C2 - Parte 2

2 2 0
                                    

Arata abrió los ojos de golpe y vio un techo blanco. Se encontraba en una cama de la enfermería de la escuela. Midori y las chicas lo observaban preocupadas.

—¡Arata! —lo llamó Midori con ojos vidriosos.

—¡Despertaste! —confirmó Kokoro emocionada.

—Chicas... ¿Qué hacen aquí? —preguntó levantando su cuerpo.

—¡¿Qué pregunta es esa?! ¡¿No ves que estamos preocupadas por ti?! ¡Idiota!

—Aunque digas eso, no puedo recordar nada... ¿Qué es lo que sucedió?

Las chicas se miraron extrañadas y Kokoro habló.

—Justo después de que Hanna dejó de poseer tu cuerpo, caíste al suelo inconsciente. Aunque todos creyeron que fue por el balón que nunca logró golpearte.

—El balón... ahora lo recuerdo. Esa brisa misteriosa volvió a aparecer.

—Lo siento —dijo Hanna interrumpiendo la memoria de Arata.

—¿Por qué lo sientes?

—Te desmayaste por mi culpa —explicó bajando la mirada.

—Lo que pasó no fue culpa tuya. Nadie sabía lo que iba a pasar de todos modos.

—Pero si yo no hubiese acep-

—Si alguien tiene la culpa acá, soy yo mismo. Insistí en que debíamos intentar la posesión, ¿verdad?

—Pero-

—Además, ahora tenemos más información sobre las capacidades de los fantasmas. Gracias.

La curva hacia abajo que formaba su boca desapareció, aunque no del todo, al escuchar esas palabras.

—Está bien, como digas.

—Entonces, ¿qué fue exactamente lo que lograron descubrir?

Arata explicó los detalles de la posesión.

—Te faltó algo más —señaló Midori con inquietud.

—¿Qué cosa?

—Hacerlo consume mucha energía del cuerpo utilizado.

—Eso parece... pero puede que se deba al estado actual de mi cuerpo. A decir verdad, con solo una prueba no podemos dar por seguro estos datos. Aún existe la posibilidad de que los resultados varíen dependiendo de la persona o quizá la compatibilidad.

—No hay necesidad de saber más. Después de todo, no volveremos a intentarlo —declaró Hanna hablando por todos con una mirada seria.

Arata vaciló por un instante si debía objetar ante la declaración de Hanna o no. No había manera de que perdiera el interés en el tema. Sin embargo, también entendía la angustia de Hanna por lo ocurrido.

—Entiendo tu preocupación, Hanna, pero si se vuelve a presentar la oportunidad de intentarlo no me negaría.

—¡¿Ahora qué estás diciendo?! —reclamó Hanna descontenta con la respuesta.

—No me malentiendas. No es que no me importe cómo te sientes, es solo que... quiero saber todo sobre los fantasmas más que nadie.

—Aun así...

—Te propongo algo. No volveremos a usar la posesión a menos que sea nuestro último recurso —propuso Arata extendiendo su mano hacia ella para establecer el acuerdo—. ¿Qué dices?

Hanna dudó en aceptar. Sin embargo, no se le ocurrió una situación en la cual se vieran obligados a hacer uso de la posesión.

—De acuerdo —aceptó extendiendo también su mano—. Pero no quiero hacerle daño a un amigo... no de nuevo.

Arata & las FantasmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora