𝐶𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜 2.

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El sol le daba directo en la cara, sentía la molestia de la luz que no le permitía seguir con su apacible sueño

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El sol le daba directo en la cara, sentía la molestia de la luz que no le permitía seguir con su apacible sueño.

Eran raras las veces que Borja lograba dormir con normalidad. Dormía de dos a tres horas, y la mayor parte del tiempo lo usaba para leer, escuchar música o estudiar algún tema de interés.

No sabía ni para qué estudiaba tanto, pero lo hacía, podía tener algún debate con cualquier persona y su victoria estaría segura, claro, si alguna vez Luzu se atreviera a tomar la iniciativa para hablar sin que nadie se lo pidiera.

Abrió los ojos lentamente, y se encontró con la mano envuelta en cinta clínica, los pinchazos incómodos que le producía moverla le indicaba que seguro le habían colocado una vía para pasarle algún medicamento.

Se levantó como pudo, con un ligero esfuerzo consiguió enfocar su vista, los oídos le zumbaban y estaba mareado. Se llevó la mano a la cabeza y la sujetó, intentando apaciguar la incómoda sensación que estaba experimentando.

No recordaba mucho de lo que pasó, solo que tuvo un episodio ansioso y fue a buscar a su madre.

—¿Mamá?. —llamó.

Su voz se escuchaba rota y rasposa, nada comparado con su sutil y suave tono común, ¿Cuanto tiempo había dormido?.

—¡Mamá!. —exclamó lo más fuerte que pudo, haciendo se estragos la cabeza en el proceso.

Gruñó, e intentó colocar los pies sobre el piso. Estaba descalzo y sentía cada mínima hendidura en su superficie de cerámica.

—Joder. Omega y débil tenías que ser. —se reclamó, asqueando se de sí mismo en cuanto procuró ponerse de pie y sus piernas no le respondieron.

Cayó estrepitosamente al suelo generando un ruido sordo. Se quejó bajo, pero se hizo el fuerte y se obligó a levantarse.

Paso tras paso todo era una tortura. Decidido a no seguir pidiendo ayuda, se agarró de las paredes mientras caminaba a pasos torpes y doloridos en un esfuerzo desesperado por llegar al menos a las escaleras o al baño, llegaría hasta donde sus gelatinosas piernas le permitieran.

—¡Luzu!. —su tío Samuel exclamó su nombre y corrió escaleras arriba para encontrarse lo.

El Omega lo miró alterado y retrocedió dos pasos. El Alfa delante suyo era tan imponente para su confundida cabeza que asustado prefirió retroceder todo lo que había recorrido y encerrarse en su cuarto pasando el pestillo y dejándose caer frente a su puerta.

—Ningún maldito Alfa me va a tocar. —gruñó, arrastrando las palabras.

—Borja, pequeño soy yo, Samuel. —se identificó con tono preocupado— cielo, tu mamá está bañándose, por favor permite me llevarte al menos al comedor y luego si quieres me desaparezco de tu vista. —imploró el mayor.

«𝐶𝑢𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑒𝑙 𝑐𝑖𝑒𝑙𝑜 𝑠𝑒 𝑎𝑝𝑎𝑔𝑜́». (LuzuPlay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora