Migrañas de una Cuarentena

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ADVERTRENCIA: Texto escrito en el día 41 de la cuarentena obligatoria del 2020 establecida en Buenos Aires (Argentina) debido al Covid19.

¿Quién tendría las ganas de oír este sonido tan sordo de la monotonía del día a día? Encontrarse en estas circunstancias tal vez sonaría como una dulce ilusión hace algunos meses, hace un año. En donde el ritmo de la vida cotidiana nos ahogaba todo el tiempo, en cada segundo, a cada paso. Cruzando la esquina nos gritaba "debes hacerlo".

Continuar sigue siendo en este momento algo inevitable y esperable ¿Quién quiere que todo se detenga más? Este estancamiento es solo momentáneo y aunque me lo recuerdo a cada momento no puedo evitar sentir que se hace eterno, algo lógico por lo que he escuchado es esta sensación.

Las horas de sueños se me han cambiado, a todos se nos dio vuelta el mundo por la pandemia disfrazada con velo. Que agradable suena en este momento el frío en la frente mientras viajas en el 501 con la lluvia golpeando el vidrio que te separa de la inundación. Las medias en la estufa esperando ser utilizadas una vez más después de la tormenta. Soplar un poco de alma para calentar las manos heladas, que lindo es el invierno. Tan poco pintoresco en el espectro visual y tan desgarrador para cualquier poeta del montón. Suena despectivo, pero no, reconozco mi propia sensación en esa definición.

"Hola, estoy aquí en casa ¿Quién más?"

En este instante si tirara esto en Twitter lo primero que recibiría serían hordas de gente diciéndome lo obvio y odiándome por recordarles que deben mantenernos presos ya que nuestras defensas aún no están listas para pelear esta batalla que, en palabras, suena demasiado fácil. Un virus que en su mayoría solo es mortal en gente de +65 años, la juventud debería estar afuera, pero ¿Por qué no? Se preguntarían algunos. La respuesta es muy fácil, por deber moral.

Tengo 18 años, dentro de un tiempo si encuentro esto me criticaré por escribir algo demasiado obvio y sin nada de carácter poético o con narrativa interesante, pero mi yo de mañana también recordara esto como un acto más del libro en el que el protagonista tuvo que guardar la espada debajo de la cama para que nadie notara que vivía de aventura en aventura, o al contrario, tuvo que limpiar su habitación para ver la espada y encontrar en su mente una próxima motivación para salir al mundo cuando esto terminase.

Me gustaría saber a ciencia cierta que todo va a estar bien, que todo en este preciso instante esta bien, quiero decir ¿por qué no habría de estarlo? En el afán de no querer molestar de sobremanera a alguien quizás no le digo que realmente estoy preocupado por él. Debería de ser capaz de quitarme esa manía tan destructiva de creer que el fin del mundo está detrás de la puerta de todos. En estas circunstancias, en que sé que no puedo correr por todo el barrio Los Álamos si simplemente me siento preocupado porque no sé qué fue de la vida de alguien, me siento aún más sobrepasado por la situación. No tengo que alimentar a ese monstruo interno, debo confiar más en el destino y no creer que siempre me va a traicionar.

Nunca fui alguien de ganar fácilmente algo, lo único que podría haberme venido de regalo es mi capacidad inventiva y la habilidad de dibujar cosas entendibles para el ser humano. Luego la aceptación por parte del entorno fue algo que aún tengo que pelear de vez en cuando, tanto en lo personal como en una situación sin relevancia. Comportarse de manera correcta hace que a veces la gente crea que pueden pasarte por encima ya que "no contestas", entonces terminas preguntándote "¿Quién la pasa mejor? ¿El que es un loco? ¿o el Santo?".

¿Qué tiene que ver eso con la cuarentena? Tal vez poco y nada, solo quiero escupir esas cosas que tengo atragantadas en el esófago desde hace 41 días, 41 días que no sé como contar exactamente, me pregunto desde cuando comenzó esto realmente ¿Empezó cuando fue obligatoria o ya llevo años aquí encerrado? 

Mi ReflejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora