𝐶𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜 4.

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Daba vueltas en su habitación, no había dormido nada, daban ya casi las siete de la mañana y el estrés no lo dejaba ni siquiera cerrar los ojos

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Daba vueltas en su habitación, no había dormido nada, daban ya casi las siete de la mañana y el estrés no lo dejaba ni siquiera cerrar los ojos.

La ansiedad casi le brotaba por los poros, un escenario tras otro en su cabeza lo atormentaba, le dolía el pecho por haber llorado tanto, y su Omega aullaba dolorosamente. No podía, simplemente no podía mantener la mente en blanco y dejar de torturarse a sí mismo diciéndose que no conseguiría comportarse ni mejorar de alguna manera.

Está marcado por palabras de desprecio que había empezado a creer se, nadie podía culparlo, pero él si podía culpar al mundo por lo que le permitieron vivir.

Se lavó los dientes cuando el despertador sonó, bueno, ni siquiera lo dejó sonar, sentía que el alborotado sonido de la alarma perjudicaría más aún a su pobre y desequilibrada salud mental.

Se duchó sin muchas ganas solo para quitarse la sensación de picazón en su cuerpo, no debía rascarse, se recordó, pero era difícil evitar descargar sus emociones con su ya lacerada piel.

Cuando por fin se armó de valor para salir de su habitación, no pudo evitar soltar un quejido lastimero, estaba solo otra vez, en el momento en que necesitaba compañía se veía solo en su propia tormenta.

—Es tu culpa por actuar como un imbécil ayer, Luzu, ahora no te quejes. —se recriminó con severidad y se obligó a caminar en dirección a la cocina para al menos tomarse un café, y ver si podía recalentar sus nuggets.

El olor a café se estaba condensando por toda la cocina y la estancia, y no era precisamente porque Luz tuviera cocinandose su bebida favorita, era él quien lo emanaba, sabía que estaba mal liberar tal cantidad de feromonas, lo hacía sentir asqueado de su propia naturaleza, pero en su estado le era imposible controlar se. Estaba abatido y estresado, no podían pedirle más, no soportaría la presión.

Se decantó por tomar su "desayuno" (si se le puede llamar así a recalentar papitas y nuggets de una tienda) en el sillón de la estancia, diagonal a dicho sillón había un ventanal de considerable tamaño que daba a su jardín bien cuidado, Luzu no tenía mucha motivación para hacer gran cantidad de cosas, pero tenía cierta compulsión por el orden y la jardinería. Quizás producto de sus malas vivencias, quizás no, no sabría decirlo con certeza.

Tomó su desayuno con calma, intentando evitar las arcadas, más por no querer tener que limpiar otra vez que por la urgencia de no vaciar el estómago si recién había comido. Cualquiera diría que estaba embarazado, lo que sería cómico, pero la depresión lo llevaba a hacer cosas que no quería. Era, en resumidas cuentas, lo que más odiaba.

—¿Hola?, ¿Alguien en casa?. —llamaron a la puerta con dos sonoros toques.

El aroma a manzanas y canela que se esparció por el lugar más que hacerlo sentir tranquilo como le habría pasado a cualquier otro Omega, lo alarmó. Los músculos se le tensaron y el vello de los brazos se le erizó.

«𝐶𝑢𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑒𝑙 𝑐𝑖𝑒𝑙𝑜 𝑠𝑒 𝑎𝑝𝑎𝑔𝑜́». (LuzuPlay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora