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Se despertó asustado al no escuchar la alarma de su celular, buscó este entre los almohadones y las sábanas encontrándolo a un costado bajo su rostro... demasiado temprano. Suspiró y se dedicó a mirar donde estaba, recordando que no era su departamento y que tampoco era la habitación de hotel que solía usar cuando la jornada laboral era tan complicada que se quedaba literalmente a dormir en el trabajo. Pensó en todo lo sucedido, se levantó y al abrir la puerta de aquel cuarto lo primero que notó fue que el dueño de casa ya estaba en pie y al parecer, trabajando en algo en la cocina.

Se encaminó despacio, encontrándose a "James" preparando lo que podría decirse eran wafles, y es que ver conocía a alguien ya no era algo que le asombrara, era el hecho de que estaba vestido diferente a las veces que se lo había encontrado: Un pantalón de tela formal negro, zapatos bien lustrados, y una playera blanca de mangas cortas, a un costado de la mesa, una camisa bien planchada y un saco de vestir parecían esperar por ser guardados en una mochila que pendía del respaldo de la silla y pudo notarlo, las leves quemaduras a lo largo de su hombro izquierdo, unas cicatrices que parecían bajar por el largo de su brazo hasta su mano.

-Buen día, ¿listo para desayunar y contarme porque tuviste un pésimo día ayer? – el Maitre se irguió como siempre, como si anda le afectara y dominara toda situación - ¿Te gustan los Wafles? Hice muchos porque no se cuánto apetito tienes, dejé Miel, mermelada y algo de crema en la mesa, ¿quieres frutas para acompañarlo?

-Creo que es momento de que me vaya – habló de forma corta, notando el detener de las manos contrarias en la preparación – Gracias señor Barnes

-Ey, en serio puedes desayunar y quizás hablar un poco, ayer tuviste un mal día, no se necesita conocerte de años para notarlo y siempre es mejor comenzar desahogando los problemas para que no te pesen mas y comer algo – el chico sonrió – ven, vamos... un par de wafles quizás y después cada uno parte a sus vidas.

Quiso protestar, pero en verdad el estomago le estaba reclamando comida, esa vieja costumbre de comer temprano para estar de lleno en el trabajo le estaba ahora pasando la cuenta, por lo que solo pudo articular un "regreso" para ir hasta el baño y cambiarse de ropas. No encontró sentido a ducharse, una vez llegada a su propia habitación se ducharía y se pondría ropa limpia, aunque la que ahora se estaba poniendo, notaba que estaba limpia, incluso la camisa parecía planchada.

Salió y dejó su saco a un lado junto a su corbata, se sentía extraño, pero se recordó a sí mismo en forma repetitiva que posteriormente la usaría. Observó la taza de café humeante, bebió un sorbo y lo primero que pensó fue si ese chico tenía solo café instantáneo en casa, de ese que al entrar en contacto con el agua caliente parecía oxidar el poco café real de este y terminaba tomando algo mas bien para mantenerse despierto que para disfrutar una taza de café. No pudo evitar fruncir el ceño mas el corte de waffle que se llevó a la boca con miel, le pareció dar un aire totalmente distinto a ese desayuno.

- ¿Está bueno no? – cambió su postura y expresión al notar como el otro sonreía al notar ese gesto de leve aprobación a su desayuno. Se mentalizó en que solo era eso, un desayuno, como el de todos los días en el hotel: tradicional, a veces malo, a veces algo aceptable, a veces algo bueno y otras veces bueno – entonces, ¿Qué te pasó ayer? Te veías muy tenso

-Solo trabajo

-Oh, lo imagino, pero eres.... ¿administrador no?, ¿problemas con garzones que faltaron?, ¿una botella de vino se rompió y era muy cara?, ¿una mesa con doble reserva que fue un problema después?

-Oh, esos no son ni siquiera problemas en un día a día – respondió con arrogancia, dejó los cubiertos de lado para acomodar su cabello y limpiar su boca con una servilleta – problemas de verdad es que te falle un proveedor y una partida completa de pedido venga casi en descomponían, un mal día es que un cliente haga una reseña de tu local por un simple dolor estomacal y publicarlo como si fuéramos unos negligentes, problema es que tu Chef maestro sea un irresponsable, uno muy bueno en la cocina pero muy irresponsable consigo mismo y con su equipo, un Adams que no ve que no se encuentra solo y que su deseo de la experiencia en la comida lo compartimos todos pero no ve mas allá de su nariz – suspiró pensando en esa caótica mañana, en ver a Adams tras bañarse, las palabras de este, los sentimientos que ambos sabían que existían desde una sola de las partes pero que nunca antes se habían conversado hasta la llegada de esa invitación – problemas es cuando Adams nos arrastra a todos a ser lo peor de nosotros.

-Suena a un tipo problemático

-Oh, siempre lo ha sido, desde que llegó siendo un adolescente – sonrió mirando la taza de café humeante y recordando – pero un adolescente que buscaba cumplir su sueño, ahora un chef muy bueno que no se da cuenta que está perdiendo su gran don por culpa de su ceguera.

-... suena a que has intentado en mas de una oportunidad hacerlo entrar en razón

-Pero nada se ha logrado – comió otro poco de los waffles, esta vez con algo de crema y disfrutó el sabor, sabía que aquello podría ser pesado para partir una mañana, pero se reprendería en el transcurso de la tarde cuando solo estuviera a ensaladas y a batidos sin endulzar. – Con Adams a veces es tiempo perdido.

- ¿Lo conoces desde hace mucho tiempo?

-Años – bebió del café, hizo otro gesto de extrañeza, ¿porque se compraba una chaqueta de cuero tan cara y no una cafetera buena con un buen grano de café? – solo espero un día no llegar y ver que nuevamente se ha perdido.

-... ¿tu estarás allí si eso pasa? – el empresario de la culinaria alzo la vista para ver al otro – me refiero, si ese tal Adams falla, ¿aun así vas a estar allí verdad? – James tomó de su café viendo al castaño, a sus expresiones, a su lenguaje corporal – suena a que siempre estas allí, a que no va a ser distinto solo que en el fondo esperas no pasar por ese mal momento.

-Adams es un gran chef

-Lo imagino, cada que voy a ese local solo hablan de lo bueno que está todo – pinchó un poco su waffle y comió – y tu pareces muy orgulloso de eso, quizás te molesta mas la persona que el profesional que es... pero suenas como si hasta el fin de los tiempos estuvieras para el, preparado para lo peor pero deseando solo pase lo mejor – Notó la mirada del otro sobre si mismo, sonrió – suenas incluso como si... ya sabes – trató de buscar la palabra correcta sabiendo cual era pero sin querer aun pronunciarla. – entiendes no?

-No, no logro entender.

-Suenas como si, estuvieras... de ese chef – notó la incomodidad del otro, si, había dado en el clavo – lo siento, es muy notorio – el otro solo se subió de hombros y comió en silencio. Por su parte sabía como era el rumbo de esta historia – bueno, solo te puedo decir que todos podemos tener un mal día, solo espero que el tuyo pueda mejorar – trató de ser conciliador, el otro parecía cada vez menos interesado en hablar - ... te puedo pasar a dejar al restaurant, me queda algo de paso si tomo la avenida central – el otro negó – a esta hora los taxis van llenos y hay algo de tráfico, la garantía de una motocicleta es que puedo ganar algo de tiempo – se bebió todo el café que le quedaba y se puso de pie, sonriéndole y extendiéndole la mano – me arreglo y te puedo pasar a dejar, al menos ya desayunaste y eso hace de cualquier día que parta de la mejor forma.

No hubo respuesta verbal, solo un asentimiento mientras seguía comiendo.

El resto fue lo mismo. Tonny tomando su abrigo y poniéndoselo, guardando su celular y siguiendo al otro que guardaba su camisa y chaqueta en su mochila y la cargaba hasta aquel estacionamiento departamental donde estaba el vehículo esperándoles. James le pasó su casco asegurando que pronto tendría uno extra, pero Tonny negó antes de ponérselo y sentarse tras de James, afirmarse de sus costados y solo esperar que el motor marchara.

James manejó tranquilo, pero se ahorró de muchos minutos esquivando vehículos, dejando al maître frente al gran hotel con el restaurant del cual el otro trabajaba.

-Listo, en tu trabajo y temprano – james sonrió en lo que el otro bajaba, se retiraba el casco y esbozaba un "gracias" que moría en el frio aire de aquella mañana – yo, creo que vendré un par de noches más, si necesitas hablar cualquier cosa me puedes buscar, oh escribirme, te puedo dejar mi numero de celular para lo que necesites.

El otro suspiró, viéndole – nuevamente gracias... James, que tengas buen día

- ¡Espera! – el otro emprendió rumbo - ¡En serio lo sea te puedo escuchar!

Pero Tonny no prestó atención, prefirió entrar al hotel, tomar el elevador hasta el piso donde tenía su habitación privada y buscar ropa limpia, apurarse en una ducha y cambiarse para bajar hasta la cocina donde la primera en ver fue a Helena preguntando si había visto a Adams. Quiso responder muchas cosas, pero se las arregló para darle un par de ideas a la rubia, asombrándose de paso de descubrir que ella también estaba enamorada del Chef.

Solo esperaba tener una mejor mañana, un mejor día, una mejor semana.

Así no tendría que ser tan transparente como para que un completo desconocido lo leyera también.

No se imagino que esa tarde Adams aparecería golpeado y Michel arruinaría la posible tercera estrella.

Una mesa reservadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora