Sedúceme: 13

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Un silencio abrumador los separaba. Tn golpeaba el asiento copiloto con sus dedos, mientras Jean se concentraba en la autopista que se abría a sus ojos.

—necesito para. Le dijo él de pronto. Tn lo miró de inmediato. Esperaba en realidad otro tipo de conversación. Algo mejor y más intenso. Tal vez que hablara de los dos.

—¿estas bien?. Pregi to ella. Deduciendo que era lo más inteligente que se le había ocurrido preguntarle. Jean detuvo el auto, estacionándolo en un garaje cerca a una cafetería en medio de la autopista.

—sí, sí… solo estoy cansado. Admitió él sobandose los ojos. Había manejado tanto que pensó que se desmayatia en medio de la carretera.

Y volvieron a quedarse callados. Jean rompió el hielo por segunda vez 

—¿te molesta si nos quedamos a dormir aquí por hoy?. Le preguntó. Quiso mirarla pero sabía, pero sabía que se distraeria con sus bonitos labios, sus ojos, su nariz… y todo lo que le gustaba. Apartó la vista hacia el parabrisa. ¿Cómo es que podían estar tan fríos después de haberse dicho que se aman?

—no…. Negó ella.

—ok. Jean abrió la puerta del automóvil e intentó salir.

—¿Jean?

—¿mnh?. Dijo con una pierna fuera del auto.

—¿te pasa algo conmigo?. Le pregunto Tn. Se miraron de nuevo, por una exuberantes milésimas de segundo.

—¿por qué lo dijes?

—nada…

—estoy bien. Le afirmó Jean. Esta vez si logro salir del auto, abrió la parte trasera del auto y sacó la maleta improvisada de Tn. Ella también bajó del auto. De alguna manera de había enfadado por todo este berrinche que Jean estaba haciendo y ni siquiera sabía por qué. Pero si el no quería hablarle ella tampoco lo iba a hacer. Tiro la puerta y se adentro a la cafetería. Jean siguió sus pasos. Por detrás la vista era aún mejor. Todavía conservaba sus braguitas y sin nada encima. Solo la cazadora que le cubría hasta orbencima de los muslos. La miró de espaldas caminar… se moría por adherirse a ella y acariciar su bonito trasero que siempre había tenido y que él…habia probado muchas veces. Se río. Tn se volteo al escucharlo

—¿se puede saber de que te ríes?

—¿no puedo?

—primero estas cabreado y ahora te ríes, quien te entiwnde JeanCarlo León. Tn lo ignoró y continuó su camino. Dentro, la cafetería se convirtió en un alboroto. Demasiada testosterona para una sola chica lincería.

Un silbido se escuchó desde las mesas más alejadas.

—oye guapa…. Gritaron desde el fondo. —¿has venido así para mi?. Y los demás hombres rieron

—Hola preciosa…. Un honbre pasó por su lado, susurrandole al oído.

Y pudieron seguir gritando más halagos subidos de tono para ella, su es que no hubiera visto a Jean detrás de ella. Entró y la cogio de las manos, tal vez bruscamente, apartándola de la mirada de todos esos hombres. Tn trató de zafarse, pero él aumentó la fuerza en sus brazos.

—son treinta dólares guapo. Tn soltó una risa exagerada al escuchar la voz ronca y masculina de la mujer. Fue entonces cuando se percató que no tenía culo ni senos, mierda. Era travesti. Jean se incomodó. Y ma spor que Tn se reía de la situación. Sacó de la billetera los treinta dólares que le había pedido.

—ahí están. Le entregó.

—duerme bien campeón. Le dijo dándole las llaves mientras le sonreía sutilmente.

Sedúceme (JeanCarlo León y tú) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora