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—A-O-I

—¡Vamos dilo!

—A-O-I

—Bien ahora ya lo sabes así que no lo digas mal.

—Claro Yayoi...

La pelinegra empezaba a cansarse y en algún punto se dio cuenta que solo lo hacía por molestarla, de todas formas, su nombre era simple. Por favor, todas son vocales.

—Si no lo dices bien no te daré más comida.
Culminó dando la vuelta mientras sostenía una canasta con sábanas limpias.

Aoi siempre fue una chica muy organizada y estricta, había pasado por muchas cosas por la cuales tenia su forma de pensar y ver el mundo.

Su familia murió cuando era muy joven, vivió un tiempo en el que el miedo inundaba las calles en forma de demonios, y cuando las puertas a un nuevo lugar alejado de todo aquello se le abrieron perdió a dos de las personas más importantes en su vida, personas que le dieron una mano para luego sacrificarse por otros y por ella, pero lo que la hacía sentir aún peor es que no pudo hacer nada para ayudar. Se sentía como una completa inútil
Por está razón, algo en ella se fue apagando poco a poco, cada día más fría, más distante, más triste.

Y se hubiera quedado así sino fuera por el energético y hambriento muchacho con el que terminó compartiendo gran parte de su tiempo.

Inosuke a diferencia de ella era muy desorganizado, de aquellos que improvisan gran parte de las situaciones importantes y no piensa demasiado las cosas, pero ambos compartían su terquedad y carácter fuerte, por esta razón cuando estaban juntos, la finca se volvía un campo minado en donde un paso en falso haría explotar todo.
A simple vista se notaba como Aoi iba perdiendo su fragil paciencia pero al mismo tiempo  la mantenía ocupada, lo suficiente como para no pensar en las cosas pasadas.

Cuando Inosuke estaba con ella, se formaba una extraña mezcla, como una paz y tranquilidad que podía durar o un montón o muy poco, casi siempre está atmósfera se rompía por peleas y retas sin sentido que aún así se tornaban juguetonas convirtiéndose en dulces risas.

Si, Inosuke lograba sacarle una sonrisa la mayor parte del tiempo, muchas veces de forma involuntaria, él era algo inocente, él era algo lindo.

¡Espera!

Ni ella misma lograba ordenar los pensamientos que tenía sobre él en su cabeza, por un lado discutían todo el tiempo y por el otro disfrutaba tenerlo cerca.

Nunca se interesó por temas románticos, nunca tuvo la necesidad de impresionar a alguien, bueno más bien, nunca tuvo a alguien para impresionar.

Para ser honestos, quería agradarle más, por lo que en vez de solo regañarlo por robar comida, decidió entregarle una porción hecha especialmente para él, pues ya sabía de lo mucho que disfrutaba comer, aunque no esperaba que ese detalle terminaría por tocar el corazón del autodenominado "Rey de la montaña".

Tal vez los dos eran muy tontos, o tal vez niguno era capaz de revelar al aire sus sentimientos.
Pero cómo revelas algo que ni tu mismo entiendes?

¿Ésto es el amor?// InoaoiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora