Las secuelas de la explosión no tenían afortunadamente una naturaleza física, Zhangfu había salido ilesa de aquel suceso salvo por algún rasguño en su rostro. Las verdaderas consecuencias las estaba afrontando desde que se había despertado de su estado de inconsciencia y su principal problema tenía un nombre y un apellido. Huang Yingjie. Aquella mujer la había estado custodiando desde que se despertase y no le había permitido salir de aquella habitación, por lo que Zhangfu se sentía más cómoda refiriéndose a ella como su secuestradora, pues esa era su principal misión, mantenerla retenida hasta que alguien pudiera venir a atenderla. Por la humedad y el bochorno que sentía, la ausencia de ventanas y la calidad de las luces, Zhangfu sabía que estaba en un lugar construido en el subsuelo. A pesar de que llevaba prohibido desde hacía siglos por ser extremadamente nocivo para la salud, construir en el subsuelo seguía siendo una práctica común en la sociedad mercúrica, pues las personas menos privilegiadas tenían que enfrentarse a diario con la falta de espacio. Había intentado preguntar a Huang Yingjie qué clase de sitio era aquel o con qué objetivo la mantenían allí prisionera, pero lo más parecido a una respuesta habían sido suspiros y gruñidos de frustración. La corpulenta mujer era silenciosa, probablemente porque tenía motivos para serlo.
Zhangfu no estaba conmocionada ni tenía ningún tipo de lesión cognitiva, pero sus recuerdos eran algo confusos y era incapaz de recordar con totalidad lo que había ocurrido en el Parque de Yaxo. Se veía a sí misma dando la charla bajo la estatua cuando ésta se derrumbó sobre ella, ese era el punto en el que su mente entraba en una especie de limbo hasta el momento en que se había despertado en aquella pequeña habitación en la que había un camastro y una mesa con una única silla. Si bien Huang Yingjie no había pronunciado palabra, tampoco se había mostrado agresiva ni especialmente hostil, por lo que Zhangfu tenía la sensación de que no estaba allí para hacerle daño.
—Pronto vendrán a atenderte —dijo Yingjie de pronto, sobresaltándola—. ¿Quieres agua o algo de comer? ¿Necesitas algo?
—Respuestas —contestó Zhangfu con sequedad.
Yingjie la ignoró y volvió a su estado normal, guardando silencio sin prestar demasiada atención a la mujer que mantenía cautiva. Zhangfu no podía quejarse, al menos la había escuchado hablar después de varias horas. No pudo calcular con exactitud cuánto tiempo tardaron en llegar, pero tal y como Yingjie había dicho, dos personas acabaron por presentarse allí poco después. La mujer tenía un aspecto muy llamativo, era baja y delgada y tenía mucho maquillaje en la cara, así como un colgante y varios brazaletes. Él era mucho más corpulento y alto, su piel también contrastaba radicalmente por ser muy morena y tenía la cabeza rapada, aunque podía percibirse que si dejaba de raparse podría tener una abundante melena oscura. La pareja mantenía toda su atención fija en Zhangfu, era como si la estuviesen analizando incluso más exhaustivamente que ella a ellos. Con un ligero carraspeo, la mujer hizo entender a Yingjie que tenía que abandonar el lugar y ésta lo hizo sin rechistar y sin despedirse, ni siquiera con un gesto. Se quedaron a solas, ellos mirándola de frente y ella manteniendo la mirada, sin achantarse y mostrándose desafiante. No sabía quiénes eran aquellas personas, no podía fiarse, para Zhangfu la única opción era mantenerse fría y distante hasta que algo le indicase con más certeza en qué situación se encontraba.
—Nosotros ya te conocemos, así que nos presentaremos —habló él con voz grave y acelerada—. Yo soy Sato Ayano, el líder de este lugar. Todo lo que ves aquí ha sido fruto de mi iniciativa. Mi pareja es Ono Katsumi, mi superior. Ambos sentimos el orgullo de poder darte la bienvenida en persona.
—Sabemos quién eres porque nos unen unos ideales —aclaró Katsumi— y, lo quieras o no, compartes nuestro destino.
Zhangfu se dio cuenta de que hablaban de forma distinta y con una entonación similar, pero no igual. Él parecía más cercano y se mostraba más cálido y dócil al hablar, ella en cambio hablaba mucho menos y mantenía un tono frío y seco que la distanciaba un poco de ella. Ayano había dicho que ella era su superior, quizá tuviese algo que ver con eso, pero Zhangfu no se sentía del todo segura como para hablar con libertad, algo que la pareja parecía haber captado desde el primer momento.
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Evergetismo
Science FictionAño 2941. Chang sabe que la crisis es fuerte, que no ha habido una igual en toda la historia de Mercurio, pero él se niega a dejarse llevar por el narcisismo de su familia. Los Song son una familia acaudalada, han sabido prosperar en la agotadora so...