𝐌𝐎𝐍𝐒𝐓𝐄𝐑 𝐈𝐍 𝐌𝐄 | ʳⁱᵛᵉⁿ [ᶠᵃᵗᵉ: ʷⁱⁿˣ ˢᵃᵍᵃ]

𝐢𝐯. estar siempre alerta

ESTAR SIEMPRE ALERTA
también conocido como: episodio dos - aquí no hay extraños

Si había algo que se esperaba de Riven, es que siempre cumpliera su palabra.

Eso era algo con lo que Sky siempre podía contar, y ahora Circe también lo sabía. Después de la fiesta de la otra noche, se había levantado bastante optimista tras su momento con Riven. No es que fuera un momento en absoluto romántico. Sólo un momento en el tiempo que ocurrió que cambió las cosas entre los dos. De una manera totalmente platónica. Para nada sexual. Porque, ¿por qué iba a serlo? Sólo eran conocidos. Nada más y nada menos.

Circe no podía estar más equivocada.

Cuando Riven prometió que al día siguiente seguirían siendo 'enemigos absolutos', había querido decir cada una de las palabras que habían salido de sus labios, dulces como la miel pero pegajosas como el veneno.

El chico moreno era implacable. En cualquier oportunidad que tenía, bromeaba con insultos dirigidos a la rubia. Cuando Circe hacía algún intento de enfrentarlo, él la ignoraba o la humillaba con algún tipo de burla. Y Circe estaba llegando al final de su paciencia. No le importaría ignorarlo durante el resto del día si pudiera, pero Riven no se lo permitiría, rondando como una mosca de la que no te puedes librar, zumbando en tu oído, minando.

Intentando concentrarse en la tarea que tenía entre manos, Circe y otro de los de primer año, llamado Dane, se peleaban en el tapete junto a la orilla del estanque. Si no tenía cuidado, se caería en él, empapada hasta los huesos para el resto del día. Era consciente de la mirada observadora de Riven sobre los dos, lo que sólo la animó más a demostrar que estaba equivocado.

Cuando Circe fue a dar una patada alta, Riven levantó las cejas, dirigiéndose a Dane— ¡Lanza la pierna!—.

El chico de piel oscura siguió su consejo, y al seguirlo, Circe gruñó cuando su cuerpo se estrelló contra el suelo, dejando sin aire a sus pulmones. Riven le dedicó una sonrisa de satisfacción mientras ella le miraba con desprecio, permaneciendo tumbada durante unos segundos.

Sky, que había estado observando perezosamente mientras entrecerraba los ojos contra el brillo del sol, le dio un codazo a Riven.—¿Tienes que ser tan pesado con mi hermana?—

—Alguien tiene que hacerlo, para evitar que se vuelva demasiado egoísta—.

Sky puso los ojos en blanco, y se detuvo al ver a Stella en la distancia antes de sonreír a Riven.—Se diría que si la odias tanto harías cualquier cosa por pasar menos tiempo a su lado, no más—.

Riven se burló mientras la rubia se alejaba, robándole la oportunidad de replicar y continuar la conversación. Circe se esforzó por levantarse, con la espalda dolorida por la dura caída mientras se frotaba los huesos, mirando fijamente cómo su hermano se alejaba. Con un gesto de dolor, Circe se preguntó cuántas veces cometería Sky el mismo error antes de darse cuenta de que él y Stella no hacían buena pareja. Chocaban. Ella manipuló. Él caía.