Capítulo 5

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—¡Eshtoy vuelando! ¡Eshtoy vuelando!

La pequeña gritaba y reía en brazos de aquél hombre peliblanco. Su oscuro cabello se despeinaba con cada zarandeo que le hacía mientras ella se imaginaba a sí misma como una super heroína.

—¡Abran paso, que aquí viene Carlita, la heredera de Ace Savvy a imponer la justicia para proteger a los inocentes!

—¡No tan rápido! —exclamó de pronto y apareciendo en escena un sujeto de tez oscura, también de veintitrés años—. ¡Primero tendrán que enfrentarse a Willy Carta Salvaje para demostrar su valía!

—¡Oh no! —en fingida preocupación, Lincoln apartó a la niña para luego preguntarle en complicidad—. ¿Qué es lo que haremos, Lady Savvy?

—¡Acabémoshlo! —respondió entre risas.

Ronnie Anne se asomó al cuarto de su sobrina encontrándose con la encantadora escena de su esposo y su compadre jugando con ella. Odiaba tener que interrumpirlos, pues se veía que se la estaban pasando bastante bien.

—Creo que tendrán que suspender su misión de salvar al mundo hasta después de comer, chicos. Lori, la abuela, papá Lynn y yo estamos por servir la comida.

—¡Quelo jugal!

Lincoln bajó un poco a la pequeña a la altura de su pecho.

—Lo siento, bonita, será más tarde. Hasta las superheroínas más grandes necesitan recargar combustible.

La niña hizo un puchero, aunque de pronto se sintió algo inquieta al notar la forma inquisitiva en que la miraba su tío.

—Un momento, Carlita. ¿Qué tienes en la oreja?

La chiquilla se cubrió los oídos con ambas manos, sin comprender a que se refería su tío.

—A ver, déjame ver.

Con un rápido movimiento, Lincoln simuló sacar una moneda de a dólar de la oreja derecha de su sobrina. Sorprendida, la inocente nena de dos años se escarbó el oído.

—¿Cómo llegó esho ahí?

—Tal vez se metió en tu oreja por accidente tras la última visita del hada de los dientes, chulita.

Y le dio un beso en la punta de la nariz que la hizo reír. Clyde suspiró, negando con un gesto. Después de todo parecía que su amigo nunca perdió su afición a la magia.

—¡Lincoln! —se oyó que les llamaba Lori desde el comedor—. ¡Dejen de jugar y prepara a Carlita, que ya vamos a comer!

—¿Puedo llevarla yo? —le pidió Clyde con ilusión.

La recibió entre sus brazos con cuidado y la llevó al baño para lavarle las manos. Durante el camino, el compadre siguió jugando con la pequeña que recibía su atención encantada. Lincoln suspiró.

—Esa niña es genial.

Ronnie Anne se le acercó y lo rodeó por la cintura amorosamente.

—No cabe duda que serás un gran padre cuando llegue el momento, amor.

Lincoln sonrió. No necesitaba un diccionario de inglés-español para saber lo que significaba esa palabra, como muchas otras que venía aprendiendo desde que era niño cuando conoció a la chica con quien se casaría el año pasado. La besó en los labios y, manteniendo pegada su frente con la de ella, le susurró.

—Y tú una gran madre. Pero no hay prisa.

—Lo sé. Tenemos una larga vida por delante.

—Pero te advierto que cuando ese momento llegue sólo voy a querer uno. Después de una vida con diez hermanas no estoy seguro de tener fuerzas todavía para lidiar con más de dos.

El plan de LinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora