21. Lágrimas

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En cuanto pudo se fue a la biblioteca, pero por más que buscó y rebuscó no encontró nada, buscó por tema "enfermedad", "ceguera", "estrellas", "ojos", la mayoría eran términos demasiado generales y aunque tenía de pocas a nulas esperanzas de tropezarse siquiera con algo útil aun así insistió con la búsqueda para al menos sacar de su cabeza al cervatillo por un rato.

Era obvio que el castaño tenía un aprecio especial por su amigo Auron, lo solapaba y seguía en actividades de dudosa moral que no llevaba a cabo con nadie más, eso sin contar con los constantes coqueteos del hijo de puta de "Auroncito", por ello no debía ver a Luzu como otra cosa que no fuera un camarada, pero aun así le preocupaba.

Por eso aunque tuviera que buscar hasta por debajo de las piedras, encontraría una manera de ayudarlo con su problema.

Después de días sin frutos a sus esfuerzos como detective de biblioteca comenzó a preguntarse de qué otras fuentes podía obtener información, mientras andaba de regreso a casa pensando en eso vio al castaño dormido bajo un árbol en una colina, desprotegido, tan confiado como siempre.

Se dispuso a ir a darle un "amistoso" puntapié para recordarle que no debía ser tan relajado, pero no pudo evitar admirar la paz de su rostro al descansar, tranquilo, sereno.

Unas cuantas hojas habían le caído en la coronilla y Reborn se vio llevando su mano para quitárselas gentilmente, lo cual contrastaba bastante con su intención original, pero no podía sacar de su mente que el castaño lo describió como "gentil", lo habían llamado muchas cosas en su vida, pero jamás gentil.

Al hacer aquello Luzu soltó un suspiro y junto con ello un par de lágrimas que parecían haber estado atrapadas entre sus párpados, pero no se veían como lágrimas normales, eran como un par de cristales brillantes, al caer produjeron aquel sonido cantarín como los diamantes al salir en las minas

—Pero qué coj...—

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