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   La pelirroja cepillaba su cabello mientras observaba por la ventana a Steve elevar al pequeño James como si fuera capaz de volar. Hacía un mes que Steve se encontraba ahí y él había hecho tan normal su presencia. De hecho, se había encargado del bebé tan bien como ella; ambos parecían convivir y sobreviviendo, y cada vez que salían hacia el pequeño pueblo, brindaban una gran imagen de familia.

—¡Míralo! ¡Es un superhéroe también!—burló Steve mientras veía a Natasha salir.

—Solo para presumir que eres uno, ¿verdad?—y salir hacia el exterior, ya no le causaba tanto miedo como cuando estaba sola. Tal vez solo por el hecho de tener a alguien de 100 kilos de masa muscular, de un metro noventa, habilidades sobrehumanas y un escudo capaz que matar a alguien, que también cuidaba del niño.—Se va a caer, aún es pequeño—soltó sentándose en el escalón, observando aquello.

—Nunca se me ha caído nada, ni un bebé.

—Que no sea el primero—advirtió amenazadora mientras escondía sus manos sobre sus piernas—¿No crees que hace frío para sacar al bebé?

—¿Por qué no lo llamas por su nombre?—preguntó curioso mientras el bebé ya levantaba su cabeza y aprendía a controlar su cuerpo, pero claramente que se notaba su gran avance de aprendizaje dado la gran estimulación que le generaba Steve. Estaba siendo un gran papá, y Nat no dejaba de pensarlo desde que se levantó la segunda madrugada con los llantos y fue a ver si necesitaba ayuda; verdaderamente no ayudó en nada, pero se quedó haciendo apoyo moral intentando mil formas de calmar al bebé en plena noche.

Aunque no iba a admitir que el espacio se había hecho aún más pequeño.

Steve avanzó con el bebé en su brazo, como si no cargara con nada, y se acercó a ella.—¿Segura que estás bien?—preguntó algo preocupado.

Natasha hizo una mueca y negó—Tienes la barba asquerosamente larga—fingió desagrado, pero comenzaba a creer que no le quedaba mal. De hecho, habían comenzado una linda amistad.

Steve empujó su hombro gentilmente y de forma bromista.

—¿Vamos a caminar?—Saebo era pequeño, inclusive aburrido, pero considerando que se había convertido en un buen lugar para refugiarse y pasar tiempo afuera. Mismo camino, dos kilómetros hacia adelante, tres rodeando la costa y cinco en diagonal. Nunca hablaban, porque sabían que dentro de ellos no había mucho para hacerlo y por alguna razón, el conocerse parecía que fuera a ofrecer.—¿Has pensado en volver a América?

Nat lo miró mientras arrastraba el carrito que habían conseguido hace un tiempo—¿Tiene un fin esa pregunta?

—Si hubiera una emergencia, ¿Volverías a luchar con los Avengers?

Peace // RomanogerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora