(23) Pequeñas victorias

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"¿Cuántos músculos tiene una persona en el cuerpo? Porque me duelen absolutamente todos" Jungkook se preguntó retóricamente mientras intentaba utilizar sus últimas fuerzas para agarrarse a la barra superior del metro

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"¿Cuántos músculos tiene una persona en el cuerpo? Porque me duelen absolutamente todos" Jungkook se preguntó retóricamente mientras intentaba utilizar sus últimas fuerzas para agarrarse a la barra superior del metro. Aunque caerse y ser aplastado y no sufrir más sonaba como un plan genial. Aquella semana se le había hecho eterna. Era como si nunca terminase y solo se amontonaran episodios y más episodios que le estaban agotando física y mentalmente. Incluso las noticias positivas se le hacían un mundo en aquel momento. Lo único con lo que soñaba era dormir. No le importaba lo más mínimo que fueran las cuatro de la tarde. Quería dormir hasta el día siguiente.

Detestaba haber tenido que tener tantas "charlas serias" una detrás de otra: las dos con Jimin, la entrevista de trabajo y aquel mismo día la tutoría con el profesor de la otra asignatura que tenía más peligro de suspender (ya tenía suficiente con una). Además de las que aún le quedaban por delante: la nueva con el casero para rehacer el contrato definitivamente en función de lo que le dijeran en Jamais vu y otra con sus hyungs a los que ni siquiera les había contado nada sobre la entrevista al final.

Se sentía sobrepasado, pero a la vez sabía que no tenía más remedio que seguir adelante. Además, ya había mejorado mucho respecto del estado en el que estaba hacía unas semanas. Poco a poco las cosas terminarían de encajar. Era solo cuestión de tiempo.

Salió de la estación arrastrando los pies y subió hasta su casa de la misma forma. Cuando no había terminado de quitarse el abrigo, su móvil comenzó a sonar en el bolsillo, lo que le sobresaltó y provocó que casi estuviera a punto de caerse de bruces contra el zapatero. Aunque consiguió parar el golpe agarrándose en el último momento al mueble, no salió del todo ileso, pues su muñeca se había doblado de forma bastante antinatural para conseguir sujetarse. Cogió el cacharro de su bolsillo maldiciéndolo a él y a quien se le hubiera ocurrido llamar en aquel preciso momento. No reconoció el teléfono que aparecía en la pantalla y, por un momento, se sintió intimidado ante la idea de descolgar. No obstante, no podía no hacerlo. ¿Y si era el banco? ¿O el casero? ¿O muchísimo más importante: Jamais vu?

—¿Buenas tardes? —preguntó en vez de saludar.

—Buenas tardes, ¿señor Jeon?—la voz de aquella persona no le sonaba para nada.

¿Señor? Se cuestionó para sí mismo. No creía que nunca antes se hubieran dirigido a él de aquella forma. El señor Jeon era su padre.

—Sí, soy yo —dijo sin en realidad creérselo mucho—, ¿quién es?

Como aún no había tenido tiempo de descalzarse, no podía entrar en la casa. Esperaba que no fuera una llamada larga. Se dio la vuelta y apoyó la parte trasera de sus muslos contra el zapatero.

—Soy Cha Jun-hwan, trabajo en Jamais vu. —Como si hubiera encendido un interruptor a la misma vez que había dicho aquellas palabras, sintió su corazón acelerarse hasta que su ritmo cardiaco alcanzó el triple de pulsaciones de las que tenía solo unos momentos antes—. Ayer tuvo una entrevista en nuestras oficinas, ¿correcto?

Si te amo, ¿a ti qué te importa? · [ JIKOOK ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora