CAPÍTULO VEINTICUATRO

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Aidan Gallagher

Estaba sentado en el sofá, manteniendo la vista en la televisión mientras puedo sentir la mirada de Wyatt con gran intensidad.

— ¿Podrías dejar de verme así?

— ¿No piensas hacer nada? — devolvió la pregunta.

— ¿Qué quieres que haga? — pregunté seriamente.

— Tal vez que vallas a su obra... Aidan, no te engañes más. La amas.

— Amar es una palabra muy grande...

— Te gusta.

No pude responderle, no me considero una persona que le miente a sus amigos. Menos a Wyatt, y no podía decirle que no... En realidad algo dentro de mi se quebró al momento al momento en que Wyatt me entregó la plumilla que yo le había regalado hace unos meses a Moon.

¿Realmente ella me gustaba?

— Aidan, aun no es tarde — miro su reloj — ¡Falta una hora para que se termine!

— ¿Y si no quiere verme?

— Si piensas de esa forma no lograrás aclarar tus sentimientos ¡corre!

...

Después de un largo sermón de Wyatt me di la valentía de ir a su obra, quizá podría hablar con ella. Y al decir verdad... Si, fui un poco duro con ella. Pero no justifica lo que ella hizo.

— ¿Cuánto las rosas?... ¡Maldita sea! Olvidé mi billetera —bufé y saqué tres dólares que tenía en mis bolsillos — ¿Cuántas rosas puedo comprar con esto?

Aquel hombre con sombrero extraño me dio una sola rosa, todo estaba tan caro que solo una rosa costaba tres dólares. Debe ser una broma.

Le entregue el dinero y corrí hacia el auditorio donde hacían la obra. Se donde está, gracias a los hermanos pequeños de Moon.
Al llegar respiré profundamente y abrí un poco la puerta, todo estaba oscuro y se podían oír voces en el fondo.

Cuanto más me acercaba, más podía verla h escucharla. Al mirarla me quede boquiabierto, esta llevaba un hermoso vestido y un peinado un poco ostentoso, su maquillaje le favorecía mucho. Ella es tan, linda. Sonreí de lado.

¡Carajo!... ella... me gusta de verdad.

No puedo creer que haya pensado eso, y no voy a poder creer que llegue al punto de enamorarme de una fan obsesionada conmigo.

Mi sonrisa desvaneció al instante que mire la famosa escena del beso entre Romeo y Julieta... apreté la mandíbula.

Es tarde.

Podría comprender que es solo actuación, pero eso no parece ser solo eso. Sin mas que decir o hacer, salí de ese lugar. De verdad no soportaba ver aquello.

...

El ascensor cerró, la última expresión que tendría de ella sería una tan rota, unos ojos tan dolidos, unas palabras tan sinceras y dolorosas "¿Sabes que es lo peor? Que aun te sigo queriendo"

Esas palabras me daban vuelta por la cabeza una y otra vez, una lagrima bajo por mi mejilla. La quite de inmediato al ver que el ascensor se detuvo. Jale mi maleta y fui directo al auto donde ya me estaba esperando el chofer.

Subió la maleta y después subí yo. El silencio invadió la atmósfera cuando arrancó directo al aeropuerto. Mire la plumilla que le había dado a ella, pensando en si estaba bien lo que estaba haciendo.

Estaba tan metido en mis pensamientos que no note cuando llegamos al aeropuerto. El chofer bajo del auto y sacó las maletas, yo le seguí hasta llegar dentro del aeropuerto. Habían demasiadas personas, y me puse lentes para "pasar desapercibido" entre la multitud.

Me detuve en seco a solo unos metros de llegar a la puerta del avión. El chofer me miró confundido.

— Lo siento, cambio de planes.

Mencione para después dejar la maleta allí, y caminar de vuelta al auto, el chofer vino detrás de mi. Subimos y me quede por algunos segundos callado.

— Debemos regresar.

— ¿Está seguro señor?...

— Jamás había estado más seguro de algo — escandió el auto — Daniel... — me miro el mismo — ¿Podrías conseguirme una guitarra?

Este asintió.

Bien, haré una gran locura.

Obsesión | Aidan GallagherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora