El dormitorio de Funing era completamente distinto al de su hermana a pesar de que tenían justo la misma habitación, sólo que estaban en lados distintos de un mismo corredor. Funing dormía sola, no tenía pareja ni nadie con quien compartir el lugar, por eso estaba repleto de plantas que cuidaba con mimo y dedicación. Su cama estaba colocada a conciencia en el centro, Funing lo había dispuesto así para sentirse completamente rodeada por las plantas que cuidaba y que tanta paz le transmitían. Aquel espacio era su refugio, su oasis de calma y felicidad, una vez que se abría la puerta y lo abandonaba, Funing dejaba de ser ella misma para ser una Wang. Siempre le había resultado complicado ceñirse a los estándares de lo que ser una Wang significaba, pero últimamente le suponía un reto casi suicida, era imposible seguir a su hermana en el rumbo que estaba tomando, especialmente porque ya no tenía a Aijing a su lado.
Funing había estado convencida toda su vida de que Aijing era lo mejor que le había ocurrido, pues su relación había sido de la misma naturaleza que las sensaciones que emanaban de su dormitorio. Aijing había llegado a su vida como la única persona capaz de dar fuerzas a aquella mujer y sacarla de un bucle de malestar y emociones negativas, Aijing jamás había pedido nada que ella no le hubiese podido dar y si así hubiera sido, Funing habría llegado hasta donde hiciera falta para satisfacerla. La había encontrado en las siempre caóticas calles de la ciudad, llorando entre cajas de las que emanaban olores que a nadie le gustaría percibir. Desde el primer momento había visto en ella las cicatrices de la orfandad, un cuerpo desnutrido y sucio y la expresión de desesperación en su mirada inocente. Funing había visto muchos niños y niñas en la misma situación, Bixing era un centro industrial y por tanto una ciudad dura, la infancia allí no era como en el resto de ciudades mercúricas. Las Wang habían desmantelado todos los protocolos que el anterior sistema de gobierno en la ciudad había implementado para encargarse de garantizar una buena infancia a la ciudadanía, independientemente de si tenían familia o no. Bajo la dictadura de las Wang, la orfandad se convirtió en una característica naturalizada de las calles de Bixing.
La ausencia de Aijing había tenido mucho que ver en el patético estado de ánimo de Funing, eso había hecho que la mujer optase por pasar más tiempo sola en el interior de sus aposentos. Allí no tenía que lidiar con su hermana, a la que en parte era incapaz de perdonar por la partida de Aijing. Funing sentía que su hermana era responsable directa de las decisiones que había tomado Aijing de huir a Nosaka y de introducirse en la Coalición con ayuda de los Wu, se había marchado en busca de algo que nunca había tenido en Bixing, algo que por mucho que Funing se hubiese esforzado en darle, finalmente no había podido disfrutar. Fuyi era la culpable de la soledad de Funing, así lo sentía ella, le había arrebatado al hombre que amaba y había formado una familia con él y mucho después se había mostrado hostil hacia Aijing hasta que había conseguido librarse de ella. Funing era incapaz de obviar el rencor que aquellos días sentía hacia su hermana, por eso se refugiaba en su oasis vegetal y pasaba su tiempo tumbada en su cama, hablando con sus plantas y cuidándolas como haría con un hijo.
Tras haber llamado cautelosamente a la puerta, su sobrino Yanjun entró en el dormitorio con mala cara. Se parecía demasiado a su madre en su aspecto físico, pero afortunadamente las similitudes acababan ahí. Tenía la piel y el cabello morenos, los labios gruesos y la nariz ancha, era la viva imagen de Fuyi en su juventud, pero no tenía nada que ver con ella a nivel psicológico, se notaba que Yanjun había sido criado y educado por su padre. Al igual que Meng Zheng, Yanjun era extremadamente reservado, muchas veces no hablaba para no molestar, era paciente y también era muy reflexivo, si se atrevía a compartir algo con alguien era porque había meditado a conciencia aquella decisión. A Funing no le gustó el semblante serio y amargo que su sobrino traía, pero supuso que esta vez no se debía a algo personal, su intuición le decía que Fuyi estaba de por medio. El hombre caminó levantando las piernas con reparo para no dañar ninguna de aquellas plantas, sabía desde bien pequeño que para ella eran muy importantes y había crecido escuchando a su madre burlarse de su tía, pues Funing conocía a cada una de aquellas plantas y las había bautizado a todas con nombres que utilizaba cuando hablaba con ellas. A diferencia de su madre, Yanjun siempre había visto algo bonito en eso y en su infancia se había escabullido allí en secreto para hablar también con las plantas a las que ponía otro nombre. Ahora que ya era un hombre adulto no lo hacía, pero Funing percibía en su mirada cierta nostalgia.
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Evergetismo
Ciencia FicciónAño 2941. Chang sabe que la crisis es fuerte, que no ha habido una igual en toda la historia de Mercurio, pero él se niega a dejarse llevar por el narcisismo de su familia. Los Song son una familia acaudalada, han sabido prosperar en la agotadora so...