Bitacora de Jaun, 15 de febrero 3:00 pm

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No actualice durante mucho tiempo ya que después de lo último que escribí no pasaron muchas cosas, lo más relevante ocurrió el 8 de febrero que decidimos cazar un jabalí enorme que vimos a la lejanía mientras andábamos en la carreta, dio pelea pero al final cayó en una trampa que puse, Eri fue la carnada, tenemos mucha carne desde entonces y la piel se la vendimos a unos comerciantes errantes que nos cruzamos, 25 monedas de oro, fue un buen negocio, pero luego de todo eso al final logramos llegar a la ciudadela elfica del bosque: Oribos, hora de llegada 10:00 am.

Quede más que satisfecho al ver lo imponente que se veía el lugar, resguardado por una barrera mágica que solo los elfos podían atravesar debidoa una collar que solo ellos poseían, Eri me obsequio uno para mi ingreso, sabiade quien era, llegamos al hogar de Eri, su verdadero hogar, era una casa enorme a comparación de su cabaña junto a Ragnax, pareciera que tiene un buen estatus acá, su familia al verme me acogido como uno de ellos, después de haber sido rechazado por la gente que se supone es de mi misma especie un recibimiento así es espléndido, casi lloro de la alegría.

Se celebró un espléndido banquete en la ciudad por el inicio de las festividades, según me cuentan en estas fechas se celebra la llegada de la luna azul que para los elfos es de gran importancia, las historias relatan que con la luna azul en su máximo punto se revela la siguiente era de liderazgo elfico, en otras palabras el fin de un reinado y el inicio de otro dictado por la diosa luna Elisyum, ese punto será alcanzado el día 29 de este mes cosa que no es común, acá también rige el año bisiesto.

Finalizado el Banquete decidí caminar por la ciudad para buscar un lugar donde me puedan decir que es esa extraña aleación que encontré en la mina, fui a la fija y busque al armero, al llegar quede atontado con las armaduras y espadas del lugar, eran hermosas, parecían sacadas de un videojuego y ahí fue donde la vi, la armadura que más me llamo la atención, de color gris con rojo carmesí, un chaleco adornado con una especie de felpa en el cuello, más abajo unas placas simples pero bien hechas que protegían el pecho, guanteletes con nudillos que parecían garras y accesorios del mismo material de las placas en los codos, un cinturón con un emblema de dragón, pantalones con placas a los costados adornados con unas cadenas que las mantenían unidas, botas de cuero con revestimiento metálico para protección, hombreras medianas, nunca me gustaron los cascos y por suerte esta armadura no contaba con uno, adicional a eso venia una capa negra que me llamaba mucho la atención, pregunte por su valor, 25.000 piezas de oro, quede atónito pues no tenía esa cantidad pero luego recordé mi pequeño tesoro, le pedí que la apartara mientras iba al joyero para cambiar mis piedras por oro, el mercader acepto y salí corriendo del lugar, llegue a casa a buscar a Eri para que me acompañara pero no estaba, le pedí el favor a su padre y me acompaño sin dudar, recogí mi bolsa del tesoro y fuimos en el acto a ver al joyero.

De mi agrado fue ver la reacción del joyero al ver al padre de Eri, parecía que se conocieran de mucho tiempo, no sería raro por la longevidad de la raza, me presento y saco las gemas que quiero vender, el señor me pide que lo deje a solas con su amigo joyero, yo acepto y salgo del lugar, me siento a esperar que sucede, pasa más de media hora y el padre de Eri sale con un enorme saco de piezas de plata y oro, me vio y sonrió, me dijo: -Tus gemas eran de una enorme pureza y de gran calidad muchacho, tuviste mucha suerte al encontrarlas-, partimos a casa a contar el total y cuando terminamos casi me desmayo de la emoción, 4.000.000 de piezas de oro y 600.000 piezas de plata, en cuanto a la aleación extraña me comento que la llevara al alquimista, el sabría más sobre cómo trabajarla, entusiasmado tome 500.000 piezas de oro y fui a la herrería para comprar la armadura y pedirle ciertos cambios en esa, el precio paso de ser 25.000 a 60.000 por los cambios que quería, me parecía justo, pague y salí del lugar, estaría lista casualmente para el festival de coronación, luego de eso me encamine hacia el alquimista para saber de una vez por todas que era esa aleación.

En mi camino me topé con Eri que venia del palacio, le pregunte él porque estaba allá y dijo que después me contaría, le dije que iría a ver a un alquimista para saber qué era lo que encontré, decido acompañarme, más bien me guiaría para no perderme, al llegar note que era un lugar fuera de lo usual, desentonaba con el resto de la arquitectura, la estructura estaba hecha en el tronco de un enorme árbol, cuando digo enorme es inmenso, le comente la situación al sabio alquimista y le entregue la aleación, esperamos mientras volvía con noticias, le pregunte a Eri sobre el conjuro de traducción y dijo que ya había agendado la cita para ver al hechicero, teníamos que ir a las 6:00 pm, aun teníamos tiempo.

8:00 pm

El día termino de gran manera, ahora estoy en la habitación de huéspedes relajado.

Los resultados de la aleación nos las dieron a eso de las 4:30, el sabio me pregunto qué de donde había sacado eso, yo le comente toda la historia, resulta que la aleación es una mezcla de sangre de dragón con mitrill, algo supremamente extraño, de ahí por qué la afinidad a la electricidad de Zekrhan, me lo entrego listo para ser forjado y me dijo que bien trabajado podría crear un artefacto nunca antes visto, el día solo mejoraba más y más, decidí volver al puesto del armero para que me forjara una espada con la aleación, fui corriendo de la emoción y Eri me seguía el paso gritándome que no fuera tan rápido, llegamos más que agotados al armero y me vio con una enorme sonrisa en la cara, le comente la situación y vi cómo se le iluminaban los ojos al saber que trabajaría con un material tan único, de manera rápida acepto y no cobro, el solo poder trabajar con ese material le bastaba y le sobraba, se me dibujo una sonrisa de oreja a oreja, su única condición es que le dejara nombrar el arma que crearía, no me opuse a su petición.

Eri me jalo de la oreja y me dijo que teníamos que irnos para ver al hechicero, al partir el armero me grito que estaría lista al tiempo que la armadura, Eri me pregunto qué de que armadura hablaba, le dije que al rato le contaría, llegamos a una enorme biblioteca donde se supone estaría el hechicero de la ciudad, al entrar se me iluminaron los ojos con la cantidad de libros que había en el lugar, ni en las bibliotecas más grandes de mi mundo habría esta cantidad de libros, era impresionante, subimos una escalera en caracol hasta llegar a la cúpula más alta del edificio, ahí fue donde vi al hechicero, mi primer encuentro con uno real, Eri y él se saludaron como si fueran parientes, ella le comento la situación y el curioso se me acerco, primero me pregunto si sabía la historia de los grandes dragones a lo que dije si, me pidió que le entregara la gema para examinarla y corroborar que fuera el corazón de Zekrhan, ¿corazón? No pensé que esa piedra fuera eso, a lo que él dijo que el termino era uno usado, en realidad no era lo que el mencionaba, son los vestigios del dragón de la tormenta, sus recuerdos, sabiduría, habilidades, todo estaba ahí, por eso el nombre de corazón, la verdad me gusto como sonó eso, así que lo usaría más a menudo, también me pregunto si ya había sentido fuerza extraña en mi ser, pensé que se refería a los rayos y pesadillas que experimente, le hable sobre eso y efectivamente, había entrado en afinidad con las habilidades y recuerdos de Zekrhan, las advertencias no tardaron en surgir, debía entrenar y perfeccionar ese poder, una última cosa que me comento fue que así como los demás reinos tenían a su dragón guardián, Oribos tenia el suyo, era el Dragón de la tormenta, el protegió a los elfos por sobre otra raza en Neburi, es por eso que los elfos me entendían, el hechicero se inclinó ante mí y me llamo gran guardián, a lo que no tuve como responder, solo le dije que haría mi más grande esfuerzo por controlar ese poder, luego de eso el anciano me abrazo y me dio las gracias por devolver a Zekrhan a su hogar.

Por ultimo inicio el conjuro de traducción universal, al terminarlo me hablo en lengua humana y entendí a la perfección, luego hable en ese dialecto con fluidez, al fin puedo comunicarme con mi especie y con cualquiera en este mundo, antes de irnos me obsequio una diadema que me mostraba información de poder, nivel y otros stats de la gente y monstruos, algo en exceso útil para mí en esos momentos.

No pude haber pedido mejor día en mi aventura como este, pienso devolverle el favor a Eri y su familia en estos días con el dinero que me sobra.

Jaun fuera. . .

Bitácora de Jaun, el descenso de un heroeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora