Anahí era una mujer tan entregada y dócil, tan angelical y tan llena de pasión, que la idea de perderla ante la visita inesperada de Geovana me llenaba de ira por no poder controlar esa situación, así que aquella tarde decidí verla y fue un error grave...
Toqué el timbre y ella abrió la puerta, estaba con una batola de seda roja entreabierta y dejaba ver su cuerpo, no se podía negar que era extremadamente hermosa, con ella viví una torrida aventura, pero fue excediendose de lo pactado al principio, nada de sentimientos y nada de reproches, Geo no tenía la vocación de una sumisa y no la quería para ello, solo para un rato de placer, y quizás odien mi forma de decirlo, pero en mi defensa voy a objetar que siempre era sincero con las mujeres que yo llevaba a la cama.
—Sin rodeos y sin saludos, ¿Qué quieres? —Ella me miró asombrada ante mi frialdad y poca amabilidad.
—Ya veo que vienes con el arma en la mano, baja la guardia, solo quiero que me hagas el amor una vez más... —La miré, y vi en sus ojos una obsesión insana, una necesidad y apego que detestaba.
—Yo nunca hago el amor mujer, yo siempre he follado. Y no me interesas, ahora solo quiero que desaparezcas de mi vida, no te debo nada, disfrutamos mientras duró, así que voltea la página y no me saques de quicio. —Ella me miró con ese brillo de rabia que conocía.
—Pues no, eso no es tan sencillo, me rechazas porque estas con esa chiquilla inexperta, que ni te debe coger bien. —Cuando mencionaba a Anahí me hervía la sangre, pero no podía dejar que viera mi debilidad.
—Esa chiquilla como le dices, es una excelente sumisa, y es algo que tú no puedes darme, ahora ten dignidad y dejémonos de pendejadas, no me jodas más.
En ese momento ella se retiró la bata y dejó ver su figura, se acercó a mí y me tomó la mano haciendo a un lado su braga con su otra mano y la otra con la que tenía mi mano la llevó hacia su entrepierna, estaba resbaladiza, húmeda, y eso me aguo la boca, su sexo gritaba mi hombría, y el sexo de una mujer siempre ha sido una debilidad...
Así que le dije...
—Eres una maldita provocadora, quieres que te coja, que te de lo que necesitas para dejarme en paz, pero lo que no sabes es que si te follo en este instante vas a querer más y esto no va a parar, tú solo me gustabas para acostarme, no me interesaba una relación, pero te pusiste necia.
Y mientras le iba diciendo todo eso, iba tocando su sexo chorreante, ella gemía, buscaba mi boca pero yo la esquivaba, le regalé un orgasmo, y mientras aun temblaba me miró con rabia.
—No me importa si estas con ella, solo cógeme, te necesito Dimitri, eres una puta necesidad para mí, mírame puedo darte más de lo que ella te da.
La miré con ganas de tomarla, porque siempre he sido como las bestias que actúan por instinto y no por el corazón, y en ese instante el primero me estaba ganando, un amo le debe lealtad a su sumisa y yo había fallado en el mismo instante que seguí el juego de Geovana...
Era una mujer hermosa, morena de pechos grandes, un culo extraordinario, y una puta cara de zorra hambrienta que me estremecía, pero ella estaba fuera de sí y en ese punto yo también...
Me olvidé de Anahí y sucumbí ante esa morena que chorreaba en su sexo por mi vigor, así que la tomé, la volteé de forma brusca rompiendo sus bragas y abrí mi cremallera, saqué de mi cartera un preservativo y me lo coloqué rápidamente, la estampe contra la puerta de espaldas, y le di estocadas fuertes, que sintiera todo mi vigor dentro de ella, estaba caliente, estaba llena de arrechera por mí, gritaba eufórica mientras le decía sin dejarla de embestir:
—Quítate ese maldito Brasier, quiero ver esas tetas. —Y obedeció, estaba abducida al placer en ese momento.
Y toqué sus senos turgentes, su aureola oscura que estaba dura, me las metí en la boca con hambre, me estaba comportando como un león hambriento, mordí sus senos, los chupe para que le doliera tanto que supiera que solo era sexo y nada de amor.
Dejé que se corriera más de tres veces, ella estaba sudando, y le dije: —Ponte en cuatro en ese sofá.
Caminó temblando, estaba agotada ante las embestidas fuertes, y me puso ese culo grande en cuatro, lo agarré con fuerza y ensarté mi vigor, le di fuerte mientras ella gemía y gritaba al mismo tiempo.
—Cógeme más duro ¡Por favor! Prometo no molestarte más, pero cógeme duro.
Sabía que no cumpliría esa promesa, pero en ese momento nada me importaba, agarré sus caderas y le di fuerte, ella lloraba ante su liberación, yo rugía como un puto león, me corrí y cuando terminé, le dije:
—Ya estás servida, ahora saldré de tu vida y olvidarás por tu bien que me conociste, porque si te acercas de nuevo a buscarme te juro que será peor para ti.
Me dirigí al baño para limpiarme, cuando regresé ella estaba sentada, y se levantó para decirme: —Lo siento, ahora sé que jamás podrás darme lo que yo quiero, tú Dimitri Fontana, no amas a nadie ni siquiera a ella...
Salí de aquella casa sin mirar atrás, sabiendo que le había roto el corazón a Geovana con alevosía, pero desde el principio ese fue mi cometido, dejarle claro que si seguía solo sería el sexo más frío de su vida aunque tuviera muchos orgasmos, porque amor nunca vería de mi parte...
Mile Morales"Dulce Cayena"🌺
Estaré subiendo capítulos cada semana nuevamente, déjenme saber con sus comentarios y una estrella, que el regreso de esta historia les gustó. ¿Geovana se irá de la vida de Dimitri? Sigue leyéndo cada semana un capítulo y lo sabrás...
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Adicto A Mi Sumisa
Historia CortaEs una historia llena de erotismo que habla sobre este mundo de la Sumisión donde un hombre frío y controlado como Dimitri conoce a Anahi , una mujer extremadamente hermosa, de carácter fuerte pero con muchos miedos en su interior, una mujer que é...