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Jarvis no está impresionado con Steve Rogers.

Está consciente de que no es imparcial. Pasó una buena parte de la infancia de Tony protegiéndolo de la obsesión de Howard con el Capitán América. Vio a su empleador beber botellas enteras, incapaz de lidiar con el fracaso que significó perder a su mayor creación. Steve Rogers, o, por lo menos su fantasma, es responsable de muchos errores de Tony durante sus veintes.

Pero nada de eso es culpa de Steve.

Sin embargo, ¿llamar a su hijo cobarde, un hombre sin valor que no sabe cómo sacrificarse por otros? Eso es enteramente culpa de Steve.

Así que Jarvis no se siente culpable, en lo absoluto, de tratar fríamente al hombre cuando Rogers llega a la torre Stark tres semanas después de la batalla de Nueva York.

—¿Le puedo ayudar en algo, Capitán?

—Uh... —dice. Es muy alto, y se le nota incómodo, como si todavía no estuviera acostumbrado a maniobrar ese gran cuerpo por lugares pequeños—. Estoy aquí para ver al señor Stark.

—¿Tiene cita?

—Uh, no... no tengo —dice, con las orejas rojas—. Puedo volver después si está ocupado.

—Puedo ponerlo en su calendario —dice JARVIS, la IA, y Edwin se toma un momento para sentirse traicionado. Pensaba que él y la IA estaban juntos en esto—. El señor Stark tiene un lugar disponible dentro de cinco meses.

Edwin sonríe, disfrutando de la solidaridad. JARVIS es el mejor amigo que podría pedir.

Rogers suspira y se deja caer hacia adelante, los hombros caídos en una clara seña de decepción. Da la impresión de un hombre muy joven en los huesos de un hombre muy viejo. Tras un momento de reflexión, Jarvis se da cuenta de que es cierto. Rogers es un hombre muy joven en los huesos de un hombre muy viejo.

—Estoy aquí para disculparme —dice Rogers, y Jarvis se toma un momento para repensar su primera impresión del joven—. Le dije unas cosas realmente horribles, lo juzgué sin conocerlo. Estaría muy agradecido que le pase el mensaje de que solicité una cita.

—Por supuesto —dice JARVIS.

—Gracias. Que tenga un buen día, señor —dice Rogers a Edwin y regresa al elevador.

—¡Capitán Rogers! —llama Jarvis—. Por favor, acompáñeme. Lo guiaré hacia el taller, el señor Stark puede verlo ahora.

Rogers se voltea y le sonríe, evaluándolo con la mirada.

—Creí que no tenía un espacio libre hasta dentro de cinco meses.

—Posiblemente, JARVIS se confundió.

—JARVIS, la única inteligencia artificial del mundo, ¿se confundió? —pregunta Steve, elevando sus cejas. Edwin le mira curioso—. He estado leyendo sobre tecnología moderna. —Rogers se encoge de hombros—. Tony y su trabajo siempre es mencionado. De hecho, está en todas partes en tecnología moderna.

—Está muy orgulloso de eso.

—Howard también era así —dice Rogers, y Jarvis no puede evitar estremecerse. Se pregunta si Rogers se quedará el tiempo suficiente en la vida de Tony como para aprender que compararlo con Howard Stark no es la manera de ganarse su amistad.

—Yo no mencionaría eso a su alrededor —dice Jarvis, arrojándole la indirecta al más joven.

—Anotado. —Rogers asiente—. Perdón, señor, no pretendo ser grosero, pero, ¿quién es usted?

—Oh, cierto. Soy Edwin Jarvis. Solía trabajar para el difunto señor Stark.

—Jarvis —dice Steve, como saboreando la palabra—. Tony nombró a su IA en su honor.

Beautiful, beautiful, beautiful, beautiful boy [traducción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora