Sedúceme: 22

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Jennifer estacionó su viejo Renault. Resopló su propio cabello quitándoselo de la frente. Era ahora, o nunca tendría el valor de ver a Jean de nuevo. Sin pensárselo mucho y darle mucha vuelta al asunto, tocó la puerta principal mientras se acomodaba la falda tejana.

Él le abrió la puerta.

—ah… hola…. Le dijo casi estupefacta. Dios era en ese momento donde notaba lo mucho que le gustaba Jean. Él le dedicó una sonrisa a medias.

—hola…

—¿puedo pasar?. Le pregunto ella, Jean solo asintió, abriendo más la puerta principal, haciéndola pasar. De inmediato ella se volteo a mirarlo, lo conocía muy bien. —¿estas bien?, ¿me he perdido de algo?. Dijo riendo. Jean la miró enternecido. ¿Por qué Jennifer tenía que ser tan jodidamente asombrosa? Simplemente no se merecía nada de esto. Cerró la puerta.

—perdón por no llamarte…

—no te preocupes. Ya me acostumbre a que estés desaparecido siempre.

—no, no… no es así…

—hey. Ella le acarició una mejilla. Jean sintió un pequeño remordimiento en el corazón. —está bien, ¿estamos bien, no?

—creo que sí.

Un silencio incómodo se pasó entre los dos. Jennifer decidió romperlo.

—¿crees?

—yo… Jennifer… es que…. Murmuró. —quiero que estemos bien ¿ok?, como amigos, que todo este bien…

Jennifer sintió una oleada fría en el estómago al escucharlo hablar. ¿Por qué recalcaba la palabra “amigos”? Lo eran pero… ¿es que acaso Jean se había olvidado del beso de la otra noche? ¿O simplemente no había significado nada para él?

—¿se puede saber que te sucede?. Le pregunto ella. Y entonces recordó. La última noche. Aquella que habían hablado por celular. El cumpleaños de Orson. Jean no fue por ella. Y no había ido por ella porque… —ah… ¿tu novia te ha prohibido que me veas? ¿Es eso?. Le preguntó. Y era como si ella misma se hubiera marcado el corazón con una navaja gruesa. Le dolía. Le dolía Tn y lo mucho que aún podía importarle a Jean a pesar del tiempo. Era injusto. Injusto para ella, que había pasado un año cerca de Jean solo para enamorarlo.

—no, Tn no es así…

—Claro, defiéndela, mierda, no puedes ser que seas tan idiota. Le dijo sin pensar, y a continuación, lo siguiente también lo diría sin meditar. —no puede ser que sigas enamorado de ella cuando yo soy la que he estado aquí, a tu lado, todo el tiempo, Jean…. Un nudo se le formó en la garganta al escuchar sus propias palabras. Él la miró atónito. Sin saber que decirle. —no se que vine a hacer aquí…

Capítulo 22 arriba, espero que les guste mucho con demasiado bye bye ❤️❤️

Sedúceme (JeanCarlo León y tú) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora