Capítulo XII

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Otra vez la misma rutina de siempre para el chileno, este despertó sintiendo nuevamente frío en el otro lado de la cama, se levantó el hizo su rutina mañanera.

Estaba algo mareado, sus ojeras eran notorias pero nada que un poco de maquillaje no solucionara, se puso ropa ancha pero bonita y salió del hotel camino al hospital.

El día anterior no había podido visitar a su pareja debido al cansancio que sentía, pero hoy lo iba a ver si o si, su herida de la espalda le dolía un poco al igual que el pecho aunque ahí no tenía ninguna grieta, ignoró tales malestares y siguió su curso.

Llegó y entró de inmediato a la habitación donde se internaba el mexicano, el chileno era más o menos conocido así que sabían a que venía.

Lo vió ahí acostado en la misma posición, ya no tenía los parches en la cara, solo unos pequeños cortes ya sanando, le tomó la mano, seguía tibia y comenzó a hablarle, estuvo así unos minutos hasta que alguien entró a la habitación.

— Oh disculpe señor, no me fijé en que estaba aquí.—dijo la enfermera entrando con unas sábanas en las manos.— Solo venía a cambiar las mantas del paciente y a darle su comida diaria ¿Le gustaría ayudarme?—ofreció amablemente.

— Claro que sí.—dijo un poco más animado.

Chile tomó las mantas que cubrían al mexicano y las cambió por las otras mientras la enfermera veía las pequeñas mangueras que servirían para darle alimento al mexicano.

— Si no deseas ver, puedes voltear.—sugirió la mujer, pero a Chile no le importó.

Mex fue alimentado y luego la enfermera le explicaba la rutina que este tenía y como funcionaba todo, pues el chileno tenía la curiosidad sobre aquello.

Pero, mientras la enfermera le quitaba las mangueras al paciente, Chile soltó un quejido bajo que no pasó desapercibido por la enfermera.

— ¿Se encuentra bien?—preguntó viendo al contrario tocar su pecho.

— S-si, yo...Ahg.—otra vez sintió una punzada.

— ¿Me permite revisarle? Para asegurarme que esté bien.—el chileno terminó por acceder pero no quería que Mex escuchara.

La enfermera al ver su pecho notó como una grieta iba creciendo de a poco, también notó la de la espalda al quitar la venda antes.

— Señor, esas grietas debe tratarselas, por su salud le recomiendo que vea un doctor que sepa sobre countrys, OMS por ejemplo.

— No no, no se preocupe no son...¡Ahg!

México

Hoy Chile vino a verme, lo sé por qué me tomó la mano y comenzó a hablarme, en ese momento escuché a una enfermera entrar, seguramente la que me ayuda con mi higiene y alimentación, algo raro y medio incómodo pero no es como si pudiera negarme.

Le ofreció a Chilito ayudarla a cambiarme unas mantas y ella me daría "de comer".

Todo parecía ir normal, pero luego escuché a Chile quejarse de algo...no comprendí que pasaba hasta que escuché que tenía grietas en el cuerpo...

¿Qué?...¿Grietas?...

No no no, eso no puede ser real, el tiene que estar bien...tengo que ayudarlo ¿¡Por qué no solo despierto y ya!?

Saqué todas mis fuerzas que me quedaban y creo que logré mover una mano, no sabía si Chile lo había notado pero luego lo supe cuando este gritó emocionado...me alegra haberlo hecho feliz...seguí moviendo mis dedos y el me decía cosas lindas...

El chileno estaba emocionado de que México este mejorando, la enfermera le decía que si su grieta empeoraba, que viniera al hospital.

Al rato, Chile se fue y al llegar a su casa le contó a todos sobre el movimiento de mano del tricolor con escudo como un niño pequeño con regalo nuevo.

Esa noche durmió feliz. Adolorido pero feliz.

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No se encariñen.

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