Capítulo 6

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Versuchungen.

(Tentaciones).

Michelle.

Cuatro treinta de la madrugada y me sumerjo en el chorro de agua en el baño de mi habitación, me empapo completa, el cabello me lo lavo con shampoo de cereza y ni me doy la molestia de aplicarme acondicionador, es demasiado tarde, me he quedado dormida y no puedo llegar tarde.

Salgo de la ducha tan rápido como nunca, con una toalla envuelta en mi cabello, y yo sé que no debería hacerlo, pero ahora no es el momento de llevármela de señorita cuida bien su cuerpo. Me enfundo en el pantalón negro camuflado, me coloco una camiseta antes de colocarme la chaqueta del mismo diseño. En la RDLA, se manejan tres diferentes diseños de uniformes que cada rango obtiene: los del día a día, los ceremoniales, los de guerras que son especializados para ello; así también va cambiando el color de cada uniforme con los rangos de los demás.

Me coloco el cinturón de armas en mi cintura, en mi muslo derecho, en mi antebrazo coloco el cartucho de cuchillo y mis dos Glock 17 las acomodo en mi cinturón, tomo mi gorra y ya con una coleta alta, salgo corriendo de la habitación habiéndola cerrado con seguro.

Mientras corro veo el reloj en mi muñeca, «cuatro cincuenta», bien, en diez minutos ya tengo a la mayoría formados en el campo. Ayer por la noche se les dio el anuncio que se harían pruebas, por lo que, ya deberían de estar en el campo de batalla.

Comienzo a trotar sobre el lodo del campo, acaba de dejar de llover, el cielo permanece nublado como de costumbre, y aspiro el vapor congelado que es la neblina y la pequeña llovizna que hay. La gorra cubre que me caiga en la cara, los soldados llamados a las pruebas se ciernen sobre mi vista, voy tomando postura, dejo de correr y pongo mis manos detrás de mí.

Hay entre chicas y chicos, los Adeptos suelen ser los más jóvenes, o los más inexpertos sin poner a decir la edad que tengan. Los Maestros ya somos los que luchamos y peleamos por subir de mérito, hasta también subir al rango de Gran Maestro, cada quien invierte su pellejo en la guerra esperando no morir.

—¡Firmes agentes! —grito caminando al frente de todos, para llegar al medio de la formación que es enorme, hay de diferentes divisiones y de diferentes grupos liderados por los agentes maestro, quienes están ubicados con el mentón en alto al frente de sus escuadrones.

Algunos maestros ya presentan su disgusto por verme al frente, pero eso nada más son ánimos y gusto para seguir. Ubico en mi campo de vista a Franco, quien cree que tal vez soy su amiga para que sonría, igual sé que no es así porque su burla es tan marcada. Quisiera ir a donde él y quitarle esa altanería frente a todos. Lo ignoro porque no pienso perder tiempo en gente mediocre.

—¡Nuestro Líder presenta la necesidad de clasificar a los mejores agentes para una misión de suma importancia! —Empiezo a dar el contexto del porqué de hacer esto, y la mención de él me acelera los latidos del corazón, solo el simple hecho de pensar en Christian— ¡Misión que amerita cero errores, por lo que los mejores serán elegidos con la oportunidad de subir puntos de mérito al dar por triunfo dicha misión!

»¡Cada teniente encargado de sus tres escuadrones va a separar la basura del desperdicio, y luego de eso, yo escogeré a lo que sirve de la basura! ¡¿Entendido?!

—¡Más que claro mi teniente! —responden todos al mismo tiempo.

Sonrío sintiéndome eufórica, esto se siente tan bien.

—¡Treinta vueltas al campo! —ordeno para empezar con el calentamiento físico.

Tres horas más tarde ya estamos en grupos probando puntería en movimiento con el pesor de las armas, municiones y los fusiles de asalto HK416.

Felonía ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora