𝑆𝑖𝑛 𝑡𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜

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Marceline y Bonnibel se vieron cada noche y había pasado un mes desde qué sé conocieron, cada noche platicaban o algunas veces simplemente estaban calladas mientras estaban muy cerquitas. Era de noche, ellas estaban abrazadas mientras miraban las estrellas y Marceline no podía aguantar más, volteó y tomó suavemente él rostro de Bonnibel, se acercaron lentamente, sus narices sé tocaron, sentían su aliento mezclarse y cerraban sus ojos conformé sé acercaban más. Sus labios se tocaron suavemente, Bonnibel colocó sus manos sobre los hombros de Marceline y las acarició mientras sé besaban. Aquel besó las hizo sentir chispas y muchas mariposas en sus estómagos, se separaron lentamente y juntaron sus frentes mientras se sonreían. Ahora sabían qué tenían qué estar juntas y lo habían descubierto con ese besó. Desde aquel besó, ahora se besaban cada rato y no podían evitar sentir las cosas qué sentían.

Marceline paseaba por la cubierta del barco, no podía evitar sentirse muy bien y su mente la hacía recordar los besos qué le había dado a Bonnibel la noche anterior pero rápidamente sus recuerdos fueron interrumpidos cuándo anunciaron un barco enemigo qué tenía capturada una sirena, Marceline anunció qué atacarían para salvarla, su barco se acercó al suyo y rápidamente comenzó la lucha, uno de sus tripulantes liberó a la sirena y pronto Marceline se dió cuenta qué aquel barco le pertenecía a uno de sus mayores enemigos: Él capitán Braco. Cómo siempre cada vez qué se veían se atacaban así qué combatieron cuerpo a cuerpo, sus espadas chocaban y de vez en cuándo lanzaban golpes. Marceline sintió la hoja de la espada de Braco rozar su brazo izquierdo, notó que la herida le salía algo de sangre. Al parecer querida capitana Marceline te estás haciendo vieja -Comento en tono burlón haciendo bufar molesta a Marceline, continuaron peleando durante varios minutos y ella logró hacerle una herida grave a Braco, finalmente ella lo dejó ahí y se fue a su barco, ordenó a su tripulación qué se marcharán de ahí inmediatamente.

La noche cayó y fue cuándo Marceline se quito su abrigo y él dolor de aquella herida le dolió, su camisa larga ya estaba manchada de sangre, salió de su camarote. Finn, ayúdame a cocer está herida antes de qué llegue Bonnie -Pidió. El asintió e inmediatamente trajo las cosas qué ocuparía, ella se sentó en un barril y se quitó la camisa, se quedó obviamente con un sostén negro. Finn tomó un trapo y limpió la sangre, después comenzó a cocer aquella herida.

Por favor, deja de moverte -Dijo Finn aguantando reírse, Marceline era muy buena para recibir heridas pero muy mala para aguantar cuándo le curan las heridas. ¡Es qué duele mucho! -Gimió de dolor, trató de no moverse pero no podía. Aquella herida era un poco grande y Finn apenas había cocido la mitad. ¡¿Pero qué le estás haciendo?! -Dijo una sirena muy enojada al ver a Marceline sufrir por aquella herida. Tranquila, sólo me esta ayudando con mi herida -Explico Marceline. Bonnibel se relajó pero no le gustó ver a Marceline hacer cara de dolor y cuándo finalmente terminó aquello ambas se sentaron en el mismo lugar mientras Marceline se ponía la camisa. ¡¿Pero qué pasó? ¿Porqué tienes una herida?! -Preguntó preocupada mientras la observaba abrocharse su camisa. Rescatamos a una sirena de unos piratas y ya sabes...tuve un pequeño intercambio de espadas con el capitán -Respondió. Bonnibel sonrió al escuchar aquello, ya sabía qué la capitana ahora ayudaba a las sirenas y eso la hacía sentir feliz. La sirena cuidadosamente se inclinó y besó aquella herida a través de su camisa, sintió ligeramente aquellos hilos qué ahora trataban de cerrar la herida a través de sus labios, aquella escena para Marceline le pareció bastante tierna y la rodeó con sus brazos para acercarla aún más y besarla apasionadamente, su lengua jugo con la de Bonnibel mientras ella hundía sus dedos en los cabellos negros de la pirata.

¿Así que...estás comprometida? -Preguntó Marceline con una mirada un poco triste y la sirena asintió. Bonnibel había decidido confesarle lo de su boda aquella noche. Pero no quiero casarme ni siquiera conozco a mí prometido -Hizo una mueca. Quisiera quedarme aquí en tú barco contigo para siempre, me haces sentir libre y amada al mis tiempo -Dijo cerrando los ojos al sentir aquella agradable brisa en su rostro. También quisiera qué te quedarás conmigo para siempre -Tomó su manó y las entrelazaron, unieron nuevamente sus labios. Ambas sabían qué tenían qué disfrutar mientras durará, incluso en un momento cómo ese Marceline deseaba con todas sus fuerzas ser una sirena o qué Bonnibel fuera humana para poder estar juntas pero las cosas no estaban a su favor y sabía qué en algún momento tenía que dejarla ir. Aquella noche Marceline se fue a dormir pensando en lo qué había hablado con Bonnibel, si sus ancestros se enterarán qué estaba enamorada de una sirena seguramente se avergonzarían de ella pero ni siquiera le importó, estaba profundamente enamorada de Bonnibel y no le daba vergüenza admitirlo. Mientras tanto Bonnibel al llegar a su cama y al cerrar sus ojos deseó una manera de que ella y la linda pirata estuvieran juntas por siempre, y claro había una manera: Su padre, él rey tritón es él ser más poderoso de todo el mar y su tridente tiene poderes mágicos, él incluso es él qué controla las tormentas, él podría transformarla a ella en humana o a Marceline en sirena pero él definitivamente no accedería a qué ellas estuvieran juntas y menos sabiendo qué Marceline es su "enemiga" de tantos años al igual qué sus ancestros. Sabía qué le quedaba muy poco tiempo, su padre ya estaba organizando toda su boda y eso la inquietaba porque eso significaría que pronto dejaría de ver a Marceline y no la volvería a ver, quería tener más tiempo para estar con ella.

Ojalá las cosas fueran diferentes para las dos pensó mientras trataba de dormir, unos minutos cayó profundamente dormida y sonrió mientras en sus sueños aparecía Marceline, soñó qué ella se la llevaba lejos y vivían juntas en su barco, y eran increíblemente felices.

𝙐𝙣 𝙖𝙢𝙤𝙧 𝙙𝙚 7 𝙢𝙖𝙧𝙚𝙨 [𝘽𝙪𝙗𝙗𝙡𝙞𝙣𝙚]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora