5) Aijing y los Wu devuelven la esperanza a Mercurio

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Lo primero que vio al abrir los ojos fue a una sirvienta de tez morena y una larga cola de caballo con un cabello bien cuidado y voluminoso. Supo así que había llegado a Nosaka sana y salva, estaba convencida de que sólo allí habría la suficiente calidad de vida como para que una sirvienta pudiera mantener su pelo de aquella forma en mitad de aquella crisis. Apartó las sábanas que la cubrían y se incorporó para salir de la cama, pero la sirvienta la detuvo.

—Debe descansar, el señor Kazuo vendrá a atenderla.

—No puedo descansar, tengo cosas muy urgentes que...

—Lo sabemos —dijo una voz masculina desde la entrada de la habitación—, pero es urgente que descanses si no quieres empeorar. Tienes mucho que explicarnos.

Wu Kazuo era un chico joven, muy delgado y pálido. Tenía el cabello castaño oscuro, tanto que dependiendo de la luz parecía negro, y era particularmente alto. ¿Habían enviado a Kazuo a encargarse de ella? Era probable, Aijing sabía que Nosaka era la ciudad más tradicional de todo Mercurio, funcionaban de una manera muy singular y mantenían ciertas costumbres como el de la hospitalidad. El Castillo de Nosaka, construido en base a los planos del Palacio Imperial de Tokio que hubo en la Tierra, era la residencia de los Wu, que estaban presididos por Wu Zhihao, la anciana matriarca de la numerosa familia. Conocida popularmente en el planeta como la Abuela, Zhihao era probablemente la plutócrata que más tiempo llevaba gobernando, pero en Nosaka no era un inconveniente. A diferencia de lo que ocurría en el resto de Mercurio, la mayoría de habitantes de la ciudad veneraban a sus gobernantes y los consideraban líderes hábiles de la ciudad, pero tampoco había familias que pudieran competir por el poder. Nosaka tenía el contexto perfecto para ser la ciudad más estable políticamente en Mercurio y los Wu trabajaban unidos para asegurarse de que eso siguiese siendo así.

Un chico apareció por la puerta y abrazó a Kazuo por la espalda. Ambos tendrían más o menos la misma edad, pero el extraño tenía la cara más aniñada y la expresión más dulce. No obstante, era más alto y sus espaldas más anchas, de hecho, podían percibirse sus músculos apretados por la tela de su camisa. Tenía el cabello tan oscuro como Kazuo y un peinado muy similar, aunque se notaba que se preocupaba más por peinarlo y mantener su estética. Supuso que era Jeongho, el esposo de Kazuo, por lo cómodo que se veía Kazuo teniéndolo tan cerca.

—Te presento a mi marido, Wu Jeongho —confirmó Kazuo—. Después de que mantengamos una conversación, él será quién se quede a cuidarte y hacerte compañía.

—¿A cuidarme? ¿Acaso estoy tan grave?

—No, pero te recomiendo descansar por unos días, tu cuerpo lo agradecerá. Los Wu te acogeremos aquí mientras tanto, por eso necesitarás a alguien en quien apoyarte y a quien preguntarle lo que necesites.

Aijing asintió. Giró la cabeza para mirar por la ventana y observó las calles de Nosaka por primera vez en su vida. Se dio cuenta de que las calles estaban iluminadas, no parecía que la ciudad tuviese problemas de suministro ni estuviese atravesando ninguna crisis. Kazuo notó el desconcierto en su expresión, la examinaba de arriba abajo, leyendo sus expresiones faciales, los movimientos involuntarios que hacía con sus brazos o sus piernas, las veces que parpadeaba y la forma en que entonaba su voz... La llegada de Aijing había supuesto una novedad en la segunda ciudad más grande de Mercurio, especialmente por el modo en que se había producido. Su nave había atravesado correctamente el Pentágono, pero no se había vinculado bien con el heliopuerto y el aterrizaje había sido brusco. De todas las personas posibles que podrían haber llegado a Nosaka, había sido una Wang y nadie daba crédito, pero la Abuela no iba a permitir ninguna distracción. Aquel suceso sólo venía a confirmar que algo grande estaba teniendo lugar en sus narices y no lo estaban viendo, y a pesar de ser gobernante de Nosaka, la Abuela siempre había sido una miembro clave de la Coalición. Mercurio estaba en peligro y Zhihao quería llegar al fondo de aquel meollo.

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