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1 de noviembre, 2018.

Un día más en Seúl, Corea. El sonido de los carros corriendo de un lado Pa' otro porque en unas horas estará forzao' que puedan ir a algún lugar por el coñoe'madre tráfico que se forma en las carreteras de por aquí, apenas se escucha pues es completamente eclipsado por los gritos emocionados de las chamas que llevan acampando en la entrada del edificio desde ayer.

Eso porque los carajos de BTS están aquí en la empresa de nuevo después de haber viajado a no sé dónde a hacer no sé qué, pero se supone que es importante para todo el mundo.

Yo ni sé pa' que mojón mental tienen esas carajitas de la verga que creen que van a poder ver a los bities. De pana que no sé cómo puede ser alguien tan pajuo en la vida.

—Ajá, como si tú fueses muy grande, pajua puberta —recalcó mi kike "mejor amigo" mientras buscaba en su morral las llaves de la entrada trasera; si no queríamos estar involucrados en rumores raros o ser hostigados por algunas de las minas que están a un paso de ser sasaengs, lo mejor era entrar por la puerta trasera.

He ahí al bestie que me vine a conseguir yo, Li Axel.

No se dejen engañar por su apellido, él es más venezolano que la arepa.

Nos conocimos hace un verguerisímo de tiempo, cuando yo entré a primer grado y él estaba en tercero.

Axel siempre ha sido bastante..."extrovertido" y eso en realidad como que hacía que sus compañeros lo excluyeran porque para ellos él era algo raro. Ahora yo era lo contrario, no era tan extrovertida pero era muy sociable y eso hizo que yo le hablara un día en deporte, ya que tercero, segundo y primero tenían deporte a la misma hora. Hicimos "click" en un momentico y rápidamente ya éramos los best panitas 4evah.

Tanto la familia de Axel como la mía nos vinimos a vivir a Corea al mismo tiempo, yo tendría unos ¿Siete años? Y el nueve para cuando se hicieron todos los trámites.

Me acuerdo que a mí se me hizo super raro que nos fuésemos para la otra parte del mundo, a un país donde toda vaina es diferente a Venezuela, en vez de a España donde mi mamá nació, pero ajá, no podíamos hacer nada y, pum, para cuando vimos ya estábamos pisando suelo coreano con 0 conocimiento del país ni de la región.

Finisímo vale.

No fue difícil adaptarnos, extrañamente, hicimos amigos super rápido en el nuevo colegio, uno de ellos siendo Valerie una caraja también venezolana, y de paso, nuestros papás nos metieron tanto a mí, como a Axel y Nathaniel en cursos de artes escénicas. Baile, canto y actuación.

A Nathaniel le gustó lo de la bailadera y terminó estudiando para ser coreógrafo profesional, pero este es otro chisme.

Después a cada uno nos ofrecieron entrar a algunas empresas. A mi primero que todo, junto a Valerie, me ofrecieron entrar a la YG. En ese tiempo yo tenía diez añitos, pa que vean mi talento, pero me aceptaron casi que a los segundos de terminar la audición.

El peo ahí que tuve era con los ejecutivos y instructores. Aquí los instructores son arrechos, pero son panas, allá cómo que la tenían agarrada conmigo. Por eso, decidí salirme aún cuando me habían dicho que mi debut era seguro, y poco tiempo después me ofrecieron la oportunidad en BH.

Casualida' que justo en la empresa donde mi hermanito había comenzado a trabajar hace nada.

Y él fue el que me convenció con un largo discurso de que la empresa parecía tener un futuro arrechisímo y que no sé qué más vaina.

Que flojera. Le dije que sí para que se callara.

Y tan tan, aquí estoy, arrepintiéndome de todas las decisiones que he tomado hasta ahora y eso que lo que tengo son trece años na' más.

Niña venezolana  ➤ Yeonjun, Soobin ꒰txtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora