Pasó sus dedos por su nariz, por sus ojos, suspiró y se apoyó en la biblioteca de botellas que sonó levemente al sentir el peso adicional contra sus vidrios con licor. Se preguntó como es que todo había terminado en un pésimo día, en tan solo un poco mas de 24 horas había sentido que el mundo lo había sacudido, mirado, apuntado y condenado solo por decir lo que sentía, lo que tenía atorado en su garganta y en su pecho.
Adams siempre supo de sus sentimientos, ¿Por qué entonces este actuar?, quizás la terapeuta lo había expresado mal, quizás ahora Adams sentía que se debía mas que solo el nombre del hotel y restaurant, quizás se sintiera obligado y comprometido a responderle, como si estuviera en deuda, otra deuda mas a las espaldas del chef.
Suspiró cansado, de tanto pensar, de tanto buscar tener el control y de la perfección que ahora sentía que estaba lejos de poder tener.
Avisó que se retiraría, su cabeza no podía con mas y cuando puso un pie fuera del restaurant supo que era una pésima idea: el suelo húmedo, la lluvia que amenazaba con ser mas fuerte, trato de recordar donde estaba su abrigo y paraguas, evitaría pasar por donde estuvieran Adams y Helene cuando una luz lo encandiló.
-Hola... ¿necesitas un aventón? – frunció el ceño, la luz se apagó y vio a quien se sacaba el casco, era ese chico, Barnes, quien sonreía mirándole – No te vi dentro hoy, a propósito, no sé qué le sucedió hoy a la salsa, pero sabía extraña... ¿cambiaron al chef?
-Hoy no vino, tenía un compromiso – suspiró – y no, no necesito un aventón, tomaré un taxi
- ¿Seguro?... oye si estás libre, ¿te puedo invitar algo?, hay una cafetería cerca, hay una deliciosa tarta dulce
Resopló molesto, no, no era un buen día en ningún sentido, en ninguna forma ese día podría terminar mal y aun así, parecía que todo estaba en el punto de seguirle apuntando y amenazarse con derrumbar su perfecto castillo de naipes hecho... para otros.
-No, no necesito un aventón, no necesito un maldito café con tarta ni necesito un taxi, sabes que, caminaré – se giró y comenzó a dar sus pasos, sintió la lluvia en sus hombros, su orgullo era alto, apresuraría para poder llegar a la siguiente avenida
-¡Oye, espera! – ignoró sabiendo que era aquel chico – en serio, espera, no puedes enfermarte, tu eres irremplazable – apretó sus puños, queria contestar a ello pero se concentró en caminar, pronto, sintió un peso extra en sus hombros – ¡Rápido, sube!, ¡Esta lluvia no mejorara, anda, es solo una ayuda! – Lo observó, sabía que sobre su cabeza estaba su chaqueta de cuero, lo sabia porque ahora el polo del otro comenzaba a empaparse del agua – ¡sube, ven vamos! – se mordió la mejilla por dentro pero finalmente aceptó, miró con desconfianza la motocicleta, pero terminó acomodándose en esta, poniéndose bien la prenda, notando que le quedaba una o dos tallas mas grandes pero que cubrían lo suficiente para afirmarse de los costados húmedos de aquel polo que ahora escurría agua.
Calles, lluvia, velocidad y una detención que no supo donde era, Sintió como lo tomaban del brazo y siguió los pasos hasta comprender que entraba a un departamento que no era le suyo, un lugar alejado de su habitación de hotel que usaba un par de días a la semana, de sus prendas, de sus trajes y camisas. Consideró que fuera una pésima idea estar allí, en el hogar de un desconocido con una lluvia tremenda afuera, una suma de malas decisiones.
-Ten, quizás esto te pueda ayudar – observó al otro regresar con algunas prendas – no te traje ropa interior pero acá hay un pijama cómodo, está nuevo, me lo regalaron y nunca lo use, acá hay unas medias comodas, el baño está por allá – le indico una puerta – yo prepararé algo caliente para evitar un resfrio.
Pestañó, sentía el agua correr por su nuca, su cabello desordenado por el peso de la lluvia. Se encaminó hasta el cuarto de baño, con cuidado se despojó de todas sus prendas, se duchó una ducha caliente y se secó, se puso ese dichoso pijama. Se observó en el espejo de aquel cuarto de baño y no se reconoció, ¿Qué estaba haciendo?... una inrresponsabilidad de su parte sin duda alguna.
Tomó sus prendas y aquella chaqueta, la observó notando que no era una replica, era cuero genuino, notó la marca y la reconoció, era de buena calidad y lo peor, a pesar de la lluvia desprendía un aroma agradable. La acercó despacio a su nariz, el aroma era aun mejo en la cercanía, era como cuando las playeras de Adams se esparcían por el suelo y al recogerlas el aroma se mesclaba en el aire que entraba a sus pulmones. Era como tener algo delicado, único, y por sobre todo que no era suyo entre sus manos.
-¿Estás bien? – se sobre saltó del otro lado de la puerta, tomó todas sus prendas mas esta chaqueta y abrió - ¿todo bien?, preparé un café y calenté una sopa que tenía, ven, es bueno que tomes algo caliente.
-¿Esta siempre fue su idea? – el chico lo miro sin comprender en lo que se dirigía a la cocina - ¿Qu le ha dicho la doctora Rosshilde para buscar una cercanía?, en verdad no entiendo su objetivo o que desea pero desde ya quiero dejar en claro que no quiero que esto se tome como una deuda o algo similar... yo... no se repetirá esto.
El chico lo observó, Tommy recién notó que traía una camiseta, su brazo derecho al descubierto no así el izquierdo, cubierto con una larga manga negra y su mano, nuevamente enguantada. Notó sus pantalones, un pantalón de vestir ligero, andaba descalzo y al cuello colgaba algo que no se lo imagino: placas militares.
-Tranquilo, es solo sopa y café – el chico dejó todo en la mesa, se sirvió para el un café mas y antes de cualquier acción, tomo de las manos del meitre las prendas húmedas – las meteré en la lavadora y en la secadora, si las dejo colgando en el baño posiblemente se sequen pronto... aunque creo que es mas cómodo si duermes hoy acá, no se quien te ha dicho algo hoy o si te han hecho daño hoy, pero sea lo que sea... necesitas descansar, respirar y sobre todo, no preocuparte mas de comidas, platos, invitados, mesas, de chef o de personas... - el chico sonrió, tomo las prendas y lo observó desaparecer en otro cuarto.
Miró su entorno, la sopa humeante parecía ahora ser tentadora y sin mas se sentó a la mesa, la comida era sencilla, no tenía nada que valiera un reconocimiento o una condecoración, diría que era hasta penosa pero sintió que en verdad, necesitaba algo sencillo y tranquilo por un par de minutos.
"No preocuparse por chef o por personas"
-... ¿Quién es usted? – le pregunto cuando el otro tomo la taza de café, lo notó sonreír – es soldado o al menos lo fue, pero es paciente de mi terapeuta y se que no es una profesional que cobre poco... ¿Quién es usted?
-Soy... un ex soldado en terapia – sonrió levemente, observó la silla frente al castaño y se sento frente suyo, sin invadir el espacio personal – la doctora es amiga de mi difunta madre, me ha apoyado por añor... y no hay ningún plan o algo retorcido, no hay mas que un... un cliente en una mesa cenando y un anfitrión que parece que hoy el mundo le ha ganado todas sus peleas
-Usted no me conoce
-No, pero basta con verlo para notar que hoy queria escapar de todo, y no hay ningún compromiso con esto: no me debes nada, no te cobraré nada y no hay segundas intensiones, se lo que se siente querer escapar de tus problemas, y es cuando mas quisiera estar a salvo en otro lugar
-No corro peligro
-Quizas no de un peligro mortal pero si de sus problemas – sonrió y bebió algo de café, lo incitó a que cenara un poco mas – hay dos recamaras, puedes usar la que quieras, tienen seguro por dentro si te hace sentir mas cómodo.
Tonny lo observó, buscó detalles, como siempre en clientes, comensales, chef y asistentes, buscó la trampa, el tenía pensar en todo y adelantarse a los fallos, así podría reaccionar, podría ser todo, como dice Adams, todo es posible y eso incluía la mala suerte.
-No te haré daño – dejó la taza en la mesa – en verdad, Yo.... – movió sus manos buscando las palabras exactas – yo solo quiero ayudar, y si necesitas que te haga el desayuno, la cena, o que solo te sirva una taza de café, lo haré.
Tonny sonrió con amargura – No quiero que nadie me haga el desayuno.
-Bueno, puedo entonces solo estar allí para lo que necesites – se puso de pie, dejo la taza de café en el lavadero – y por esta noche te puedes sentir seguro acá, lo que necesites. – sonrió mas por cerrar sus palabras, para tratar de dejar al Ingles algo mas tranquilo.
-... Me llamo Tonny – estrechó la taza entre sus manos
-Buenas noches Tonny - sonrió amplio el otro –, puedes llamarme James, bueno, sabes mi nombre por las reservas pero al menos es mas comodo eso que seguir con el "señor barnes" - s rasco un poco la nuca - descansa, el desayuno de mañana corre por mi cuenta... duerme bien hoy, prometo que no te pasara nada malo acá.
Lo observó retirarse, ir hasta un pasillo y escuchar una puerta cerrarse y un seguro ser pasado. Sintió la soledad de esa sala, el calor del café en su palma trasmitido por la ceramica de la taza, el aroma que llegaba a su nariz y la sensación de que si esto en algún punto tenía algun sentido, entonces lo tomaria como un descanso loco y extraño de la vida. Se puso de pie, se dirigió hacía la otra puerta que comprendia era el cuarto libre. Observó por ultima vez la sala y notó la chaqueta de "James" humeda sobre el sofá.
Lo pensó unos momentos, lo consideró y finalmente tomó la prenda y la dejó colgada y bien estirada en una de las sillas.
Se fue a dormir con ese perfume entre sus dedos, un perfume nuevo, un perfume que le recordaba a que el tambien podia tener un poco de caos, un poco de problemas y un poco de atención, un sacrificó por alguien mas.
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Una mesa reservada
RomanceTony Belardi, un restaurant que busca su tercera estrella Michelin y un crossover innecesariamente justificado. Tómalo o déjalo, quizás con la primera opción te la pases mejor