En Cuarentena

XIV

—Me niego a decir una palabra, A menos que me dejen ver a Craig. — el de blanco permanecía observando, obligándolo a hablar con la mirada. Sin embargo, sabia que eso no funcionaría ya que la mirada de Kyle se veía decidida a su palabra.

No podía hacerlo a hablar. Debía ser paciente, y con algo de tiempo, hablaría.

— De acuerdo. — fueron sus últimas palabras para dejarlo finalmente solo en aquel cuarto.

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El de blanco empujaba con lentitud la silla de ruedas, ninguno dirigía la palabra, no había nada que decir, simplemente están juntos camino al cuarto de cierto chico por un pequeño acuerdo entre un pelirrojo terco y un tipo de pocas palabras pero demasiadas cosas guardadas.

Kyle sintió la silla detenerse, el hombre la había parado frente a un cristal en el cual se podia ver a través al pelinegro recostado en una camilla conectado a un tanque de oxígeno. Esto preocupo bastante a Kyle.

—¿Q-Qué fue lo que le pasó?.

— Esta en coma, Kyle. Sólo eso.

— Pero d-debieron haberlo examinado, ¿no?, p-para así determinar lo que le pasa. — se acercó más al cristal de modo que sus manos se apoyaran en ella y pudiese ver mejor al chico.

El hombre al ver esa acción lo tomó suavemente de las manos y las alejo del cristal para volver a acomodarlas en sus piernas. -por el momento no hay nada que podamos hacer por él, Kyle.

volvió a sentir como empujaban su silla devuelta al cuarto, ese cuarto del cuál no podía salir.

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los siguientes días después de sus visitas, una vez que el hombre abandonaba su cuarto, Su atención solo se podía centrar en el teclado junto a la puerta. Había un código el cual al ingresar este patrón le daba acceso al cuarto a los tipos de blanco y una vez que se hacia la tarea dentro, de nuevo el sujeto fuera, la puerta era cerrada y el código inmediatamente se volvía a colocar automáticamente.

Salió de sus pensamientos al escuchar el clic del seguro. Si quería salir de ahí debía ser más listo, pensar rápido y averiguar cuál era el código de la puerta.

Por las noches, en las cuales no solía ser muy supervisado aprovechaba esas horas en las que estaba solo para dar inicio a sus cálculos y operaciones, tratando de averiguar cuál eran los números para quitar el seguro; haber sido el más listo de su clase tiene sus ventajas y por supuesto recompensas.

Pero el hecho de tener una mente tan saturada de matemáticas no le acercó lo suficiente a la clave que necesitaba. Su otra carta, quitó la lámpara del cuarto y la estiró hasta el teclado con el plan de que en ese teclado hayan quedado huellas o marcas en los números que más se han seleccionado en ese tiempo, pero era poco lo que se notaba en ellas.

— uh, ¿chico detrás de la reja?. Tenias razón.— intentó llamar la atención del compañero lejano con quien habia entablado conversación la vez pasada.— este lugar cuenta con maxima
seguridad.

— Por supuesto que si. — por fin respondió.

— Escucha, eh ideado un plan...

— Es difícil de aceptar pero... tal vez si tenemos algo.— su voz era agitada, se escuchaba preocupado.

—¿Q-Qué?, no pienses así, estamos aquí porque hubo tal vez una equivocación. Se confundieron de sujetos. — el contrario no respondió, esto preocupó al pelirrojo, creyendo que el compañero estaba entrando en una etapa de negación y desesperación de no poder salir. — escucha, ambos podremos salir, tengo parte de la variable del teclado. Ahora necesito que tu saques la otra parte, si no me equivoco todas las puertas tienen la misma contraseña.