquel sentimiento, aquella vibración que sacudió su cuerpo ante el recuerdo de lo prohibido implantado sobre su piel. Y el era igual, era exactamente igual y eso, le constó sin ninguna duda.
Que así sea
-0-
-Ah, Brunito, me alegra que nos acompañes, ven siéntate- mientras su mirada era devorada por una depredadora de ojos de ensueño, la voz de su madre lo hizo reaccionar. Desviando la mirada, se acerco en su típica pose nerviosa, hasta quedar en la silla vacía reservada para el, al lado izquierdo de su madre y justo frente a su perdición.
-Espera, te serviré un plato- Julieta había hecho el ademan de pararse dispuesta a realizar su labor de diario al alimentar a cada miembro de la familia, sin embargo fue detenida.
-No te preocupes mamá, yo lo hago- una carita inocente le dedicaba a su madre una actitud comprometida, solo era una chica dulce que buscaba ayudar. Así parecía retratarse, pero el sabia que nada mas lejos de la verdad, ¿Qué se traía entre manos?
-Gracias, corazón- mientras la mujer mayor tomaba nuevamente su cuchara y dejaba todo en manos de su hija, el se dedico a perseguirla con la mirada, sobre todo ensimismado de aquel movimiento sutil de caderas que se denotaba gracias al pantalón que hacia resaltar mas su trasero. Cuando la vio desaparecer por la cocina lista para acatar lo dicho, pudo regañarse mentalmente por fin. ¿Qué estaba haciendo justo delante de su hermana?, se sentía la peor escoria del universo y lo peor es que el sentimiento de calor que le causaba el solo hecho de no poder olvidar de ninguna forma lo que ambos habían hecho, lo que EL había hecho, era igual o peor al no querer siquiera hacerlo.
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Por el calor de verano
RomanceEl calor de verano saca sentimientos a flor de piel. Cuando Mirabel y Bruno sean víctimas de esto, tendrán solo dos opciones para un descuido demasiado "placentero", afrontarlo o huir. La resolución dependera enteramente de ellos ...