Capítulo 7

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La rescousse. 

(El rescate).

Christian. 

Observo como la mujer de cabello negro se da la vuelta y sale de mi oficina, le doy una mirada más abajo de su espalda hasta que cierra la madera detrás de ella. Me doy la vuelta regresando mi atención al grupo de soldados que entrenan en el campo frente al edificio, con la imagen de ese pantalón negro que se ajusta a esas piernas largas y gruesas clavada en mi mente.

Llevo el cigarro a mi boca nuevamente dándole una última calada para acabarlo, muevo de un lado a otro mi cabeza mientras dejo ir el humo hasta mis pulmones, queriendo que el estrés que me cargo se aliviane un poco. El celular me timbra, le echo un vistazo, y el nombre de Vanessa reluce en la pantalla. Ignoro la llamada volviendo mi vista a la ventana.

Tener pegada a Vanessa a mí todo el jodido día es un fastidio. Es como tener un grano en el culo. Trato de que se vaya a cualquier lugar que no sea a centímetros de mí y vivir tranquilo sin sus molestaderas, pero claro, ella no cumple con eso, jodiéndome a cada segundo y comportándose como la loca que es insistiendo tantas veces en el día por una llamada que no le voy a atender.

Resoplo sacando por consecuencia el humo de mi boca. Lo irónico y absurdo de saber tan solo que Vanessa es una loca, y es psicóloga, "una de las mejores" encima, como si no fuese suficiente ya que los idiotas que le entregaron el título lo hicieron sin antes verificar que fuese sana de la mente para obtener la profesión que estudia la conducta y la mente de los demás.

Completamente absurda la mierda esa.

Me acerco a mi escritorio y presiono la punta del cigarro en el cenicero para apagarlo, lo suelto en el lugar y llevo mis manos al cuello de mi playera, acomodándola de mejor manera. Siento que me estorba hasta la mínima costura que tenga, sin contar a la playera misma.

Tomo entre mis manos el IPhone al lado de la laptop en el escritorio, desbloqueo la pantalla, hago la llamada que vengo haciendo desde hace más de tres horas cuando la insistidera de Vanessa se acaba. Suena cinco veces, me cabrea cuando no contesta porque este asunto tiene que ver con trabajo, con las necesidades de la RDLA, y a darla de baja voy cuando se digna en responder.

—¿Qué tipo de ser eres que debo llamar a tanta gente para contactarte? —increpo con ironía.

—Soy el ser que te alegra cada día de tu vida —se ríe.

—Quisieras...

Suelta la carcajada, mientras que yo quiero tenerlo enfrente para deshacerle la risa. Louis siempre termina siendo el que carga el mejor humor de los dos.

—Espero que ya hayas empacado, tu traslado ha sido aprobado para hoy.

Necesito a mi grupo de trabajo que tenía en Romulanos acá, en Ataraxia. Louis, aparte de ser un Agente Gran maestro, es un ingeniero en sistemas, el mejor de la república, un informático hacker que ha logrado a lo largo de los años posicionarse en las altas cuerdas de la RDLA.

Nos conocemos desde que él se negaba a llevarse a la cama por primera vez a una chica, y yo me metía con tres. Tan diferentes.

—Claro, ya tengo todo preparado, solo estoy dejando todo mi cargo acá en orden, que me lo están exigiendo.

—El vuelo está programado para la noche de hoy, Mónica y Zelinda son trasladadas también.

—Me lo dijeron, pero temo decir que ellas no viajan conmigo esta noche, ellas están en una misión, por lo que el tiempo de venida es incierta.

Felonía ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora