𝐶𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜 1.

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—Tercera vez en la semana, señor Borja —exhaló el decano frustrado, se masajeó las sienes y luego miró a la mujer junto al chico— señora, debemos arreglar ésto, su hijo ha demostrado comportamientos agresivos contra tres de sus compañeros en espec...

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—Tercera vez en la semana, señor Borja —exhaló el decano frustrado, se masajeó las sienes y luego miró a la mujer junto al chico— señora, debemos arreglar ésto, su hijo ha demostrado comportamientos agresivos contra tres de sus compañeros en específico.

—Yo no soy agresivo, ellos empiezan la pelea, y no voy a dejar que me usen como saco de boxeo. —espetó desdenoso el Omega de cabellos lacios, achicando los ojos en una expresión a la defensiva.

Su amada madre notó como su pequeño hijo se tensaba y con una mirada pidió permiso para tomar su mano.

—Si me permite dar mi opinión señor decano, mi hijo tiene un punto válido, estos tres chicos llevan molestando lo desde hace tres años, y no puede esperar a que simplemente se quede callado siendo golpeado sin que usted o alguno de sus profesores haga nada. —atacó tajantemente la mujer, su postura recta y su mirada alta le daban una clara señal al hombre.

El Alfa mayor en la sala suspiró, hundiendo su rostro entre sus manos desesperadamente.

—Mire, hagamos una cosa, solo queda semana y unos cuantos días para que ellos vayan todos a la universidad, Borja tiene un promedio impecable, es un prodigio, hablaré con sus profesores para que entregue sus actividades restantes de manera virtual, y así solo tendrá que asistir a su acto de grado, todo habrá terminado, usted estará tranquila, el joven también, yo no tendré más peleas dentro de mi institución y todos somos felices. —estiró su mano para sellar un trato, esperando impaciente la respuesta de la madre y el hijo.

La mujer miró a su hijo, como haciéndole la pregunta silenciosamente.

—Luzu, cariño, la decisión es tuya. —sonrió gentilmente a su hijo, que la observó detenidamente un momento.

Rió irónicamente y tomó la mano del hombre.

—Está bien. —fue todo lo que dijo, sus ojos ya no formulaban ninguna amenaza silenciosa.

El de traje sonrió por fin tranquilo.

La mujer se levantó en silencio, no necesitaba decir ni escuchar nada más, y su hijo la siguió, tres años de pesadilla terminados con tres pequeñas peleas. Si hubiera sabido que romperle la nariz a David y sacarle un diente a Rubén sería lo que lo sacaría de ese infierno lo habría hecho años atrás. No sonrió, pero el alivio que recorrió su cuerpo mientras recogía por fin todas sus cosas de su casillero y caminaba con pasos campantes hacia la puerta no tenían precio.

Al entrar al coche la Omega se desparramó sobre su asiento, y su hijo subió como quien sabe que debe enfrentarse al toro que él mismo alteró.

Su madre no dijo nada hasta llegar a casa, todo estaba silencioso, podía cortar la tensión en el ambiente con un cuchillo de mantequilla.

Tal situación lo estaba poniendo de los nervios, ansioso se mordisqueó los labios y estrujó sus manos una contra la otra repeditas veces.

—¿Y bien?. —dijo él, inquisitiva mente cortando el silencio de la sala.

«𝐶𝑢𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑒𝑙 𝑐𝑖𝑒𝑙𝑜 𝑠𝑒 𝑎𝑝𝑎𝑔𝑜́». (LuzuPlay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora