XIII

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Menma era un traidor, un manipulador, un mentiroso convenenciero que se había instalado en su vida en apenas un parpadeo.

Mientras mordía la punta del borrador con un gesto de evidente nerviosismo, Naruto se sorprendió cuando Iruka acudió directo y sin escalas hacia su pupitre para estrellar de lleno el borrador contra la paleta en un último y desesperado intento por tener su atención.

-Es suficiente, Naruto- la mirada del adulto era severa, tan dura que, Naruto suspiró resignado. No podía concentrarse por más que lo intentaba. Menma no se había presentado a la primera clase, pero temía verlo en la segunda o la tercera.

¿Y entonces qué?

No se había atrevido a preguntarle a Sasuke el día anterior, no quería mostrarse tan vulnerable y desconfiado.

-Por última vez, Naruto, deja de soñar despierto.

La instrucción de Iruka resonó en el salón. Naruto asintió forzadamente, sacó su cuaderno de la mochila y, al mirar hacia el pizarrón para constatar los apuntes de la clase, un profundo hueco se abrió paso en su estomago.

Iban por la página cincuenta y cuatro. Sus últimos apuntes versaban sobre la doce. El resto de las páginas estaban en blanco.

"No puede ser" tensó la mandíbula y se apresuró a anotar lo escrito en la pizarra. Seguramente había sido él, Menma, debió arrancar sus apuntes para confundirlo y atrasarlo en la clase.

¡Eso era!

Furioso, se saltó varias páginas, pensando ponerse después al corriente. Oprimiendo con fuerza el bolígrafo, siguió garabateando.
*

Tuvo que quedarse otra hora después de clases para anotar los apuntes que le faltaban. El mismo Iruka se había compadecido de él al grado de permitirle transcribir de sus copias, ello a cambio de que resolviera los ejercicios por su cuenta y se los entregara antes de que acabara la semana. Naruto lo había prometido.

Tenía demasiadas preocupaciones en mente para detenerse a pensar en todas ellas. Primero debía aclarar todo con Sasuke, exigirle que le dijera qué era lo que pasaba, y después, ya vería qué más hacer.

Acabada la hora, Naruto regresó al apartamento. Durante todo el trayecto había meditado una y otra vez en las jugarretas de Menma. No podía seguirlo tolerando. Su envidia se había trocado en un sentimiento demasiado corrosivo, dañino, insano. Nunca se imaginó que aquello llegaría todavía a más...pero así fue.

Sasuke apenas lo miró durante la cena y nuevamente no hizo el menor intento por besarlo o tocarlo. Aún así, Naruto había invertido la noche y parte de la madrugada para ponerse al día con los ejercicios que el maldito de Menma le había quitado.

No le daría el gusto de verle reprobado. Le demostraría que con todas sus artimañas, él también tenía valía.

Todos los ejercicios eran tan complicados que, en varias ocasiones, Naruto quiso desistir. Fue no obstante, el mismo Sasuke, quien se levantó a mitad de la noche para explicarle uno de los ejercicios en los que Naruto se había estancado.

Sasuke se había sentado junto a él en el comedor, tomándole firme de la mano para indicarle la fórmula que debía utilizar para resolverlo.

Por un ínfimo instante, cuando el Uchiha se volvió, sus miradas se encontraron. Noche y día fusionandose en un eclipse de emociones contenidas hasta entonces.

De nuevo, dentro de aquellas pupilas de obsidiana, Naruto notó que brillaba la duda. La expresión de Sasuke era de concentración absoluta, hasta que, entreabrió los labios.

Antes de que formulara nada, Naruto supo que quería hacerle una pregunta. Sin embargo, el móvil sobre la mesa empezó a sonar con insistencia, desvaneciendo el ambiente medianamente cálido entre ellos.

Conteniendo la respiración, Naruto agudizó el oído, pero así y todo no alcanzó a escuchar nada más allá del timbre de voz femenino y a Sasuke decir que acudiría pronto a la escuela.

-¿Quién era?- preguntó cuando Sasuke al fin cortó la llamada. La angustia amenazaba con apoderarse de él, tanto y más al ver a Sasuke tomar su saco de la silla.

-Karin.

Aquel nombre hizo que un nudo se formara en su garganta.

-Dime una sola cosa, Naruto- la mirada opaca inquietó al susodicho al grado de hacerlo levantarse y dejar la libreta a un lado. -¿Confías en mi?- y antes de que Naruto pudiera contestar, añadió en tono frío y monocorde, haciendo trizas el corazón del Uzumaki. -Porque yo en ti, no.

Con los ojos empañados, Naruto le vio salir del apartamento.

La inseguridad le atenazó las entrañas.

¿De qué hablaba Sasuke?, ¡¿Qué no confiaba en él?!

Pero si era el propio Sasuke quien decidía irse con aquella mujer, aún después del malentendido que había surgido entre ellos. ¡Y encima se lo decía en la cara!

Su respiración volvía a entrecortarse. Ya no más.

Aferró el respaldo de la silla con fuerza, hasta que sus nudillos se tornaron pálidos y el dolor lo hizo volver nuevamente en sí.

Al tranquilizarse, pudo pensar con claridad, y entonces, decidió seguir a Sasuke.
*

Con semblante pálido, Naruto arrastró los pies hasta el dormitorio, maldiciendo su propia impulsividad y sintiendo como su propio odio se acrecentaba dentro de él al punto de hacerle doler.

Creyó que iba a quebrarse cuando, derrotado, se dejó caer de bruces a la cama.

No pasó. Ya no tenía lágrimas por derramar, y sin embargo, el dolor era tan terrible que, no lo soportaba.

Su mente masoquista evocaba una y otra vez la visión que había tenido una hora antes en el colegio. Había ido a la escuela con la esperanza de que no fuera cierto.

La puerta de la entrada estaba abierta y tampoco fue un impedimento colarse por el patio hasta la oficina en subdirección.

Nada más llegar a la puerta, los jadeos provenientes del interior de la oficina se volvieron más claros.

Naruto había caído de rodillas frente a la puerta al reconocer la voz de Sasuke mezclada con los jadeos.

Sasuke era lo único que le quedaba. Y se había aferrado a él con todas sus fuerzas con la esperanza de salir adelante.

Desde el orfanato, Sasuke había sido la única persona que no se burlaba de él, fue el único que no lo dejó vagar solo por el patio o en los columpios, el único que no le dio la espalda ni lo señaló o se rió de él.

Recordó la primera vez que se tomaron de la mano.

La primer sonrisa que se dedicaron.

Los primeros insultos y retos entre ellos.

El primer cosquilleante y accidental beso y los que siguieron a ese. 

"¿Confías en mi?...porque yo en ti, no"

A tiempo, se cubrió la boca para no gritar. Las saladas lágrimas le brotaban sin control,  humedeciendole el rostro y nublandole la mirada.

No supo cuánto tiempo permaneció en la misma postura, pero cuando finalmente se levantó, quiso corroborar por sí mismo los hechos. Ausente, casi con resignación, empujó lentamente la puerta, entró con pasos torpes y mirada extraviada, vacía ya de todo sentimiento.

Y los vio.

Quizá, y Naruto no lo pensó hasta mucho después, si hubiera sido Karin quien estaba con Sasuke, todo habría terminado de otro modo.

Pero era Menma quien ocupaba el lugar sobre el escritorio y debajo del cuerpo de Sasuke. Sus ojos brillaban con reluciente goce mientras el Uchiha lo besaba en el cuello, después volvió su mirada hacia la puerta, sonriendo al saberse observado.

Bilocación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora