Seis y 25 de la mañana, apaga el despertador, suspira y se pone de pie por el lado derecho de su cama, se pone sus zapatos para levantarse y se dirige al cuarto colateral que sirve de vestidor, observa el traje que había dejado listo la noche anterior y lo toma. Lo deja sobre la cama y prende la televisión para ver las noticias que a esa hora pasan hechos de la noche y los primeros indicadores económicos del día. Repasa algunos canales de información en diferentes idiomas en lo que deja sobre la cama su ropa interior y zapatos. Con la televisión encendida se dirige al baño, con la puerta abierta para escuchar desde allí, se ducha bajo el agua tibia, una ducha que no dura mas allá de 8 minutos solamente porque se preocupa de dejar su shampoo en el lugar correcto y limpiar de toda humedad los cristales y el espejo. Envuelto en una bata sale para cuando el segmento económico termina y parte el deportivo, toma el control y lo cambia al canal alemán de informaciones, repasa su alemán mientras se comienza a vestir. Para cuando se ha puesto su camisa y su corbata a repasado todo lo necesario del alemán que necesita.
Se pone sus zapatos, los observa para que estén limpios, se alza, se pone el cinturón y se observa en el espejo que esté presentable. Se peina un poco aunque su cabello castaño no requiere de mucho trabajo, siente algo largo el cabello cerca de su nuca pero otro día recordara pasar por un corte de cabello.
Sale y toma su teléfono móvil de la mesa continua a su cama, deja la ropa sucia en el cesto, toma su chaqueta, se abrocha bien los puños y apaga el televisor. Revisa su hora y asiente
6 con 55 minutos.
Sale del cuarto y saluda a la primera mucama que siempre parte con su habitación.
Toma el elevador hasta la primera planta, sale y saluda a Kaitlin quien viene llegando con su bolso con las ropas de cambio. El se queda revisando las confirmaciones e invitaciones en lo que su compañera se dirige hasta el área de servicios para cambiarse de ropas. La espera dejando las indicaciones al turno de las 7: 15 que llega a cambiar al de la noche. Observa a su compañera y se dirigen al Buffet del hotel, se sientan a tomar un desayuno tipo, uno muy americano, otro muy francés, de vez en cuando pasan a un desayuno sueco o algo mas continental, el mediterráneo no es su favorito pero de vez en cuando desea cambiar los sabores y lo pide.
Mira su reloj, las 8 de la mañana es presente y se levanta agradeciendo a su colega la compañía, se encamina hasta la cocina trasera del restaurant, saluda a los chicos de cocina que vienen llegando, a Helena si es que es la primera, aunque casi siempre es Max quien aprovecha de poner música a su antojo, bailar entre las ollas que comienza a sacar y a preparar el desayuno para todos con una tonalidad italiana de fondo.
Se va a su oficina, se lava sus dientes, se observa una vez mas en el espejo y suspira.
-62 dias... - se pasa las manos por su rostro, se toma un segundo aquello, lleva contando los días en una rutina eterna que cambiaba un par de veces por las noches por una llamada, por un mensaje, por un audio. Pero es que para él, los dos meses habían terminado hacía dos días y aun no tenía un cambio en su vida y una parte de el le decía si acaso se había confiado, ilusionado o si solamente estaba repasando una eternidad de torpes ideas en su cabeza sin ningún sentido aparente.
-Tonny – guardó sus artículos de aseo personal y salió, las guardó en su casillero personal y sonrió por costumbre, forzada y sínica, a quien le hablaba. Max - ¿Quieres otro café? Preparé algo de mas
-No Max, gracias. ¿Adams llegó?
-No, es temprano, por el podría estar acá a las
-Ya llegué – ambos vieron al americano, el italiano sonrió para terminar cerrando su salida con un "creo que el café es para ti - ¿listo para hoy Ton?, estaba pensando en el Risoto del otro día, creo que...
-Hola Tony
-Hola Helena - saludó para mirar toda la cocina y salir en dirección al acceso del restaurant. El americano vio el camino que tomaba su amigo y regresó sus ojos a la rubia, quien le sonrió con cariño y se comenzaba a alistar
-¿Qué está pasando aquí?, tiene días con esa cara
-Nada, es solo algo personal
-¿Personal?, ¿y tu porque sabes?
-¿Tu acaso no sabes? – Max ingresaba dejando una taza de café sobre el escritorio de Adams, quien miraba interrogativo al italiano, quien con sus cabellos ondulados sueltos pero sostenidos con ese pañuelo a la frente, sonreía cruzándose de brazos y mirando a la rubia quien, con una sonrisa cómplice, se subia de hombros – ey, soy el chef y el jefe, así que cuéntenme que está sucediendo acá
-Bueno, lo obvio, hasta David lo ha notado y eso que el chico es pura concentración
-Oh vamos Helena, no seas tan dura con "el jefe" vez que aun está lidiando con esto de aprender a trabajar con los demas – la rubia asintió aceptando las palabras del italiano – regresemos al trabajo, comenzaremos a marinas las carnes y todo eso, Chef es mejor que te sumes pronto, y no le des tantas vueltas, además si descubres lo que pasa puede que te de un ataque.
Adams exigio una respuesta, nadie se la dio mas todos sonrieron.
Cocinar, emplatar, cocinar, gritar "Si chef", Max aprobando el buen emplatado de David, Helena apoyando al nuevo cada que Adams debía retirarse por el llamado de algún comenzan que lo felicitaba por el buen servicio.
Tony se paseaba por las mesas, observa sin ver, ponía atención sin en verdad ver algún cambio
Miro la hora en aquel reloj, las 22:09
Kaitlin se acercó rápido para avisar de sus sospechas, se obligó a recapacitar y dirigiéndose hasta la cocina, le avisó a Adams de que los enviados de Michelin estaban ya, ahora si, los reales.
Se sintió nervioso, se sintió expectante, pero más allá de la respuesta de su amigo, estaba eso que ahora le apretaba la garganta
James había prometido regresar a la par de que ellos tuvieran su tercera estrella y los comensales evaluadores ya estaban allí mas no tenía aun noticias de James.
Adams lo observó, notó que hacía mucho Tonny no era su "Ton", no, era otro, y parecía que toda la cocina estaba al tanto de ello, y entendió que eso fue lo ultimo que el necesitaba entender para comprender que crecer es asumir que no puedes ser el jefe de todo, ni tener el control de todo ni mucho menos de las personas, que todos son un equipo y al mismo tiempo todos son importantes por ser únicos, por ser muy ellos y al mismo tiempo ser lo que hacía de ese lugar especial.
No ser de nadie, así como Ton ya no era de Adams.
El chef miró a su amigo y solo respondió que haría lo que sabían hacer, el Maitre tomó eso como un cambio, sonrió.
-Si chef -
Tonny regresó sobre sus pasos, se dirigió a la mesa nueve y saludó a los invitados, les ofreció el vino de la casa y les anuncio que su garzón estaría pronto con la orden. Se movió entre otras mesas.
Su celular vibró
No podía sacarlo, sabía que los evaluadores estaban atento a todo, tomó una bocanada de aire, si hoy lo lograban, le podría dar esa felicidad que su padre, agónico, esperaba con una sonrisa en el rostro aun cuando a ratos se daba ánimos para ir a cenar una noche de tantas.
Su celular volvió a vibrar
Observó la mesa de los evaluadores ser atendida, se sintió nervioso, pero confió en los chicos, en Adams, en helena siendo una buena compañera de trabajo y vida del americano, en Max siendo el eterno perfeccionista evaluador y que disfrutaba de la vida.
Una vibración mas externa le indicó que era notificación de mensaje de audio.
Se sintió helar.
Se disculpó y fue hasta la cocina, camino directo hasta la oficina que allí tenía Adams y cerró la puerta de vidrio, sacó su móvil y pestañó un par de veces
"Ya llegué, estoy en casa ya, ¿lo de la cena sigue en pie?"
Cerró sus ojos y suspiró, debía tomarse un respiro para contestar
-¡Ya dile que si! – abrió sus ojos, el italiano sonreía en la puerta de la oficina, asomando solo su cabeza mientras helena, de brazos cruzados, miraba con una cuchara en la mano que sobresalía – Vivi la tua Vita Tonne! – Helena sonrió mas pronto el grito del chef hizo que el chico de crespos saliera, la rubia solo lo vio y sonrió
-Responde, ya casi estamos por terminar.
Asintió y escuchó el mensaje de voz, sonrió y aunque se tocaba el puente de la nariz con nerviosismo, el mensaje le daba esa tranquilidad que no había escuchado.
"Hola, espero no estés muy ocupado, solo te aviso que ya llegué a la ciudad y dejé las cosas en casa, se que te prometí invitarte a cenar al regreso pero eso ya tendría que haber sido mañana y bueno, no creo esperar mucho así que, cuando terminen en la cocina y en el restaurant, sal... te espero afuera, donde siempre"
Corrió hasta la puerta de salida, la abrió y afuera no vió nada
-¿Ton que rayos pasa? – se asustó y cerró, miro a Adams que estaba de brazos cruzados, exigiendo una explicación.
¿Qué pasaba?, que si, en la cocina todo es posible, y fuera de la cocina también, pasaba que sentía que al fin todo se estaba logrando, en todos los aspectos y en todos los sentidos y ahora era turno de que el también pudiera sentir ese placer llamado felicidad por tan solo encontrar el equilibrio en la vida
-Nada Chef – sonrió, guardó su celular y regresó al hall a atender las mesas, a observar a los comensales, a mirar con discreción la hora.
Y para cuando dieron las 23:45, el agarre del italiano en su hombro acompañado de las palabras "te esperan, ya vete" le hicieron reaccionar y sin ir por su abrigo, salió por la salida de emergencia, notando al otro hablar con la rubia, apoyado en su motocicleta mientras la chica una vez ms con su cigarro en la mano, le contaba un par de cosas hasta que sus miradas se cruzaron
Mantuvo la falsa calma, helena sonrió y se despidió pasando a su lado, arreglándole su castaño cabello y besando su mejilla con un "pasala bien".
Se encaminó a donde estaba el otro, quien sin mas le extendió una rosa
-No sabía si te podría gustar o no, así que solo compré una
-No lo se, no me han dado flores nunca – miró la rosa en manos del otro
-Bueno, eso lo tomaré como un buen indicio, seré el primero en tu vida que te de una rosa, aunque si por mi fuera sería el ramo completo – el soldado sonrió un poco. Dejo la flor en el asiento de la motocicleta y se acercó, notó que el otro estaba sin su abrigo y se sacó la chaqueta para ponérsela en los hombros – hace bastante frio como para que salieras si tu abrigo, ¿no lo bajaste hoy?
-James
-¿Si?
-¿Me vas a besar de una vez o debo obligarte, soldado?
El otro lo observó, tomó la mano del maitre e hizo que sus dedos se posaran en su barbilla -Puedes obligarme Tonny, no tengo problema en ello.
El Ingles observó, sonrió sintiendo la barbilla del otro en sus dedos, sintiendo como si tuviera el control cuando en verdad sentía que estaba firme de pie por los puros nervios, pero al final, quedarse pensando en nada pesaba todo, y todo era lo que queria con james y no perder nada.
Lo acercó desde su barbilla, sonrió contra sus labios y lo besó despacio, el soldado era un poco mas alto pero no tenía problemas con eso, con la sensación de aun así retener su rostro desde su mentón, de los labios del otro moviéndose sobre los suyos, de esa sensación calida que era mas poderosa que el frio aire de esos días.
-Te extrañé Tonny
-... Quedate conmigo hoy
-¿En tu Hotel?
-Si, ¿oh debes volver
-No – sonrió contra sus labios – si quieres me quedo en tu vida también, pero eso lo decides tu – notó como el otro lo observaba asombrado, se anotó aquello como una pequeña victoria -... Me gustas Tonny
-Lo se
-Me has gustado desde que te conozco
-Lo se
-y posiblemente me vas a seguir gustando siempre
-¿seguiras hablando?, porque yo quiero seguir con los besos – mordió los labios del soldado – y quizás con mas si te quedas – el ex militar sonrió y asintió, regresando la mordida, buscando estrecharle de su cintura en un beso mas próximo.
Para la mañana siguiente, fue Adams el que al llegar a la cocina tuvo que esperar a Tonny, tuvo que hacer la hora y las horas hasta que este se dignó a aparecer, asintiendo a la noticia de que si, eran merecedores y ganadores de la tercera estrella michelin
Tony sonrió y siguió su camino de largo, sintió el celular vibrar, miró la pantalla y la foto de un café y un emparedado le hizo sonreír.
"¿subes a desayunar conmigo?"
Sonrió, y tecleó su respuesta para apurar sus pasos.
"Oui"
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Una mesa reservada
RomanceTony Belardi, un restaurant que busca su tercera estrella Michelin y un crossover innecesariamente justificado. Tómalo o déjalo, quizás con la primera opción te la pases mejor