Final.

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A los cuatro años y tres meses de haber sido abandonado en el orfanato, Sasuke no era capaz de encajar. Se sentía totalmente fuera de lugar en una construcción fría y humilde. Se sentía prisionero de su propio destino.

Con el paso de los días, su mente infantil empezaba a asimilar el hecho de que sus padres (si es que vivían), no lo querían. Nunca irían por él.

Un odio descomunal había germinado en lo más profundo de su ser.

Fue entonces cuando se enteró de la llegada de otro huérfano, era un recién nacido al que habían abandonado en una canasta a las puertas del orfanato.

El niño había sido bautizado como Naruto a pedido de uno de los empleados.

Sin embargo, Sasuke no pudo verlo hasta semanas más tarde, cuando Shizune lo llevaba en brazos, envuelto en una manta y sosteniendo la fórmula contra sus labios para alimentarlo.

Obedeciendo a unas emociones impropias, Sasuke había querido acercarse para tocarlo, y Shizune se lo había permitido.

Aquel niño de tez tostada presentaba unas curiosas marcas de nacimiento en las sonrosadas mejillas, llevaba una diminuta mata de pelo rubia revuelta y, cuando abrió los ojos, Sasuke quedó maravillado de lo azules que eran.

Casi de inmediato le había agradado ese bebé. Había simpatizado con él luego de saber por boca de Shizune cómo había llegado en condiciones similares a las de Sasuke.

Compartían, aunque el bebé todavía no era consciente de ello, el mismo dolor de haber sido dejados a su suerte por sus progenitores.

*

Cuando Sasuke cumplió 6 años, empezó a ocuparse más de aquel niño torpe que constantemente se caía por los pasillos en busca de una asidera para sostenerse.

Había escuchado infinidad de veces a las encargadas quejarse de la hiperactividad del pequeño.

Naruto era como un muñeco con baterías interminables. Volcaba las cosas sin querer, derramaba la comida sin pretenderlo. No tuvo absoluto control de su cuerpo hasta pasados los tres años, y para entonces Sasuke ya era como su niñero personal.

El resto de los niños comentaban siempre idioteces a sus espaldas pero Sasuke solía restarle importancia. Aquello no le afectaba. Al menos no lo hizo hasta que Naruto cumplió seis años.

*

Para entonces la hiperactividad del niño había empeorado a níveles abismales. Naruto, siendo más consciente de sus actos, se había convertido en un chiquillo rebelde que gustaba de estropear cosas y molestar a sus mayores.

Sus travesuras iban desde rayones con crayolas en los muros del edificio, hasta arrancar páginas de las guías telefónicas para hacer aviones de papel.

Durante las clases nunca se callaba, y solía meter en problemas a sus compañeros al hacerles partícipes de platicas que no tenían fin.

Llegó un punto en que nadie lo toleraba, y se lo hicieron saber al darle la espalda. Todos los niños que habían llegado por fechas similares al ingreso de Naruto, empezaron a mantener su distancia y lo tacharon de "niño problema"

Y lo era.

Sasuke había perdido todo interés por volverse su amigo ante los múltiples castigos que le imponían al rubio. Se había vuelto el bufón del orfanato y había perdido todo respeto en su afán por querer llamar la atención.

Así transcurrieron varios meses. Naruto se había quedado completamente solo. Las maestras y encargadas dejaron de correr tras él, todos dejaron de preocuparse, sin saber que Naruto libraba a diario una batalla interna por querer mejorar.
*

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