No había terminado de bajar la avenida en la que vivía cuando creyó reconocer una voz que le llamaba. Negó para sus adentros. Era imposible que aquello estuviera ocurriendo. Era solo su adormecida y cansada mente jugándole una mala pasada. Apretó el paso intentando dejar aquella mala sensación atrás; pero pudo sentir cómo esta aceleraba, también.
—¡Hyung! ¡Hyung, espera soy yo!
Era él. Claro que era él de verdad. Se dio la vuelta impulsado por dos grandes manos que le giraron como si no pesara nada y pronto estuvo refugiado en el hueco de su cuello. A pesar de estar clavándose la cremallera de aquella estúpida y enorme chaqueta negra abombada, así como el puente de sus gafas, casi le fue demasiado fácil dejarse llevar y comenzar a llorar de nuevo. Había necesitado aquel abrazo. Inconscientemente sus brazos intentaron rodear la espalda del otro con poco éxito.
Jimin quería dejarse flotar en aquella calma durante horas, detener el tiempo y poder pretender que todo estaba bien, que solo importaban aquel cuerpo que lo rodeaba y su dueño, que podían ser felices por una vez. Sin embargo, el tiempo siempre sigue corriendo y Jimin no estaba lo suficientemente en forma como para perseguirlo, atraparlo y detenerlo de nuevo. Aquel segundo nunca volvería, había salido disparado empujado por todos los que venían después y el joven de cabellos plateados no volvería a encontrarlo jamás, camuflado entre todos los de su misma especie.
Finalmente, Jungkook dio un paso atrás, le llamó de nuevo y con una suave caricia en su nuca le instó a levantar la cabeza. Avergonzado de su estado, el mayor lo hizo a regañadientes.
—¿Qué...? ¿Qué te ha pasado? ¿Estás bien?
Jungkook se sorprendió para mal al verlo. No era como si hubiera pensado que estaba feo. Ni con las peores ropas del mundo y después de días y días sin dormir Jimin podría dejar de ser el ser más precioso para él; sin embargo sí que estaba... desmejorado: su pelo, normalmente impecablemente peinado, se veía desordenado, probablemente de tantas veces que se había pasado la mano por él para echárselo para atrás; tenía unas ojeras profundamente negras de apenas haber dormido, los labios cortados y resecos y, lo más inverosímil de todo, no llevaba sus características lentillas azules, sus naturales ojos marrones se escondían hinchados tras sus gafas de ver. Un nudo de malos presagios se ató a la boca de su estómago cuando el estado completo de Jimin se asentó en su cerebro.
—Eh, ah, sí, claro. Es solo que he dormido un poco mal... ¿Qué tal... Qué tal estás tú? ¿Cómo es que has venido hasta aquí?
Su tono había sonado, sin querer, algo acusatorio, como si le hubiera molestado que se hubiera presentado en su casa (o hubiera intentado hacerlo) sin preguntar. Se mordió el labio cuando se dio cuenta. Jungkook también lo entendió así y las dudas que ya le acuciaban solo se instalaron con más fuerza en él, como un ancla que intentaba llevarse su corazón hasta el fondo del océano.
—Yo eh... Esto... Quería verte. Te echaba de menos... pero quizá no ha sido una buena idea venir. Perdón. —Su voz era apenas audible, como un hilo de voz.
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Si te amo, ¿a ti qué te importa? · [ JIKOOK ]
FanfictionDos grupos, una cafetería y amor, odio, celos, admiración, envidia, anhelo, traición, seducción, decepción, lujuria. o: Jimin y su grupo de Victorian Goths llevan tres años pasando sus tardes en el Black Swan. Jimin solo quiere pasar los próximos me...