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...

  El azabache seguía parado en la puerta del edificio, se agarraba las mechas con miedo, todavía no se podía creer que se encuentren en cada lugar a donde van. Del coraje se puso a reír, a llorar, a gritar mientras se cubría la cara con su mochila y a cantar las canciones que Najimi le pegó mientras respiraba agitado por la falta de aire.

  Quería entrar, quería saber más de ella, quería ser su amigo, pero, también estaba asustado y no tenía idea de lo que podía pasar.

  Un rato después de que se calmara, Tadano entró en el vestíbulo, a pesar de que la recepcionista había visto su pequeño show, se sentó tranquilamente en una silla y esperó, él ya tenía una misión y estaba decidido a cumplirla.

[✯Recuerdo: hoy, 7:30 de mañana✯...]

  Hitohito estaba cerrando la puerta de su apartamento mientras se fregaba los ojos y bostezaba, tenía que ir a estudiar temprano ya que por la tarde trabajaba. En eso una mujer, vestida con un pañuelo rojo oscuro y con una mirada cariñosa como la de una abuela, salió del apartamento que se encontraba a un lado.

– ¿Eh? Buenos días señora Alma.– Saludó Tadano.
– Igualmente Hitohito.– Dijo la mujer con una sonrisa.– Mira, me voy de viaje con mi esposo a visitar a mis hijos y a mis nietos.

  Alma es la casera de Tadano, era de Colombia pero se vino a vivir a Argentina con su marido y todos los años visitaba a sus nietos antes del inicio de clases. Tadano era siempre el encargado de cuidar su apartamento cuando nadie lo alquilaba, llevaba viviendo con ella desde hace mucho tiempo así que lo consideraba como uno de sus nietos.

– Tengo que salir ahora en unas horas y los alquilantes dijeron que llegarán de noche.– Decía la mujer.– ¿Puedes darles las llaves?
– ¡Porsupuesto!– Dijo Tadano.–
¡P-Prometo que no se me va a olvidar!.– Tomó las llaves y las guardó en su mochila.
– Gracias Camilo.
– Hitohito...– Era muy normal que la mujer lo confunda con uno de sus nietos aunque sus nombres no se parezcan de nada.

[¡∆Fin del recuerdo∆!]

  La puerta que daba al subsuelo del edificio se abrió, dejando ver a esa figura que Tadano conocía muy bien, solo que ahora estaba acompañada de más personas. Se levantó tembloroso y se acercó a la familia.

– B-Buenas noches...– La mujer mayor volteó a mirarlo.
– Oye Shōko...– Dijo la mujer. La nombrada abrió sus grandes ojos.– ¿No es él el chico de las cartas que escribías?– "¡Tragame tierra!" Pensaba Tadano.
– Uh... Vengo de parte de la señora Alma, ella dijo que unos alquilantes vendrían. ¿Son ustedes?– Hacía mucho esfuerzo por ni mirar los ojos de la chica que solo temblaba.
– ¡Si! Alma me dijo que un chico nos recibiría ¡ya me sonaba tu nombre!– Dijo sonriente la mujer mientras agarraba la llave que el chico le había ofrecido.

  Cuando les dió el número de apartamento, se fué, "tranquilo" y dándoles la espalda. Subió por las escaleras, llegó a su apartamento, puso tranquilamente su mochila en la pequeña mesa y...

– ¡AGHHHHHH! CARAJO NO PUEDE SER POSIBLE ¿¡ENSERIO ME ODIAS TANTO?!– Ahogaba sus gritos en uno de los almuadones de su cama mientras pataleaba como niño pequeño.

  Una completa inmadurez que hacia cada vez que se ponía nervioso, no soportaba el echo de ser tan desafortunado o simplemente tan estúpido. Ahí mismo, después de sentir a su gato subir a su espalda, se durmió. Esperando que ese día haya sido solo un mal sueño, o el mejor sueño de su vida.

  Tadano estaba sentado afuera del edificio, esperando a su madre para que lo lleve su trabajo en la YPF. Eran las 6:00 de la mañana, corría un poco de aire frío ya que pronto se terminaría el verano,  después de una larga ola de calor era lo que todos necesitaban.

  No quería ir, tenía miedo de que Yamai le hiciera la vida imposible a Najimi o incluso temía por su propia vida. Si algo así llegara a pasar denuevo no dudaría en cambiar de estación, estaba hasta las pelotas de todo.

  Cuando su mamá y Najimi llegaron, Tadano subió al auto con su mejor cara.

– No te estuviste poniendo hielo en el ojo, Hitohito.– Le regañó su madre.
– Llegué cansado a casa ayer...
–  No es excusa, se te ve terrible, van a pensar que te peleaste.– La mujer retocó el pelo de su hijo.– Tampoco te peinaste bien. Tampoco te pusiste perfume.

   Najimi se reía por lo bajo, Hitohito estaba avergonzado y su madre solo seguía remarcando todo lo que hizo mal esa mañana. Algo muy normal.

  Eventualmente llegaron, ambos se bajaron y la madre del azabache lo despidió con un beso en la frente. Mientras más se acercaban a la puerta la tensión se hacía más fuerte, Najimi sudaba y Tadano temblaba, los dos se miraron con miedo antes de abrir la puerta y se prepararon para lo peor.

– ¡Ah! Bu-Buenos días Hi-Hitohito y Najimi.– Dijo Himiko bastante nerviosa.
– Hasta que llegan.– Dijo Yamai de manera cortante mientras escribía en su celular detrás del mostrador.
– Si, buenos días compañeros y compañeras.– En la voz de Najimi se notaba el miedo.– ¡Ah! Y buenos días a las brujas también.– Hizo una reverencia mientras se reía.
– ¡Y-YA NO NOS D-DIGAS ASÍ POR FAVOR!– La chica de cabellos verdes se arrodilló frente a la de cabello lila, estaba apunto de comenzar a llorar.
– Bien, bien.– Najimi apartó a la chica. Era incómodo.– Quedas perdonada, era todo broma.– Miró a la pelirroja.– Yamai, ¿Escuchaste?
– No, no tengo ganas de escuchar sus patéticas disculpas.– Se revolvió el cabello en tono de burla.– Por más que me lo pidas de rodillas no te voy a perdonar.

  Llevaban 5 minutos ahí, pero Hitohito ya quería irse.

  Eran ya las 11 de la mañana, el movimiento en las calles comenzaba a calmarse un poco, pero aún se abarrotaban de autos y gente. En otras épocas sería todo lo contrario.

  En una casa estilo japonés, un poco alejada de la gran ciudad, rodeada por un gran jardín con una inmensa cantidad de flores, se encontraba la chica de cabellos oscuros, mirando, con sus finos labios un poco separados, hacia las nubes que adornaban el cielo azúl. Tenía en sus manos unas grandes tijeras podadoras y vestía un Kimono negro adornado con flores y mariposas.

  Su tarea era emparejar los arbustos, pero se distraía fácilmente con todo aquello que le recordara al chico de la YPF o alguna cosa curiosa que encuentre. Esta vez eran las nubes, a las cuales les buscaba una forma mientras cortaba algunas hojas y ramitas en los arbustos. Era obvio que era algo peligroso.

– ¡Ah..!– Sonó un quejido muy bajito en medio del silencio de esa parte del jardín.

  Un líquido rojo cayó ensuciando algunas rocas y su kimono. Era grave, la chica estaba asustada, tanto que temblaba y perdía el aire. Para peor, no podía pedir ayuda, ya que su padre estaba con la cortadora de pasto, no la escucharía, su madre y hermano estaban adentro de la casa, ensuciaría la alfombra al entrar y su abuela se enojaría.

  Afortunadamente su prima menor la vió, casi al borde del llanto y agarrando su mano, la cual tenía un gran corte en ambos lados de la palma. Casi se queda sin la mitad de la mano.

  Shōko fué llevada a un hospital cercano, seguía un poco en Shock por culpa del corte, así que casi no se movía. Fué llevada a la sala de emergencia en dónde desinfectaron y curaron un poco su herida. Su madre casi se desmayó al verla por primera vez y su padre directamente lo hizo. Así que fue acompañada por su hermano y su tía.

  Y tal como si su hermano fuera un imán para atraer la "mala suerte" por la puerta de emergencia entraron a un chico de cabellos azabache con la muñeca rota y llorando como un niño.

  Komi solo pudo ponerse a temblar mientras intentaba pronunciar la palabra "Tadano" y señalaba con su dedo índice al chico que había ingresado y estaba justamente enfrente de ella.

...


 

'°YPF°' •√Komi×Tadano√•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora