Si te amo, ¿a ti qué te importa? · [ JIKOOK ]

(22) Lo que tú mereces

La conversación de la noche del bufete de abogados fue bastante breve y el mismo camino parecía tener la de aquel día. Por alguna razón, Jungkook parecía frustrado y triste sobre algo relacionado con la universidad y no estaba muy hablador. Jimin había intentado preguntar por qué, interesarse y contarle algunas trivialidades para intentar distraerle; sin embargo, parecía que no había caso y no tenía ganas de conversar. El de cabellos plateados iba a dejarlo estar cuando su ángel le dio una idea.

—Meh, supongo que después de una ducha y algo rico que me haga de cena se me pasará. La comida siempre lo soluciona todo y cuando no, los mimos.

Al otro lado, Jimin escuchó el ruido de armarios abrirse y cerrarse. Probablemente el más joven estuviera ya enfrascándose en preparar lo necesario en el baño o en la cocina.

—¿Mimos?

—Sí, muy importante —respondió remarcando el "muy"—. Apúntatelo para la próxima vez que me veas. ¿Aparte de Mein Traum tienes una agendita en la que apuntes todo meticulosamente?

Aunque había reconocido por el tono que Jungkook debía estar bromeando, se lo tomó como una pregunta seria y se dirigió a su despacho.

—Sí, bueno, suelo intentar hacerlo.

—Bien, pues apunta "ángel, flechita, mimos, signo de suma, comida" —Jimin podía imaginárselo gesticulando como si estuviera escribiendo en el aire—, y subráyalo un par de veces que se note que es información trascendental para el devenir de esta relación.

Jimin abrió el cajón izquierdo de su escritorio y sacó una pequeña agenda azul ejecutivo de tamaño octavilla y tomó un boli del estuche que aún estaba abierto encima de la mesa de sus horas de estudio justo antes de la llamada. Con letra caligráfica, lo escribió tal cual se lo había dictado.

—Apuntado —anunció orgulloso.

—Y será verdad.

—Lo es, lo es. A partir de ahora haré lo que esté en mi mano para hacerte feliz —respondió con certeza en la voz mientras cerraba el boli, el estuche, la agenda y el cajón.

—Así me gusta.

Así que ahora estaba atándose los cordones de sus zapatos. No había mentido. Todo lo que Jungkook necesitara ahora y estuviera al alcance de su mano lo tendría.

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Estaba siendo más difícil de lo que había planeado el llegar a casa de Jungkook cargado y a tiempo. Esperaba que para cuando tocara al timbre él no estuviera ya en la cocina con la comida a medio preparar.

Había conseguido entretenerle un poco más antes de que se metiera a la ducha, para ganar tiempo y que la comida estuviera lista cuando llegara al restaurante. Ahora solo le quedaba que los astros estuvieran de su lado, por una vez.