Capítulo 8

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Las diez chicas, desde Lily hasta Lori, rodearon a su hermano sepultándolo en un estrecho abrazo colectivo. Lo que desconcertó bastante al niño de once años, quien no entendía porque de estar furiosas tras explicarles sobre el problema de bullying que estaba sufriendo en la escuela, pasaron a alegrarse al grado de chillar contentas y felicitarlo, apenas les explicó que el responsable se trataba de una niña.

—¡Lincoln! —Luna chilló emocionada sin soltarlo—. ¿Por qué no nos dijiste que tenías novia?

—Suena a que es bonita. —suspiró Lola.

El chico no entendía lo que ahora estaba sucediendo.

—¿Qué está pasando?

Las chicas lo soltaron y Lori fue quien le despejó la duda con una aseveración.

—Cuando una chica te molesta, eso sólo significa una cosa: ¡LE-GUS-TAS!

Una vez más, sus diez hermanas se soltaron en chillidos a su alrededor, hasta que el muchacho tuvo que detenerlas para explicarles lo erradas que estaban.

—¡Eso es ridículo! Me metió un sándwich en el pantalón. ¡Me tuve que quitar ajonjolí del trasero por días!

Por alguna extraña razón, dicha afirmación, contrario a indignarlas, las hizo suspirar embelesadas. Incluso Leni lo hizo.

—Que romántico.

—Es un clásico. —mencionó Lori.

Su hermano se hartó de sus extrañas suposiciones.

—¡Ustedes están locas! Ella me odia —decidió entonces explicarles lo que pensaba hacer para terminar el problema de tajo—. Voy a verla hoy y decirle lo que pienso.

—Tienes que darle un pedazo de tu corazón a cambio —sugirió Lori.

—¡¿Qué?!

Leni tuvo una idea mejor.

—Yo creo que tiene que besarla.

Como si entendiese lo que estaba sucediendo, Lily comenzó a hacer gestos de mandar besitos al aire.

—¡¿Qué?!

Acto seguido, las chicas comenzaron a hablar entre sí, arrojando consejos y discutiendo el mejor modo en que Lincoln podía abordar a su bravucona o, como equivocadamente la veían, su "novia". Harto de ellas que no dejaban de hablar e inmiscuirse en un tema del que no sabían nada, el muchachito huyó a atrincherarse en el baño para hablar con Clyde mientras ellas no dejaban de discutir.

Ninguna se dio cuenta de esto hasta pocos minutos después que su hermano alzó la voz.

—¡Deténganse!

Voltearon a verlo. Una vez que consiguió su atención, inflando el pecho con orgullo les preguntó con un optimismo que momentos atrás no había mostrado.

—¿Entonces, voy a besar a esta chica o qué?

Ese chillido que podría romperle los tímpanos a cualquiera volvió a arremeter tan pronto sus hermanas entendieron lo que se proponía.

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La alarma del reloj de Lincoln en su muñeca comenzó a emitir un repiqueteo, por lo que revisó la hora.

—Son las tres treinta. Lola, bálsamo labial.

Animada, la pequeña diva de la familia le hizo la aplicación de forma tosca, pero eso no pareció molestar al chico.

—Lana, menta fresca.

La otra gemela le arrojó un caramelo que él atrapó al vuelo con la boca.

—Hagamos esto.

El plan de LinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora