Historia 3: Religión

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Las cortinas se movían con suavidad. Era una mañana tranquila, una brisa suave de primavera, el campo estaba lleno de flores… Pero aunque todo aquello era tan hermoso… estaban completamente recluidos en aquella infernal casa que, desde luego, no cumplía en absoluto con las normas de higiene. El olor a primavera quedaba completamente sustituido por el olor a cuerpo humano, a hormona masculina, a sexo…

Asqueroso…

Por suerte, en la planta superior, en el desván, era una zona tranquila a la que nadie acudía y se podía abrir la ventana para que el olor a primavera acariciara su rostro…

Sus cabellos se movían suavemente mientras su espalda se apoyaba en la pared, sentado en la repisa de la ventana, con una pierna dejada caer por el borde del edificio en aquella tercera planta en la casa, sus pies llevaban unas zapatillas bailarina o una especie de calcetines. Miraba el exterior en aquella mañana de primavera, un libro en su regazo dejaba claro que había subido a la parte de arriba para relajarse unas horas leyendo hasta poder comer, pues, si bien, en aquella casa no había más que una regla: “hacerlo todo juntos”, ya fuera comer, ya fuera dormir, ya fuera rezar, ya fuera follar…

Todo el mundo juntos…

Especialmente aquella última palabra, cosa que le revolvía las tripas y huía descaradamente a la planta de arriba, al desván, donde cerraba la puerta con las escaleras y la bloqueaba para que nadie subiera con él o a por él; para evitar que sus ojos se vieran afectados o tuviera que aguantar las imágenes que, desde luego, desde la primera vez que llegó a la casa quiso olvidarlas.

- Buenos días, Kyle, ¿Qué tal tu mañana?

- Eros, ahora no… Estoy leyendo…- respondió con indiferencia en su voz mientras bajaba los ojos al libro abierto.

- Yo te veía suspirar mirando por la ventana…- sus alas se movían enérgicamente mientras su cuerpo minúsculo y desnudo de niño regordete se movía a su alrededor.- ¿Estás pensando en tu enamorado?

- Lamento decir que no.

- Sabes que el futuro patriarca de la casa es un encanto…- hizo un gesto algo divo mientras se tumbaba en el aire boca arriba.- Y que estás enamorado…

- Iugh…- fingió vomitar con asco en su expresión.- Ese gordo no tiene nada de atractivo y desde luego que no me agrada.- La risa irritante y arrogante de Eros penetró sus oídos con ganas de torturarlo eternamente, Kyle gruñó audiblemente desviando los ojos hacia el libro nuevamente en un intento de seguir con su lectura.

Definitivamente aquella mañana acababa de pasar de una tranquila mañana de primavera, a una tortura en los más profundo del tártaro e incluso prefería ser torturado por Hades antes que por Eros… Tomó aire profundamente para calmarse y no darle un puñetazo en la cara al joven Eros (espacialmente porque no quería problemas con su madre Afrodita, aunque si con eso ganaba que afealdara su rostro para no ser atractivo para nadie, tal vez acabase ganando).

- Claro… Por supuesto…- sonrió con malicia mientras movía sus piernas, estaba sentado en el aire, balanceando sus piernas de forma infantil mientras se estiraba hacia atrás para más comodidad.- Por cierto, ¿Qué estás leyendo?- invadió su privacidad y se puso delante del libro para admirar el texto escrito en. . .- ¡Gasp! ¡Escritura prohibida!- Kyle lo apartó violentamente y cerró el libro, lo escondió contra su pecho.- ¡Mamááááá!

- ¡Eros! ¡Espera…!- exclamó viendo que el niño salía volando por la ventana y en un intento de atraparlo, estuvo a punto de caerse del tercer piso, maldijo mentalmente y escondió el libro donde tenía el resto de libros escondidos, bajo las tablas del desván y corrió del mismo para refugiarse en alguna habitación que con algo de suerte estuviera vacía…

167.- Storytellers (Phone destroyer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora