Introducción.

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2072, un año donde la humanidad se describe en dos palabras, evolución y manifestación.
Vivimos en una sociedad donde una pequeña porción de las personas dejan de ser personas, ya que una pequeña parte de la población mundial cuenta con una habilidad excepcional, un poder, que los expertos denominaron como "Taikoku". Son manifestaciones del "alma" de las personas, cada alma es individual y estos Taikokus son manifestaciones físicas de esa cualidad humana que es inmaterial. Algunos dicen que las almas se manifiestan de forma aleatoria, otros intentan darle algún sentido...
Los Taikokus son como las huellas dactilares, cada persona tiene uno distinto y peculiar a su manera. Los cuales conviven con aquellos que no cuentan con nada, que se mantienen en la indiferencia por nacimiento.
La sociedad evoluciona, no existen guerras ni conflictos bélicos, supondrían la destrucción del planeta, el abastecimiento sigue siendo justo, y la población mundial aumenta a su paso.
A pesar del milagro de los Taikokus, cada persona los utiliza para motivos diferentes. En algunos casos para ejecutar sus trabajos, permitidos por la ley, o para los intereses personales de cada persona, que puede llevar a grandes catástrofes si los Taikokus que se usan llegan a ser muy poderosos. En solución a este grandioso problema, se fundó una organización aliada con las naciones unidas, denominada la C.H.A.S.E, la cual era liderada por un reducido número de personas personas, con unos Taikokus sumamente poderosos y especiales, llamados Jaikiden. Los Jaikiden reclutaron a tantas personas con Taikokus fuertes como les fuera posible, los pusieron a prueba, y les otorgaron el honor de servir y proteger a la humanidad en la medida de lo posible, y así siguió el linaje de los Jaikiden durante tres generaciones, hasta hoy. Ellos aseguran el bienestar y la protección de la Tierra, pero, ¿a qué costo?

"Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad".
-Albert Einstein.






Para César, por enseñarme que no todos los héroes son buenos y no todos los villanos son malos.

Para Andrea, porque crear universos merece la pena.

Para Hugo, por los velocistas, los hombres lobos y los espadachines de pocas palabras.

Para Juan, porque somos esos héroes sin poderes.

C.H.A.S.E.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora