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Se movió entre las mesas de the Langham con dominio de sus pasos, sonrió ha aquel viejo matrimonio que cumplían su rutina mensual de ir a cenar allí y disfrutar del nuevo vino que Tonny abría especialmente para ellos. Disfrutaba de contarles de donde provenía, la cepa, la especialidad de su profesión. Sonrió discretamente cuando notó nuevamente el tono oscuro, el cabello sin peinar, la chaqueta oscura y las manos enguantadas de aquel hombre en su restaurant.

Frunció el ceño, se disculpó con el matrimonio Willinsthon y habló con el garzón que había tomado su pedido – Pidió el menú de degustación, señor – asintió dejando que el chico llevara la comanda a la cocina, acomodó su corbata tomando una bocanada de aire, decidió a ir a ver dicha mesa cuando Kaitlin se acercó a su lado "verifiqué y ese joven tiene una correcta reserva, pero hoy a sido pagada por un desconocido"

Frunció el ceño, esto tenia un tinte extraño, no es que fuera mirando mal a cada persona que no vistiera de etiqueta, pero aquel chico quien miraba confundido los juegos de tenedores en la mesa, le parecía... raro. Acompañó al garzon que llevaba las degustaciones hasta la mesa, escuchó el "gracias" y se quedó a un lado – Buenas noches señor Barnes. – el muchacho pareció balbucear y sonrió para responder un "hola" – nuevamente por acá, ¿fue de su agrado la cena de la noche anterior?"

-Si... aunque no entendí nada de lo que salía en el menú – el muchacho sonrió y miró las degustaciones frente suyo - y creo que de acá tampoco entiendo mucho

-Lo imagino... ¿me permite una consulta? – el chico asintió - ¿Cómo logró una reserva a la semana sin problema?, ¿Es Barnes su apellido?

-Vaya, no pensé que mi apellido fuera tan raro, la chica de la entrada también me preguntó muy asombrada como consigo una mesa– sonrió y le invitó a la silla frente suyo, Tonny permaneció de pie, como si esperara algún comentario mas – La verdad es que alguien me consigue la mesa y da mi nombre, no es algo que entienda mucho pero considerando que es una buena cena... - sonrió y volvió a ofrecer la silla frente suyo, el Ingles se negó - ¿no es muy común ver personas poco refinadas de forma frecuente?

-Disculpe, no entiendo a que se refiere

-Oh, es que he notado como ve mi ropa – el chico con curiosidad sacó una hoja de aquel plato con salsa, la probó y volvió a ofrecer el asiento frente suyo - ... ¿es marisco?

-Salsa de ostras, y sobre lo dicho hacía un momento

-Oh eso, si – tomó de su vaso de agua – se que este lugar es caro, yo no comería acá si tuviera que pagar lo que cuesta solamente un vaso de agua, pero como le mencionaba, alguien hace la reserva por mi y aprovecho ese gesto, no soy bueno para usar trajes, me sugirió que me pusiera uno pero no entendí la necesidad para una simple cena, ahora entiendo el por qué – extendió el tenedor tomando un corte de carne, lo pasó por una especie de salsa roja que probó – Oh... esto lo reconozco sin problema, es salmón y salsa de arándanos.

Tonny suspiro – Extiendo mis disculpas, nuestro restaurant no ha querido jamás hacerlo sentir incomodo

-Oh, tranquilo, se que no querían eso – el chico bebió una vez mas del agua – oye... - tomó una servilleta y se limpio la boca, se acomodó en el asiento acomodándose la chaqueta antes de verle - ¿a que hora cierra el restaurant?, es decir... ¿te puedo invitar después una cerveza o ... quizás una salida?

Tonny pestañó ante sus palabras, puso sus manos tras su espalda y lo observó con atención, consideraba que esto cada vez era mas extrañó y el chico frente suyo, que se notaba algo ansioso pero atento a su respuesta, no parecía cambiar o mejorar el rumbo de las cosas – Lo siento, pero no acepto invitaciones, solicitaré que le envíen una botella como cortesía de la casa

-Oh... no puedo beber, ando en mi motocicleta ... ¿Entonces es un no?

-En efecto, espero tenga una buena velada señor, como mencioné el vino será cortecía de nuestro restaurant

-Creo que vendré la próxima semana también – el chico se subió de hombros – no se hasta cuando me reservaran siempre la mesa, pero quizás un día de estos podríamos conversar algo mas que de comida, quizás podamos ser amigos, en verdad es una invitación sin malas intenciones.

Tonny suspiró, se giró y se fue hasta el primer garzon que encontró en su camino, le pidió traer un Sauvignon Blanc que estuviera cerrado, ponerlo en una caja de madera de regalo y atarlo con una cinta azul, no rojo, no verde, no negra, azul y hacer entregar a la mesa de aquel chico en cuanto terminara con el menú de degustación.

Sus pasos siguieron hasta el cuaderno de registros y decidió que comenzaría una búsqueda de quien podría ser el que reservara las mesas para ese chico, ¿sería quizás alguien que lo quería incomodar?, esa invitación había sido demasiado pronta y extraña, ¿sería una broma de alguien?, algunos en el medio conocían de su nombre, aunque no de sus gustos y orientaciones que había procurado siempre mantener en su vida muy privada, segura.

Buscó y buscó hasta que dio al menos con el nombre de la tarjeta de la cual se hacían los cargos por cada cena.

La Doctora Rosshilde, su terapeuta.

Tomó su teléfono celular y marcó a su numero, pronto la respuesta se escuchó en forma de saludo acompañado de un "es inusual que me llames a esta hora"

-¿Podría explicarme porque envia a un chico de apellido Barnes a mi restaurant para invitarme a salir?, creo que...?

-Oh Tonny, tranquilo – esas palabras tuvieron el efecto contrario – es solo un método de terapia nuevo que estoy probando, espero que descanses Tonny – El mitré fue a responder cuando la llamada se cortó, dejándolo con muchas mas dudas que respuestas.

Una mesa reservadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora