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Abrí los ojos después de literalmente haber dormido en una silla durante toda la noche, desde luego no esperaba quedarme dormida allí pero teniendo a Ganyu al lado era difícil no quedarme junto a ella.

La peliazul seguía durmiendo, se veía muy cansada y decidí no despertarla. Aquello que sucedió anoche no salía de mi cabeza, y dudo que pueda olvidarlo, pero por suerte ya estaba todo bien. Bueno, no del todo, las heridas que ví en los brazos de Ganyu me empezaron a preocupar, pero no tenía nada a mano para poder curarlas.

Quería saber que le sucedió, pero preguntárselo no es una de las mejores opciones, al menos, no por ahora.

Me levanté de la silla y estiré mi espalda por estar en una posición incómoda tanto tiempo, sentía que el cansancio iba a poder conmigo y haría que me diesen ganas de tirarme al piso y dormir el resto del tiempo ahí, pero me esforcé por mantenerme en pie.

Miré a Ganyu, y me dió pena. Sabía que cuando despertase no estaría muy feliz que digamos. Echaba de menos los momentos en los que se reía conmigo, y sobre todo, su risa.

Me gustaba verla feliz y verla ilusionandose por unas simples flores, me gustó la manera en la que se preocupó por mi, me gustaba cuando se reía haciendo que el ambiente fuese más feliz, me gustaba su pelo, sus ojos, me gustaba- ella.

¿Eh? ¿qué acabo de decir?

Aunque no puedo negarlo, siempre tuve cierto sentimiento por Ganyu que nunca supe explicar. ¿Amistad? No sabría decir si es una amistad. Pero...la considero mi...persona especial.

Sí, ese término está bien, "mi persona especial" nada muy fuera de lugar. ¿No?

Traté de olvidar lo que acababa de pensar y volví a planear una idea que tenía en mente. Como quería hacer que Ganyu no estuviese tan triste, iba a regalarle algo. ¿El qué? Pues la verdad, no lo sé.

Tras unos minutos pensando, una idea me iluminó la cabeza.

"Ya que no pudo ver el espectáculo, ¿por qué no le hago yo uno? De todas maneras, aprendí como hacer fuegos artificiales hace unos meses, nada puede salir mal"

No le encontré fallos a esa idea, así que quise ponerla en marcha.

Pero...quería que fuese una sorpresa, así que tendría que irme de esa caseta y volver a mi casa ya que ahí estaban los materiales. Y tenía miedo de que si me alejaba de Ganyu le pasase algo.

Si alguien pudiese traermelos aquí y yo me fuese no tan lejos... Eh...

Oh, ya sé, conozco a una de las secretarias de Ninnguang que me cae bastante bien. Podría pedirle ese favor, bueno, manos a la obra, pero antes..

Tengo que desayunar o si no probablemente si que acabaría tirada en el piso, no se si por hambre o por cansancio. O las dos.

Aunque apenas hubiesen quedado cosas en aquella caseta, tenía la esperanza de que quedase algo en los estantes de arriba, así que fuí a rebuscar como una rata.

Ví que no llegaba así que agarré la silla en la que pasé la noche y lo intenté de nuevo; Me puse de pie en la silla con cuidado y pude ver que sí quedaba comida allí arriba, estaba empaquetada así que no habría caducado. El único problema es que estaba muy, muy al fondo, así que tuve que ponerme de puntillas e intentar  estirar mi mano para llegar.

Mis dedos rozaron el paquete de comida, que ni siquiera pude ver con claridad el contenido cuando la silla chirrió y se fue para atrás, haciendo que yo callese en seco y haciendo también demasiado ruido.

–Auch– exclamé de dolor por la caída.

Tras unos segundos abrí mis ojos y escuché a Ganyu decir:

–¿K-Keqing? ¿Que ha pasado?

–Nada, estoy bien– dije entre quejas

Me levanté y al querer darle los Buenos días a la peliazul ví que volvió a dormirse. Debía que de estar realmente cansada, física y mentalmente.

Bueno, dejaremos el tema del desayuno por ahora.

Iba a escribirle a la Secretaria de Ninnguang, por suerte sí que tenía papel y quise salir de la caseta para hacerlo.

Ganyu se había destapado un poco, así que volví a ponerle la manta, me acerqué a ella y le di un beso en la mejilla. Ni siquiera lo pensé dos veces, más bien ni siquiera lo pensé.

...

El tiempo había mejorado y hacía un aire fresco. Habría preferido que no hubiese tormenta cuando llegué aquí, pero bueno.

Me senté en la hierba y me puse a escribirle un mensaje simple a la secretaria, se llamaba Litsai.

Solía tomar un café con Litsai los días de trabajo y placticábamos juntas de cualquier cosa, podría considerarla alguien de confianza, me gustaba su compañía, pero no es para nada comparable a la de ya saben quién.

Al terminar el mensaje, lo puse en un buzón que estaba ahí cerca, supongo que pasaba alguien por ahí para recoger las cartas.

Seguro que todo saldrá bien, lo tengo todo planeado, ¿que sería lo peor que puede pasar?

𝐀𝐪𝐮𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬 𝐟𝐥𝐨𝐫𝐞𝐬 𝐜𝐡𝐢𝐧𝐠𝐱𝐢𝐧 (𝙶𝚊𝚗𝚚𝚒𝚗𝚐) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora